20/10/25

MI LIBRO DE 2002, UNOS POEMAS INÉDITOS DONADOS POR LA EXILIADA NIEVES BARÓN GARCÍA Y UN TEXTO DE VÍCTOR MANUEL

 

Un texto desconocido del cantante Víctor Manuel

EL ATENEO, UN LIBRO, EL CANTANTE VÍCTOR  MANUEL, EL POEMA “ASTURIAS” Y PEDRO GARFIAS

 

He aquí una efemérides olvidada. El martes 11 de junio de 2002 se celebró en el Ateneo de Madrid la presentación de mi libro Pedro Garfias, poeta del exilio español en Méjico (2002), con la incorporación de 24 poemas inéditos, donados por la exiliada Nieves Barón García, dueña de la cantina del Hotel Mancera (México, DF.), en el marco del centenario del nacimiento de Pedro Garfias (2001). En la mesa del acto estuvieron presentes: el historiador de la Filosofía José Luis Abellán (En nombre de la Asociación Cultural Hispano Mexicana, promotora del libro), el embajador de México, el cantante Víctor Manuel y este autor. Se abordaron temas interesantísimos, ante una numerosa concurrencia. Víctor Manuel leyó unas cuartillas y un poema de su propia inspiración, inéditos hasta hoy (o casi), textos que guardé en mi baúl, y hoy me sorprendo al reencontrarlos. Pero empecemos por los orígenes.

        En el mes de noviembre de 2001 se puso en contacto conmigo María Luisa Fernández Lafuente, secretaria de la Asociación Cultural Hispano Mexicana, porque Nieves Barón quería hacerme entrega de los 24 inéditos autógrafos del poeta Garfias, que éste había compuesto y les había obsequiado en sus visitas a la cantina del Hotel Mancera, fechados entre febrero y abril de 1963. Estos autógrafos van acompañados de una “transcripción” del ingeniero mejicano Roberto Sastré Serrano (de Tabasco), amigo de Garfias.


Mi encuentro con Nieves Barón García (en el centro), el 20 de noviembre de 2001, en la plaza de Atocha de Madrid, junto con Mª Luisa Fernández Lafuente, que actuó de mecenas y apadrinadora del proyecto. Nieves Barón me donó ese día 24 poemas autógrafos del poeta Pedro Garfias -los papeles de la Cantina del Hotel Mancera de México-, con el fin de que realizáramos una publicación, cosa que hicimos a los seis meses. Sean siempre dadas las gracias a Nieves Barón García, por su generosidad. 

        Nieves Barón García nació en Barcelona, en 1931. El 30 de enero de 1939 salió a Francia junto con familiares y conocidos, pues tenía 8 años. Fue una de las pasajeras niñas del “Sinaia”. Su padre, Antonio Barón, salió a Francia más tarde, el 9 de febrero de 1939, acompañado de Agripino Tomás (Hijo del célebre socialista asturiano Belarmino Tomás. Luego, en París, los ingleses nombraron a su padre director del Colegio Para Huérfanos de Mineros en Tarbes, hasta marzo de 1940. Salió de Marsella a EE.UU., para ver a Fernando de los Ríos, en Boston. Después llegó a México, en Veracruz. Finalmente, en el Distrito Federal, hasta 1979 en que volvió a España. Belarmino Tomás murió en 1950, en el Distrito Federal). El Centro Republicano estaba en la calle Valderas, 34. Antes había sido Consulado de España. El Centro Asturiano estaba en la calle 16 de Septiembre, frente al Cine Olimpia. 

Nieves Barón en México se casó con Ramón Moreno Pardo (hijo de Mariano Moreno Mateo, diputado por Asturias en las Constituyentes, de 1931, abogado, que defendió a los represaliados de Asturias en 1934). En México siempre estuvieron en el Distrito Federal. Con su marido Ramón compraron una cantina en los bajos del Hotel Mancera, en la calle Venustiano Carranza. En esta cantina trataron mucho a Pedro Garfias, que frecuentaba mucho la cantina, escribía allí en cualquier papel, tomaba sus cuba-libres, que no le cobraban, y le ofrecían consomé o alguna comida, que no solía tomar.

        Pedro escribía sus poemas en la cantina del Hotel Mancera y allí los dejaba. Y los recogía Nieves Barón, que les daba gran valor sentimental. Luego se los “trascribía” el ingeniero tabasqueño Roberto Sastré Serrano (Trabajaba en Ferrocarriles), que tenía aquellos versos en gran estima. Estas notas las tomé de viva voz de Nieves Barón en un banco de la Plaza de Atocha de Madrid, frente al Ministerio de Agricultura, el 20 de noviembre de 2001, según la fotografía que insertamos. Este día me donó los 24 autógrafos de Garfias y nos comprometimos a ponerlos en un libro, con una biografía sintética de Pedro, y una esencial antología de sus poemas más conocidos.

        Los nuevos poemas incorporados del Archivo Mancera comienzan con el núm. 526, como continuación de mi edición de Poesías Completas (Alpuerto, Madrid, 1996). Y termina la nueva serie con el núm. 550. Esta fue mi aportación con el libro presentado en 2002. He aquí algún ejemplo de aquellos breves poemas tabernarios, sentenciosos y machadianos.

 

537. LA MUERTE

Por el camino viene

mi soledad perdida.

¡Cuánto tiempo esperando

su compañía!

 

543. 

Si es que quieres llegar,

no andes por el camino

de los demás.

Haz tu propio camino

y llegarás.

 

        En el acto de presentación de mi libro en el Ateneo el 6 de junio de 2002, he citado la presencia del cantante Víctor Manuel en la mesa. Las cuartillas que leyó, junto con el poema original con que termina, me las obsequió al terminar el acto. Ahora, más de veinte años después, quiero darlas al público. Habló así Víctor Manuel:

 

        Viajé por primera vez a México a finales de 1970. Antes, me habían precedido algunas canciones que interesaban especialmente a los asturianos (“El abuelo Víctor”, “Paxarinos”, “La romería”). Me agasajaron tantas veces como me protegieron en los peores momentos, en aquellos meses eternos que conviví con ellos.

        No tenía noticia de la existencia de Pedro Garfias, no sabía nada de él, no sabía nada de casi nada y me encontré con esa otra España transterrada, viva y con una voz que pugnaba por hacerse oír.

        Recuerdo perfectamente el momento: estábamos en El Hórreo, alrededor, gente que empezaba a conocer, y frente a mí, Luis Roca Albornoz, el que firmaba los “belarminos” del gobierno de Asturias y León. Habló en su turno de palabra, y como colofón, me leyó “Asturias” de Pedro Garfias… Le escuché con un nudo en la garganta. ¿Me puedes dar el poema? Le dije…

        Cuando volví al hotel aquella tarde, escribí la música. No era consciente de lo que estaba haciendo, pero las ganas de llorar, mientras componía la música, eran invencibles. Salió de un tirón.

        La vida de aquel poema aquí fue muy azarosa en aquellos años. La envié repetidamente al Ministerio de Información y Turismo –ése era el fielato que había que pasar-, y sistemáticamente era denegada su autorización para grabarla. Una de las veces apuntaron una posibilidad: si quitase lo de “millones de puños gritan”… El resto creo que no lo entendían. Les dije que yo no era el autor y que no podía negociar eso.

        Pude grabarla por vez primera en el año 1976, aunque en esa época yo estaba fuera de la circulación, en la militancia más que en la música, y por tanto no vendía discos. Pasó desapercibida. Volví a grabarla en 1983, y a partir de ahí comenzó a existir como canción.

        Detrás del poema siempre se han escondido múltiples preguntas, sobre todo para el público más joven. ¿Qué quiere decir eso de “Dos veces dos has tenido / ocasión para jugarte / la vida en una partida / y las dos te la jugaste”? (No del copista: Se refiere a la represión de la revolución de octubre de 1934, y después, a la represión franquista de octubre de 1937, cuando los franquistas ocuparon Asturias. Dos fechas: dos desgracias).

        A propósito de este verso, trabajé mucho tiempo con un músico norteamericano que tocaba la trompeta, Stephen Frankevich, que después de años escuchándome cantar la canción, me preguntó acerca de ese pasaje: ¿Qué quieres decir cuando dices “Dos veces –Do sostenido- ocasión para jugarte la vida en una partida…?” Perdón, he comprendido que es un chiste para músicos…

        De Pedro Garfias me habló, sobre todo, Luis Rius. Me regaló, grande y generoso como era, todo lo publicado, me habló de él con cariño inmenso, que  me transmitió, y me recitó muchos de sus poemas.

        También, claro, la familia Tomás, que lo protegió siempre, y por último, Margarita, su primera mujer, a quien traté en Marchena y en Sevilla. Siempre me habló, ya en sus últimos años, con un cariño inmenso hacia Pedro, y quisiera acabar con palabras suyas: “Pedro nunca profanó su hogar con una mala acción o llegando a casa en estado inconveniente. Conservó ese señorío y delicadeza que trajo de la cuna y nunca se acostó vestido. Él no perdió mi estimación ni mi aprecio. Él no hizo nada por enderezar su destino y mis consejos se perdían en el aire. Se perdió ni ‘niño’, porque eso era Pedro, y hoy no tengo otro consuelo que el de su sombra… No hay rincón de la casa donde no esté clavado su recuerdo.

        Escribí estos versos sabiendo que hoy debía estar aquí:

 

“Qué te puedo contar que tú no sepas,

Pedro del alma, hermano, camarada,

de esta madre madrastra que es España,

donde los miserables nunca faltan.

Amamos con los pies, damos la espalda

a lo que más nos honra. Qué desgracia

ver cómo pasan meses, años, siglos,

y lo peor de nosotros nos retrata.

        Mírame, Garfias, escucha lo que digo,

cuántos olvidos

se deben soportar para ser uno mismo…

Cuánta semilla hay que sembrar,

para que brote el trigo…

        Tú no nos debes nada,

te debemos lo escrito…

Esta tierra que hoy no reconoces

olvida cuanto ignora…

Nos hiela el corazón, nos desespaña…

        Por si quieres saberlo,

Mientras te recordamos,

nos miramos perplejos,

no vencidos…

España, dosmildos,

esto es el Ateneo,

tu siglo queda lejos…

Es junio, y hoy es once.

Todos nos conocemos…

Los unos con los otros,

más firmes que derechos,

con la cara que ya nos merecemos

con nuestra vida a cuesta…

… Y a la espalda,

preguntan y preguntan

nuestros muertos:

¿Cuándo ganan los buenos?

 

                                                   Víctor Manuel (11-6-2002)

 

Aportado por Francisco Moreno Gómez, doctorado en Pedro Garfias.