Un
texto desconocido del cantante Víctor Manuel
EL
ATENEO, UN LIBRO, EL CANTANTE VÍCTOR
MANUEL, EL POEMA “ASTURIAS” Y PEDRO GARFIAS
He
aquí una efemérides olvidada. El martes 11 de junio de 2002 se celebró en el
Ateneo de Madrid la presentación de mi libro Pedro Garfias, poeta del exilio español en Méjico (2002), con la
incorporación de 24 poemas inéditos, donados por la exiliada Nieves Barón García, dueña de la
cantina del Hotel Mancera (México, DF.), en el marco del centenario del
nacimiento de Pedro Garfias (2001). En la mesa del acto estuvieron presentes: el
historiador de la Filosofía José Luis
Abellán (En nombre de la Asociación Cultural Hispano Mexicana, promotora
del libro), el embajador de México, el cantante Víctor Manuel y este autor. Se abordaron temas interesantísimos,
ante una numerosa concurrencia. Víctor
Manuel leyó unas cuartillas y un poema de su propia inspiración, inéditos
hasta hoy (o casi), textos que guardé en mi baúl, y hoy me sorprendo al
reencontrarlos. Pero empecemos por los orígenes.
En el mes de noviembre de 2001 se puso
en contacto conmigo María Luisa
Fernández Lafuente, secretaria de la Asociación Cultural Hispano Mexicana,
porque Nieves Barón quería hacerme
entrega de los 24 inéditos autógrafos del poeta Garfias, que éste había
compuesto y les había obsequiado en sus visitas a la cantina del Hotel Mancera,
fechados entre febrero y abril de 1963. Estos autógrafos van acompañados de una
“transcripción” del ingeniero mejicano Roberto
Sastré Serrano (de Tabasco), amigo de Garfias.
Mi encuentro con Nieves Barón García (en el centro), el 20 de noviembre de 2001, en la plaza de Atocha de Madrid, junto con Mª Luisa Fernández Lafuente, que actuó de mecenas y apadrinadora del proyecto. Nieves Barón me donó ese día 24 poemas autógrafos del poeta Pedro Garfias -los papeles de la Cantina del Hotel Mancera de México-, con el fin de que realizáramos una publicación, cosa que hicimos a los seis meses. Sean siempre dadas las gracias a Nieves Barón García, por su generosidad.
Nieves
Barón García nació en Barcelona, en 1931. El 30 de enero de 1939 salió a
Francia junto con familiares y conocidos, pues tenía 8 años. Fue una de las
pasajeras niñas del “Sinaia”. Su padre, Antonio
Barón, salió a Francia más tarde, el 9 de febrero de 1939, acompañado de Agripino Tomás (Hijo del célebre
socialista asturiano Belarmino Tomás.
Luego, en París, los ingleses nombraron a su padre director del Colegio Para
Huérfanos de Mineros en Tarbes, hasta marzo de 1940. Salió de Marsella a
EE.UU., para ver a Fernando de los Ríos,
en Boston. Después llegó a México, en Veracruz. Finalmente, en el Distrito
Federal, hasta 1979 en que volvió a España. Belarmino Tomás murió en 1950, en el Distrito Federal). El Centro
Republicano estaba en la calle Valderas, 34. Antes había sido Consulado de
España. El Centro Asturiano estaba en la calle 16 de Septiembre, frente al Cine
Olimpia.
Nieves
Barón en México se casó con Ramón Moreno Pardo (hijo de Mariano
Moreno Mateo, diputado por Asturias en las Constituyentes, de 1931,
abogado, que defendió a los represaliados de Asturias en 1934). En México
siempre estuvieron en el Distrito Federal. Con su marido Ramón compraron una
cantina en los bajos del Hotel Mancera, en la calle Venustiano Carranza. En
esta cantina trataron mucho a Pedro Garfias, que frecuentaba mucho la cantina,
escribía allí en cualquier papel, tomaba sus cuba-libres, que no le cobraban, y
le ofrecían consomé o alguna comida, que no solía tomar.
Pedro escribía sus poemas en la cantina
del Hotel Mancera y allí los dejaba. Y los recogía Nieves Barón, que les daba gran valor sentimental. Luego se los
“trascribía” el ingeniero tabasqueño Roberto
Sastré Serrano (Trabajaba en Ferrocarriles), que tenía aquellos versos en
gran estima. Estas notas las tomé de viva voz de Nieves Barón en un banco de la Plaza de Atocha de Madrid, frente al
Ministerio de Agricultura, el 20 de noviembre de 2001, según la fotografía que
insertamos. Este día me donó los 24 autógrafos de Garfias y nos comprometimos a
ponerlos en un libro, con una biografía sintética de Pedro, y una esencial
antología de sus poemas más conocidos.
Los nuevos poemas incorporados del
Archivo Mancera comienzan con el núm. 526, como continuación de mi edición de Poesías Completas (Alpuerto, Madrid,
1996). Y termina la nueva serie con el núm. 550. Esta fue mi aportación con el
libro presentado en 2002. He aquí algún ejemplo de aquellos breves poemas
tabernarios, sentenciosos y machadianos.
537. LA MUERTE
Por el camino viene
mi soledad perdida.
¡Cuánto tiempo esperando
su compañía!
543.
Si es que quieres llegar,
no andes por el camino
de los demás.
Haz tu propio camino
y llegarás.
En el acto de presentación de mi libro
en el Ateneo el 6 de junio de 2002, he citado la presencia del cantante Víctor
Manuel en la mesa. Las cuartillas que leyó, junto con el poema original con que
termina, me las obsequió al terminar el acto. Ahora, más de veinte años
después, quiero darlas al público. Habló así Víctor Manuel:
Viajé por primera vez a México a finales de 1970. Antes, me
habían precedido algunas canciones que interesaban especialmente a los
asturianos (“El abuelo Víctor”, “Paxarinos”, “La romería”). Me agasajaron
tantas veces como me protegieron en los peores momentos, en aquellos meses
eternos que conviví con ellos.
No tenía noticia de la existencia de Pedro Garfias, no sabía
nada de él, no sabía nada de casi nada y me encontré con esa otra España
transterrada, viva y con una voz que pugnaba por hacerse oír.
Recuerdo perfectamente el momento: estábamos en El Hórreo,
alrededor, gente que empezaba a conocer, y frente a mí, Luis Roca Albornoz, el
que firmaba los “belarminos” del gobierno de Asturias y León. Habló en su turno
de palabra, y como colofón, me leyó “Asturias” de Pedro Garfias… Le escuché con
un nudo en la garganta. ¿Me puedes dar el poema? Le dije…
Cuando volví al hotel aquella tarde, escribí la música. No
era consciente de lo que estaba haciendo, pero las ganas de llorar, mientras
componía la música, eran invencibles. Salió de un tirón.
La vida de aquel poema aquí fue muy azarosa en aquellos años.
La envié repetidamente al Ministerio de Información y Turismo –ése era el
fielato que había que pasar-, y sistemáticamente era denegada su autorización
para grabarla. Una de las veces apuntaron una posibilidad: si quitase lo de
“millones de puños gritan”… El resto creo que no lo entendían. Les dije que yo
no era el autor y que no podía negociar eso.
Pude grabarla por vez primera en el año 1976, aunque en esa época
yo estaba fuera de la circulación, en la militancia más que en la música, y por
tanto no vendía discos. Pasó desapercibida. Volví a grabarla en 1983, y a
partir de ahí comenzó a existir como canción.
Detrás del poema siempre se han escondido múltiples
preguntas, sobre todo para el público más joven. ¿Qué quiere decir eso de “Dos
veces dos has tenido / ocasión para jugarte / la vida en una partida / y las
dos te la jugaste”? (No del copista: Se refiere a la represión de
la revolución de octubre de 1934, y después, a la represión franquista de
octubre de 1937, cuando los franquistas ocuparon Asturias. Dos fechas: dos
desgracias).
A propósito de este verso, trabajé mucho tiempo con un músico
norteamericano que tocaba la trompeta, Stephen Frankevich, que después de años
escuchándome cantar la canción, me preguntó acerca de ese pasaje: ¿Qué quieres
decir cuando dices “Dos veces –Do sostenido- ocasión para jugarte la vida en
una partida…?” Perdón, he comprendido que es un chiste para músicos…
De Pedro Garfias me habló, sobre todo, Luis Rius. Me regaló,
grande y generoso como era, todo lo publicado, me habló de él con cariño
inmenso, que me transmitió, y me recitó
muchos de sus poemas.
También, claro, la familia Tomás, que lo protegió siempre, y
por último, Margarita, su primera mujer, a quien traté en Marchena y en
Sevilla. Siempre me habló, ya en sus últimos años, con un cariño inmenso hacia
Pedro, y quisiera acabar con palabras suyas: “Pedro nunca profanó su hogar con
una mala acción o llegando a casa en estado inconveniente. Conservó ese señorío
y delicadeza que trajo de la cuna y nunca se acostó vestido. Él no perdió mi
estimación ni mi aprecio. Él no hizo nada por enderezar su destino y mis
consejos se perdían en el aire. Se perdió ni ‘niño’, porque eso era Pedro, y
hoy no tengo otro consuelo que el de su sombra… No hay rincón de la casa donde
no esté clavado su recuerdo.
Escribí estos versos sabiendo que hoy debía estar aquí:
“Qué
te puedo contar que tú no sepas,
Pedro del alma, hermano,
camarada,
de esta madre madrastra que
es España,
donde los miserables nunca
faltan.
Amamos con los pies, damos
la espalda
a lo que más nos honra. Qué
desgracia
ver cómo pasan meses, años,
siglos,
y lo peor de nosotros nos
retrata.
Mírame, Garfias, escucha lo que digo,
cuántos olvidos
se deben soportar para ser
uno mismo…
Cuánta semilla hay que
sembrar,
para que brote el trigo…
Tú no nos debes nada,
te debemos lo escrito…
Esta tierra que hoy no reconoces
olvida cuanto ignora…
Nos hiela el corazón, nos
desespaña…
Por si quieres saberlo,
Mientras te recordamos,
nos miramos perplejos,
no vencidos…
España, dosmildos,
esto es el Ateneo,
tu siglo queda lejos…
Es junio, y hoy es once.
Todos nos conocemos…
Los unos con los otros,
más firmes que derechos,
con la cara que ya nos
merecemos
con nuestra vida a cuesta…
… Y a la espalda,
preguntan y preguntan
nuestros muertos:
¿Cuándo ganan los buenos?
Víctor Manuel (11-6-2002)
Aportado
por Francisco Moreno Gómez, doctorado en Pedro Garfias.