UN
MILITAR LEAL EN LA ARTILLERÍA DE LOS FRENTES DE CÓRDOBA
El
capitán Francisco Blanco Pedraza, a las órdenes de Pérez Salas
Por
Francisco Moreno Gómez
El
capitán Blanco (luego, comandante y Mayor) nació en Villanueva de Córdoba, el
21-2-1901. Hijo de Juan Blanco Fernández
(comerciante y fabricante de caramelos, nieto de Catalina Moreno Sánchez, una
de las hijas del afamado notario Bartolomé Moreno Luque) y de Petronila Pedraza Romero (hermana de
Fermín Pedraza, el padre del médico don José Pedraza, por tanto, primo hermano
éste del capitán Blanco). Así pues, era una familia de clase media discreta.
Tenían su domicilio en la esquina de la Plaza con P. Llorente.
Francisco Blanco Pedraza cursó sus
primeros estudios en Cabeza del Buey,
costeado siempre por su tío Juan Rafael Blanco. Se casó en Villanueva (el 15-12-1926)
con Catalina Illescas García, hija
del conocido Antonio Illescas “El
Exquisito”, el que edificó la casa de “Los Serojas” en la plaza, fechada en
1906, para lo que contrató al gran arquitecto Aníbal González, autor de la Plaza de España de Sevilla, y de todo
un estilo “anibalista” andaluz. Por
tanto, es un edificio de gran valor arquitectónico (Antonio Illescas
fue, por tanto, el suegro del capitán Blanco, y de don Bibiano el
farmacéutico). La típica casa en cuestión la compraron los hermanos “Serojas”
(Francisco y Antonio) en 1922.
La
carrera militar de Francisco Blanco comenzó en 1921, cuando ingresó en la Academia de Artillería de Segovia, de
donde salió como teniente el 18 de mayo de 1925, siendo destinado el año
siguiente a África (Alhucemas). El ascenso a capitán tuvo lugar el 23-11-1932,
y fue destinado a Sevilla, donde se
dedicó a trabajos especializados de fabricación de armamento. A finales de
1935, estuvo en Mahón, en una Batería de Costa. Y poco antes de la guerra civil
ya se encontraba en el Cuartel de
Artillería de Córdoba, con domicilio en esta capital, en la calle Medina
Azahara, 18. A mediados de julio de 1936, el capitán Blanco se tomó sus
vacaciones, cuando ya el cuartel de Córdoba era un foco de rumores, fanatismos
y posiciones no disimuladas de rebelión. La familia Blanco se marchó a la finca “Espeñares”, de sus suegros,
cerca de la Venta del Charco.
El golpe militar destrozó su vida. El 21
de julio se presentaron allí unos escopeteros, le requisaron el coche y le
ordenaron que se presentara en la Venta del Charco, donde fue detenido. De allí
lo llevaron a Cardeña, y de aquí, custodiado, a Villa del Río, donde quedó bajo custodia del diputado socialista
sevillano Alberto Fernández Ballesteros, quien puso al capitán Blanco a
colaborar en la formación de las Milicias de Jaén. Allí conoció al paisano
Nemesio Pozuelo “El Floro”, empeñados en la misma labor de defensa de la República,
como fue el asalto y conquista de El Carpio.
El 28 de julio llegó a la zona de
Montoro-Villa del Río la célebre “Columna del general Miaja”, en la que venía
el comandante Joaquín Pérez Salas,
también de Artillería, del 5º Ligero de Valencia. También venía otro gran
artillero, el capitán José Cifuentes,
y con ellos el capitán Blanco encontró el
trío perfecto para el manejo de la Artillería en el frente cordobés. Mientras
el general Miaja “desorganizaba” el ataque a Córdoba (20-8-36), el capitán
Blanco se quedó al frente de una Batería del 10’5 junto a El Carpio, desde donde castigaba a los facciosos situados en “Las
Cumbres”, donde los tuvo inmovilizados hasta diciembre de 1936.
Cuando la gran ofensiva franquista de
mediados de diciembre de 1936, el capitán Blanco trató de resistir, junto a los
batallones de Milicias (Garcés, Villafranca, etc.), e intervino en la retirada desde Villafranca, por
Adamuz (donde su consejo de guerra nº 25.419/39 lo sitúa defendiendo a unas
mujeres de derechas, que querían detener las Milicias), hasta Villanueva de
Córdoba. En febrero de 1937, Blanco Pedraza ya estaba en Pozoblanco, a las órdenes de Pérez Salas. El 6 de marzo los franquistas
empezaron la ofensiva contra Pozoblanco y la dehesa de Los Pedroches. El capitán Blanco, a cañonazos, fue el
alma de la resistencia (10-15, marzo) entre Villanueva del Duque y Alcaracejos,
situada la Batería en el cementerio de
este último pueblo (según me contó en 1981 el asistente del capitán Blanco, el
jarote José Arévalo Toril “Sotero”).
Sólo 15 días tuvieron los franquistas en su poder estos dos pueblos, porque en
la tarde del 30-3-1937 fueron recuperados por la República.
El 3 de junio de 1937 se reorganizó el
Ejército del Sur, correspondiendo a Córdoba el VIII Cuerpo de Ejército, al
mando de Pérez Salas (con sede en Pozoblanco), con dos Divisiones: la 19, al mando de José Cifuentes, con sede en
Belalcázar; y la 38, al mando de Blanco Pedraza, ascendido a Mayor, con sede en
Hinojosa. Así, hasta finales de octubre de 1937, en que el Sur se llamó
“Ejército de Extremadura”, con Estado Mayor en Almadén (D. O. 15 de Nov.), con
gran enfado de Pérez Salas, que por ello se marchó de Córdoba, porque su feudo
simbólico era Pozoblanco. Se formó entonces la 63 División, al mando de Aldo
Morandi, con sede en Villanueva de Córdoba. El mayor Blanco Pedraza pasó a
Almadén, y en mayo de 1938 fue destinado a Puertollano, como jefe del Parque de
Artillería del E. de Extremadura, donde el 5-3-1939 se sumó al golpe de
Casado-Besteiro-Mera. Apresó a los comunistas, a los que recluyó en la Plaza de
Toros, donde los hallaron los franquistas, a quienes se rindió en la Estación
de Puertollano, el 29-3-1939.
Blanco Pedraza quedó detenido, luego
enviado a Córdoba, donde empezó su calvario para salvar la vida. Se le sometió
a “Procedimiento Sumarísimo de Urgencia”, el núm. 25.419/39. Compareció en consejo de guerra en el cuartel de
Artillería de Córdoba, el 28-9-1939, y fue condenado
a muerte. Antes y después de esta fecha, tanto el capitán Blanco como su
familia (tenían domicilio en Córdoba, en Medina Azahara, 18, y en la calle
Teniente Carbonell. Y en Madrid, en la calle de La Luna, 21) se movilizaron
para conseguir avales y pruebas del buen proceder del capitán en todo momento
durante la guerra, protegiendo a muchas personas de derechas. Consiguió varios
pliegos de avales en Pozoblanco y en Puertollano. Aval también, entre otros, de
un cura de Madrid, don Andrés Raso, a cuya casa llegó la familia Blanco desde
Puertollano en noviembre de 1938, para bautizar a su hijo Francisco Blanco
Illescas, nacido en Almadén a finales de 1937.
Lo primero destacable en el capitán
Blanco fue su sentido de la lealtad
militar y de la fidelidad al gobierno constitucional, y su rechazo al golpe
militar de 1936, y esto, a pesar de que un hermano suyo, Juan Rafael, falangista y estudiante de Medicina en Madrid, fue
asesinado el 28-10-1936. Era su convicción republicana ante todo, de ideas
católicas y moderadas en sus actuaciones. Un gran militar y una gran persona.
De
Villanueva no recibió avales, sino escritos de cargo, como “que favoreció a
algunas personas de derechas, pero a otras las perjudicó al máximo” (Comte. de
Puesto José Martínez), entre otras insidias individuales. El juez militar
entonces en Villanueva, Juan Calero, redactó contra Blanco Pedraza informes
terribles. La Auditoría de la II Región Militar (Sevilla) aprobó la sentencia
de muerte el 8-11-1939, y se remitió copia al Ministro del Ejército (Varela),
al general jefe de la II Región Militar y al Tribunal de Responsabilidades
Política.
El comandante (Teniente Coronel por la República) don Joaquín Pérez Salas en un puesto de la avanzadilla del Frente Sur, entre Valsequillo y Los Blázquez (Córdoba), comunicando por teléfono. Una de las poquísimas fotos que se conserva de este gran militar republicano.
Mientras tanto, su esposa Catalina
Illescas y su madre Petronila Pedraza “revolvieron Roma con Santiago” y se
presentaron en Burgos, a ver al
general Varela. Le dijo Petronila: “Un hijo me mataron los rojos, ¿Me van a
matar al otro los nacionales?”. Parece ser que Varela escribió en la portada
del Expediente: “¡Ojo!”, para que Franco lo revisara bien. El caso fue que
Blanco Pedraza fue conmutado el
25-3-1940. Se lo comunicaron el 9-4-1940, en la prisión militar de Monte
Oliveti, de Valencia. (el indulto). Sufrió otras prisiones, como la de Ciudad
Rodrigo, donde murió de hambre y privaciones su compañero artillero José Cifuentes. El comandante D.
Joaquín Pérez Salas fue fusilado en Murcia, el 5-8-1939.
Solicitó el indulto del 9-10-1945, con
el que Franco quiso congraciarse ante los aliados de la II Guerra M. Le fue
concedida la libertad un año
después, en 1946. Volvieron a su domicilio de Madrid, calle de La Luna,
21. Y para ganarse la vida fundó la “Academia Villanueva”, (Recordando a su
pueblo, que ninguna ayuda le prestó), en la calle Preciados, 3, para ingenieros
aeronáuticos. Fue un gran profesor de Matemáticas. Hasta mucho tiempo después
no le fue reconocido oficialmente su título de ingeniero, pudiendo entonces
colocarse en “Manufacturas Metálicas Madrileñas”. Durante sus últimos años
mantuvo un círculo de amigos ilustrados, pero rechazó ciertos actos a que fue
invitado por militares, para no agasajar símbolos que él no había defendido en
la República. Gran dignidad personal. Murió el 10 de octubre de 1975, antes que el dictador que tanto le amargó la
vida. Hoy pasa a la historia como uno de los artilleros profesionales que más
castigó a los franquistas en el frente de Córdoba. Morituri te salutant.
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