13/3/23

NUEVA BIOGRAFÍA DEL POETA JUAN UGART

 

Novedades sobre el poeta cordobés JUAN UGART.

De las flores de abril a la batalla del Ebro

 

                                                             Por Francisco Moreno Gómez

 

En 1913 nació en Villanueva un poeta del que nada se ha escrito en su pueblo, que sepamos. Era de la familia de los Ugart, sastres. Vino al mundo el 18 de octubre de 1913, en la calle Pozoblanco (no consta número), hijo de Isidoro Ugart Romero (de Villanueva, jornalero) y de Elvira Fernández Sánchez (de Posadas, maestra). Esta familia procedía de Posadas y debió de aterrizar en Villanueva a finales del siglo XIX. El abuelo del poeta, Juan Ugart Sánchez, se casó ya en Villanueva con Catalina Romero Gutiérrez. En cuanto a Isidoro Ugart, el padre, tenía otros tres hermanos: José, Dolores y Rafael. De éstos, el tío José Ugart Romero, casado con María Higuera Buenestado, fue el más prolífico. Tuvieron ocho hijos, primos hermanos del poeta: Rafael Ugart Higuera, Isidoro, Luna, José, Catalina, Dolores, Juan José y Elías. De ellos, el más conocido en Villanueva ha sido Rafael Ugart, por su oficio de sastre.

        Una descendiente de la familia (Asunción Varo) me ha ofrecido su colaboración genealógica. Esta familia de los Ugart vino a España con motivo de los programas de colonización que organizó Carlos III a mediados del siglo XVIII para repoblar sobre todo Sierra Morena. Se puso en marcha en 1767 un grupo de alemanes, al que se sumó, al pasar por Lyon (Francia) un tal Jean Ugart, casado con la italiana, de origen judío, Anna Giuseppa Terni, de Arezzo (la Toscana), donde habían nacido sus dos hijos: Rosa Domenica y Pascuale Ugart Terni. Prosiguieron el viaje por Francia hasta el puerto de Sète, donde embarcaron.

        Llegaron a Almería en enero de 1768, y de ahí salieron hasta Santa Elena (Jaén), no sabemos por cuánto tiempo, porque más tarde se ubicaron en Fuente Palmera (Córdoba), donde recibieron las tierras como colonos. Siendo Anna Giuseppa (Ana Josefa) de avanzada edad, emigró junto con su hijo Pascual a Posadas. Éste se casó con Josefa Rodríguez, de Écija. De este matrimonio nació Juan Ugart Rodríguez, casado a su vez con Antonia Sánchez Navarro.

        El hijo de éstos fue Juan Ugart Sánchez, nacido en Posadas, que aparece casado ya en Villanueva con Catalina Romero Gutiérrez, apellidos netamente jarotes. Estamos a finales del siglo XIX. Y eran ya los abuelos paternos del poeta, con lo cual estamos en terreno conocido. Los abuelos maternos eran: Rafael Fernández (de Écija) y Elena Sánchez (de Posadas). Uno de los hijos es Isidoro Ugart Romero, que tenía entonces 28 años, cuando nació nuestro poeta.

Juan Ugart en los días de la República, en Córdoba, con unos 20 años.   


     Sigamos ya, pues, las primeras andanzas del poeta Juan Ugart Fernández en Villanueva. De su escuela primaria tenemos información, a través de Francisco Rojas. Su madre, doña Elvira Fernández era maestra y tuvo escuela particular muy concurrida en su domicilio de la calle Alegría, núm. 2, en torno a los años 20. Culturalmente, debió de influir mucho en su hijo, que además tenía otra hermana: Elena. Alguien ha escrito que tendría otro hermano, Sinforiano, lo cual no es cierto.

        Del padre, Isidoro, sólo sabemos que era “jornalero”. Se me ocurre una posibilidad. El poeta dedica su libro Los presentes de Abril (1935) al gran terrateniente de Villanueva Dionisio Pedraza de la Cámara. Me extraña el porqué de esta dedicatoria. Pudiera ser que Isidoro Ugart fuera empleado de este terrateniente. Desde luego, el poeta tenía buena relación con algunos grandes terratenientes de Villanueva, como Antonio Torrico, al que dedicó su libro en “Córdoba, 5 de junio de 1935".

Título del primer y único libro de Juan Ugart  "Los presentes de Abril" (1935). Ejemplar de familia Arellano.


        Los posibles económicos de la familia Ugart debieron de ser modestos, pues vivían de alquiler. Primero, en la calle Pozoblanco, después en la calle Alegría, 2, y también en la calle Navas, 1. Estudió el bachillerato elemental, por libre, en el Instituto de Córdoba, entre 1924 y 1927. Durante el curso, algún buen maestro lo preparaba en Villanueva. Entonces vivían en la calle Alegría, donde su madre doña Elvira tenía escuela particular, en torno a los años 20’s.

        En el verano de 1924 solicitó al Instituto la matrícula de Ingreso, que aprobó el 15-9-1924, con 11 años (En la consulta de estos expedientes he contado con la gran ayuda de Martín López Vacas). Y a la vez aprobó también algunas asignaturas de 1º en ese septiembre. Curiosamente, las matrículas y exámenes los solía hacer en septiembre. En el curso 1925-1926 realiza la matrícula y exámenes en septiembre. Por otro lado va haciendo matrículas y exámenes sueltos. Con 15 años, en el curso 1926-1927, acabó el bachillerato elemental, y se le expidió el título el 30-9-1927. Lo recogió un año después en el Ayuntamiento, por la dificultad de trasladarse a Córdoba.

    Siendo adolescente Juan Ugart sufrió la muerte de su padre, Isidoro Ugart Romero, el 5 de marzo de 1927, a los 42 años, por "nefritis crónica", cuando vivían en la calle Alegría, 2. A pesar de la grave situación, Juan Ugart no abandonó sus estudios.    

        En el horizonte estaba la Escuela Normal de Magisterio de Córdoba, cuyo expediente se inicia en septiembre de 1927, pero no es hasta 1929 en que comienza a matricularse, con un total de 12 asignaturas, de 1º y 2º cursos, de los que le convalidan la mitad, por haberlas aprobado en el Instituto. En el 3º Curso (1929-1930) se matricula de las 8 asignaturas establecidas, y todavía consta como domicilio la calle Navas, 1. En cambio, en el 4º y último curso (1930-1931) ya consta viviendo en la calle San Basilio, 4, de Córdoba. Suponemos que antes habría vivido en pensiones de Córdoba, porque el Magisterio lo cursó con carácter oficial y presencial.

        El título de Juan Ugart como maestro ya consta solicitado y abonado con fecha 26-8-1931, año histórico por ser el primero de la República. Lo suponemos ejerciendo como maestro nacional, tras superar las oposiciones, en el Curso 1931-1932, con domicilio entonces en Paseo de la Rivera, 27. Su destino fue la Escuela Unitaria de Niños núm. 3. No sabemos en qué fecha su madre doña Elvira se trasladó con él a Córdoba, o si lo hizo antes de la guerra. En la posguerra vivía ella en la calle Claudio Marcelo, 14, 3º.

        Con estos datos acabamos la vida académica de Juan Ugart. Ahora nos debemos adentrar en su vida literaria, social y política, en aquel período republicano de Córdoba, con tantas esperanzas de modernización y con tantos peligros. Antes de otra cosa, hemos de señalar que Juan Ugart inició su vida de Letras en Villanueva, como jefe de redacción del semanario Villanueva, que dirigió Juan Ocaña Torrejón en los albores de los años 30, y que se prolongó hasta mediados de 1935. La primera reseña sobre su libro, primero y único, Los presentes de Abril, se publicó precisamente en el semanario Villanueva (14-1-1935), lo cual quiere decir que el libro es de la primera semana de 1935, y debió de entregarse a la imprenta a finales de 1934. Con este dato se acaban las veleidades en torno a la fecha de aparición del libro.

Por otra parte, en el semanario “Villanueva” que dirigía don Juan Ocaña Torrejón en los años 30’s, hemos hallado datos, con ayuda de Martín López, sobre los inicios políticos de Juan Ugart en 1931, adherido o muy próximo al Partido Republicano Radical (lerrouxista) de Villanueva.

El Centro Republicano organizó un ciclo de conferencias en el mes de julio de 1931. Reproduzco la noticia: “La noche del pasado sábado (19 de julio), según anunciamos en nuestro número anterior, tuvo lugar la segunda conferencia del ciclo organizado por esta entidad.

Ocuparon la tribuna don Juan Ugart  Fernández, que habló sobre “Trazos de juventud”, y don Bartolomé Casalilla Illescas desarrollando el tema “La juventud en el momento actual”. La próxima velada: don Francisco Fernández García y el doctor Luna Gañán” (“Villanueva”, 20-7-1931).

En el mes de agosto de 1931 encontramos a Juan Ugart actuante en un mítin político, nada menos, con los lerrouxistas destacados de Villanueva y de la capital.

En el Teatro Variedades tuvo lugar a las 5 de la tarde de ayer (30-8-1931), un acto de afirmación republicana, organizado por el Centro de ésta.

Fue presidido por don Alejandro Yun Torralbo, e hicieron uso de la palabra, en primer lugar don Juan Ugart Fernández, el cual cantó a la juventud y la alentó a intervenir de manera muy activa en el campo político.

Después hablaron don José Luna Gañán y don Eloy Vaquero, haciendo ambos un estudio del momento político recomendando que, para el bien del país, es preciso alejar pasiones y huir de las impaciencias.

Pueden compendiarse ambos discursos en las últimas palabras del señor Vaquero: “Ser revolucionario en estos tiempos es ser gubernamental”.

De todo lo cual se deduce que Juan Ugart estaba interesado por la política desde sus 18 años, en este caso en partidos no socialistas. En Villanueva, el Partido Radical era de gente filoconservadora: el Dr. Luna, don Alejandro Yun, José Jurado “Palmera” (que fue alcalde en 1935)… y en la capital, la gran figura fue Eloy Vaquero.

Además, estas notas nos confirman que Juan Ugart estaba muy vinculado a Villanueva y a su semanario “Villanueva”, del que era redactor jefe. No ha de sorprender que en septiembre (“Villanueva”, 14-9-1931), encontramos otra colaboración de Ugart, en prosa, bajo el título “En las entrañas sutiles del discurso”, donde expone valores y defectos del buen discurso.

       Lamentablemente, el futuro del poeta Ugart estaba destinado a la tragedia, sin que él fuera consciente de ello.

Salpicado por la España polarizada de entonces, ingresó en Falange en 1935. Y el golpe militar de 1936 lo llevó a la muerte en el frente de la batalla del Ebro, el 4 de septiembre de 1938, cerca de Gandesa. Una carrera de joven maestro y un poeta prometedor, como explicaremos, quedaron truncados injustamente por las consecuencias de un golpe militar.

 

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La vocación poética de Juan Ugart deducimos que surgió al establecerse en Córdoba en 1929, durante sus estudios de Magisterio. Y debieron de influirle, por ejemplo, el catedrático de Literatura Augusto Moya de Mena, o el profesor de Dibujo el célebre escultor Enrique Moreno “El Fenómeno”. Ambos, entre otros aparecen luego en la fundación de la revista Ardor, en marzo de 1936. Sin embargo, Ugart ya traía una pre-vocación desde Villanueva de Córdoba, donde estudió la Primaria y el Bachillerato elemental como alumno libre. Ese su primer y único libro Los presentes de Abril (de los primeros días de 1935), donde los protagonistas son: las flores, el paisaje y la primavera, los recogió su retina, sin duda, en la dehesa florida de Villanueva, porque en Córdoba no se vive esa explosión floral rural, a no ser en las macetas y en los patios. Apenas se captan flores de campo cordobés, a no ser parcelas de olivos, de algodón o girasoles. El abril de los campos de Villanueva florece en su obra poética.

        También en Villanueva tomó afición por las letras, al formar parte de la redacción del semanario Villanueva, que dirigía Ocaña Torrejón desde finales de 1929. Durante el primer bienio de la República, hasta 1933, apenas tenemos noticias de Juan Ugart, a no ser sus viajes a Villanueva, sobre todo en verano. Lo suponemos entretenido en las oposiciones de maestro, en veladas políticas y literarias en Villanueva, y en  la toma de posesión en la Escuela Unitaria de Niños núm. 3. La vivienda la trasladó de la calle San Basilio, 4, al Paseo de la Ribera, 27.


Dedicatoria de puño y letra de Juan Ugart para el terrateniente de Villanueva Antonio Torrico, en "Córdoba 5 junio 35", dirigente entonces de Falange (Amabilidad de Antonio Merino).


        Durante 1934 fue dando forma a su libro, que en las últimas semanas del mismo año entregó a la Imprenta “La Ideal”, porque en la primera semana de 1935 anuncia el semanario Villanueva: “En breve saldrá el libro Los presentes de Abril, de Juan Ugart Fernández” (7-1-1935). Y una semana después ya se publica aquí la primera reseña, firmada por el poeta venezolano afincado en Córdoba R. Olivares Figueroa (Villanueva, 14-1-1935). Con esto quedan zanjadas todas las veleidades que se han escrito en torno a la fecha de salida del libro. Por el mismo semanario sabemos que El Liberal de Sevilla publicó reseñas en el mes de enero de 1935.

        Y otra gran noticia nos da el semanario Villanueva: Que “la Agrupación Artística Talía, de la capital, ha empezado a ensayar, para poner en escena, la obra Inmensidad (Tragedia de héroes), sin actos, en prosa y verso, original de nuestro querido amigo y colaborador don Juan Ugart Fernández (28-1-1935), algo de lo que no teníamos la menor noticia.

        La intensa vida literaria de nuestro poeta tiene lugar en 1935-1936. Publica textos o poemas en revistas como Villanueva. También, en Hojas de poesía, de Sevilla, en el núm. 2 (y último), de abril de 1935. En la Revista Nueva Poesía, de Sevilla, ya en 1936 (núm. 4). Sobre esta trayectoria literaria de Juan Ugart los que más atención le han prestado han sido: Antonio Varo Baena (“El malogrado poeta Juan Ugart”, BRAC,166; y “Aportaciones inéditas a la biografía del poeta Juan Ugart”, BRAC, 167), Antonio Ramos Espejo, “Enigmas de Juan Bernier”, BRAC, 165) y Blas Sánchez Dueñas (Introducción a Los presentes de abril, reimpresión de la Diputación de Córdoba, 2006).

        Hacia el verano de 1934, según Bernier, después de la gira de Lorca por Argentina, vio entonces a Federico en Córdoba en compañía del escultor Enrique Moreno. Según Bernier, los poetas Ugart y Josemaría Alvariño se conocían, pero tenían amistades diferentes (Ramos, 295). Alvariño coordinaba en La Voz una sección literaria, “Los poetas”, que salía de su propia linotipia los domingos, desde 1935 hasta julio de 1936.

El encuentro de Ugart con Lorca, fue hacia 1935 o primavera de 1936 (Ramos, 300). Dice Bernier que le avisó el culto maestro Juan García Lara. “Fuimos a verlo: Juan Ugart y José María de Ciria López, al Hotel Regina. Este hotel tenía un jardín. La parte de la esquina era el Hotel. Allí estaba Federico acompañado de Josemaría Alvariño… Fuimos, porque queríamos que nos enviara una colaboración para nuestra revista Ardor, que teníamos preparada y estaba ya a punto de salir… Al cabo del rato yo me di cuenta de que podíamos molestar. Así es que los dejamos solos. La colaboración que le pedimos no llegó…”.

En febrero de 1936, Ugart impartió una conferencia literaria en el SEU de Córdoba, bajo el título “El futurismo de Castilla”, tema un tanto insólito. Se me ocurre comentar algo extraño, y es que la poesía de Ugart nace y se desarrolla con un estilo fuertemente vanguardista, pero las vanguardias (ultraísmo, creacionismo…) fueron el “boom” de los años veinte. Luego sucedió el surrealismo de los años treinta, tiempo en el que escribe Ugart. ¿Por qué no se adhirió al surrealismo y permaneció bajo las formas y metáforas experimentales del ultraísmo?

Encontramos colaboraciones suyas en La Voz, el 23 de enero de 1936, y el 23 de marzo del mismo año. Los cenáculos literarios eran las tabernas de Córdoba, la de la Sociedad de Plateros, el restaurante Bruzo y otras. Y recordamos que existían dos grupos de poetas: los seguidores de Ugart (arte puro, algo de Juan Ramón Jiménez), y los seguidores de Alvariño (arte más popularista, según García Lorca). Se trataban, pero respondían a estilos y amistades diferentes.

Todo grupo poético solía mostrarse en una revista literaria. Y los de Ugart crearon: Ardor. Revista de Córdoba, primavera 1935 (Facsímil Diputación de Córdoba, 1983), editado entonces por la Librería Luque. La publican en marzo de 1935, con Antonio Ortiz Villatoro, Augusto Moya de Mena, Juan Bernier y R. Olivares Figueroa (folklorista venezolano afincado en Córdoba, se licenció en Madrid en Pedagogía, publicó poesías para niños, se integró en Ardor. Luego regresó a  Venezuela, a donde llevó dos obras importantes de aquí: Poesía infantil recitable (1934) y La invención poética  del niño (1936), aprovechando el lenguaje poético de las vanguardias).

Ardor comienza con un inédito de J. R. Jiménez, seguido de Emilio Prados y otros, como Pedro Pérez Clotet, Rafael Laffón, Juan Ugart (“La arena la muerte”), Rogelio Buendía, Concha Méndez, Olivares Figueroa, Juan Bernier, Ortiz Villatoro, etc.

En la primavera de 1936 el grupo de Ugart tuvo la idea de celebrar las llamadas “Horas Literarias” (Sánchez Dueñas, 39). Estas charlas u “Horas Literarias” estuvieron dedicadas al poeta Pedro Pérez Clotet, y hay referencias a ellas en La Voz, 18 de marzo de 1936, 5 de abril, 3 de mayo, y 11 de junio. El alma e inspirador de las Horas, además de Ugart, fue el catedrático de Literatura de la Escuela Normal don Augusto Moya. Tenían lugar en el Restaurante Bruzo, a la hora del café, a primeros de mes, como expresión del grupo Ardor.              

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Decíamos que en la primavera de 1936 se organizaron unas vespertinas “Horas literarias” en Córdoba. El alma e inspirador de las Horas, además de Ugart, fue el catedrático de Literatura de la Escuela Normal don Augusto Moya. Solía hacerse en el Restaurante Bruzo, a la hora del café, a primeros de mes, como expresión del grupo Ardor.

La 1ª Hora fue el 7 de marzo de 1936. Augusto Moya expuso un análisis de la obra de Ortiz Villatoro, allí presente. La 2ª Hora tuvo lugar el 5 de abril, y consistió en una conferencia del escultor Enrique Moreno, profesor de Dibujo de la Escuela Normal, sobre el genio artístico de Picasso. La 3ª Hora se celebró el domingo 3 de mayo, y en ella Juan Ugart impartió una conferencia sobre la obra poética de Luis Cernuda, con especial atención a su obra Donde habite el olvido.

Y la última Hora, la del 11 de junio, la dedicó el poeta gaditano Pedro Pérez Clotet a disertar y analizar su propia obra. El grupo Ardor pretendía ser algo más que publicar una revista al trimestre. Por otra parte, obsérvese el protagonismo de los profesores de la Escuela Normal de Magisterio, donde, parece ser que Juan Ugart halló su vocación literaria.

Mientras tanto, ya se cernía la tormenta sobre España, un golpe militar terrible, que lo iniciaría la Legión en Melilla, la tarde del 17 de julio. En Córdoba, de momento, lo que nos interesa saber, en cuanto a hombres de letras, es que había dos grupos literarios: uno, en el que destacaba Josemaría Alvariño (seguidor de Lorca), y otro, en el que destacaban: Juan Bernier, Juan Ugart, el profesor de Literatura de la Normal Augusto Moya de Mena, Antonio Ortiz Villatoro (de la Redacción de La Voz) y, no sabemos si compartía algo con éstos el escultor Enrique Moreno “El Fenómeno”, que también era profesor de Dibujo en la Normal, y al que Ugart le dedicó algún poema. Pudiera también frecuentarlos el abogado y secretario del Ayuntamiento de Aguilar José Mª de Ciria López, también poeta.

   Dibujo de Juan Ugart, con el que se abre su libro "Los presentes de Abril".


Por otra parte estaba el grupo del poeta Alvariño (que era linotipista de La Voz. Diario Republicano), junto con Rogelio Luque (director de la Librería y de una imprenta, poeta ultraísta), Juan Aguayo García (pintor), Aurelio Pérez Cantero (director del Conservatorio), entre otros, además de posiblemente, Pablo Troyano (director de La Voz) y el cultísimo maestro Juan García Lara. Eran grupos diferentes pero tenían el lógico trato entre personas de letras.

Estalló el golpe militar del 18 de julio y se produjo el caos más absoluto. Lo peor, la masacre sangrienta desatada. El diario La Voz fue intervenido y se llamó Azul, órgano de Falange. Su director, Pablo Troyano, fue detenido. Josemaría Alvariño, linotipista, siguió trabajando, pero con lógico pavor. Incluso Juan Bernier, que no era de izquierdas, estaba asustado. Ugart y otros le aconsejaron que se apuntara a Falange, cosa que él no quiso. Cuando le tocó a su quinta, lo movilizaron y estuvo en el bando franquista como soldado.

Volvamos a la tragedia de Córdoba capital. No sabemos qué fue de los avatares y peligros de Juan Ugart aquellas primeras semanas. Pero los grupos literarios e intelectuales empezaron a caer como moscas ante los paredones. El primero en caer fue José Mª de Ciria López, el 4 de agosto (1936), el que fue a ver a Lorca junto con Ugart y Bernier. Le siguió Rogelio Luque, el de la librería, el 16 de agosto. Al día siguiente, 17, fusilaron al culto maestro y poeta Juan García Lara. El 18 de agosto fusilaron al músico y compositor Aurelio Pérez Cantero, del Centro Filarmónico. El pintor Juan Aguayo García cayó el 29 de agosto. Al escultor Enrique Moreno, que había tenido mucha relación con Juan Ugart, lo mataron el 9 de septiembre. Y el día 27, ya bajo el terror de “don Bruno”, fusilaron a Pablo Troyano. El 28 de octubre, aniquilado ya el núcleo literario de Córdoba, entregó su vida de 25 años, Josemaría Alvariño, con su libro Canciones morenas bajo el brazo.

De Juan Ugart lo único que sabemos es que el 25 de agosto se enroló en las Milicias de Falange de Córdoba y marchó al frente, tal vez a Las Cumbres o a la línea del Brillante. En los meses de octubre y noviembre frecuentaba Córdoba, porque esos días entregó artículos para Azul. El 6-10-1936 escribe en Azul sobre “Resurrección de la bella durmiente”. El 12 de octubre su artículo se titula “Del Imperio. Consagración del trigo”. Y el 17 de octubre, titula con una cita de Hitler: “Los obstáculos son para vencerlos”.

        En este último artículo habla de Mi lucha, de Hitler, mencionando diversos conceptos: que “la vida de Hitler es una constante gimnasia de la voluntad”, que “el obstáculo es una ocasión de victoria”… Y critica al solitario, aquel que rehúsa vencer los obstáculos. Observo en estos diversos artículos de Juan Ugart que no aparece ninguna pasión de intolerancia, ni agresividad ni violencia.

        El 16 de noviembre (1936) sigue escribiendo en Azul “Películas del Imperio. Annabella”, sobre esta actriz italiana en la película La bandera, que en aquellos días se ponía en Córdoba. Y el 18 de noviembre publicó una especie de bombazo: una entrevista al coronel Cascajo, autor de la sublevación en Córdoba, bajo el título “Córdoba bien guardada. Con el coronel Cascajo, escuchamos su conversación”. El coronel golpista habla vagamente de los inicios del golpe en la capital, del ataque republicano a Córdoba el 20 de agosto desde Espejo y Torres Cabrera. Y Juan Ugart hace una pregunta capciosa sobre la actriz Rosita Díaz Gimeno, que el 18 de julio le pilló rodando en un cortijo de Córdoba, la detuvieron y la dejaron marcharse. Y dice Ugart: “¿Sabe usted que en Cádiz le interceptaron una carta en la que pedía una fuerte columna contra Córdoba?” El obeso Cascajo se limita a un “no sé”.

El 25 de noviembre (1936), publica en Azul el artículo “Saludos a la muchacha falangista”, conservadora y maternal, que quiere intervenir en la vida pública y social. Le reivindica su derecho a usar también el uniforme. Y por último, en 1936, termina con la publicación en el mismo medio del artículo “La unidad y la anarquía” (3 de dic.).

        A mediados de diciembre los sublevados lanzaron la gran ofensiva llamada “de la aceituna” contra Bujalance, Villafranca, Montoro, Lopera, Porcuna. Y ahí parece que participa Juan Ugart, en el seno del Tercer Batallón de FET, proveniente Ugart del Batallón de Depósito y Recuperación de Córdoba. A finales de 1936 estaban acuartelados en  Villafranca. Y semanas después, en Cañete de las Torres. Aquí le perdemos la pista durante todo 1937, hasta que finalmente tomó la decisión de hacerse Alférez Provisional y marchar a la Academia de formación en Riffien (Marruecos). A finales de 1937, desde la Academia, empiezan a pedir informes a Córdoba sobre Juan Ugart.                    

                                               

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En su expediente de la Academia Militar de Riffien (Manuel Varo lo ha consultado en el Archivo Militar de Ávila) constan informes solicitados a Córdoba a finales de 1937. Juan Ugart figura en 1938 inscrito en el 10º Curso de Alféreces Provisionales de la Academia de Riffien (Marruecos, un cuartel de la Legión hoy abandonado), de enero a abril de 1938, como perteneciente a FET de Córdoba. La Academia está dirigida por el coronel Julián M. Simancas. Consta un informe del teniente coronel de la G. C. José Eady Giorla, jefe provincial de FET, de fecha 24-12-1937, diciendo que Juan Ugart “está encuadrado y prestando sus servicios en las milicias de la Primera Línea desde el 25 de agosto de 1936, y en la actualidad, en el Tercer Batallón de FET y de las JONS de Córdoba”.

        Consta otro certificado de 2-enero-1938, del jefe accidental del Tercer Batallón de FET, Ginés Delgado, con sede en Villafranca de Córdoba, destacando de Juan Ugart su “intachable conducta, disciplina y elevado espíritu de soldado y falangista, demostrado en cuantos servicios se le encomendaron desde el 12 de octubre último, fecha en que, procedente del Batallón de Depósito y Recuperación de Córdoba, se incorporó a esta unidad de mando”. El Tercer Batallón aludido se encuentra entonces en Cañete de las Torres.

        Juan Ugart, terminado el curso de Alférez Provisional de Infantería, perteneciente a la 10ª Promoción, 4ª Compañía, solicita su destino en la División “Flechas Negras” (Una unidad mixta italo-española), tras su nombramiento en el BOE (nº 560, 4-mayo-1938), con antigüedad de 20-4-1938.


El poeta Juan Ugart con el uniforme de Alférez Provisional, en abril de 1938.


        Se observa que el poeta Ugart se halla totalmente embarcado en la lucha de vanguardia, no en los vericuetos malvados de la retaguardia. Idealismo personal, al fin y al cabo, de trágicas consecuencias, no sólo para él, sino para miles y miles de españoles, que como él fueron arrojados como carne de cañón a un sacrificio cruel, sin más fin que entronizar en El Pardo a un personaje de bajo talle durante 40 años.

        El alférez Juan Ugart llegó a la batalla de Gandesa a primeros de septiembre de 1938, procedente del Ejército del Norte franquista, donde se incluía a los “Flechas Negras”, del CTV italiano del general Gambara. Venía en la Primera División de Navarra, mandada por el “Moro Mizzian” (coronel Ben Mizzian, de métodos neronianos y sin escrúpulos, que llegó a ser en la posguerra capitán general en Galicia y Canarias). Y dentro de esa unidad, Ugart pertenecía al Regimiento de San Marcial nº 7, Sección 2ª.

        Lo situaron en el lugar más fatídico, frente a la “Cota de la Muerte” (la 481), entre la sierra de Cavalls y Gandesa (provincia de Tarragona, margen derecha del río Ebro), lugar que se venían disputando republicanos y franquistas durante un mes, entre charcos de sangre y montones de cadáveres de ambas partes, porque era la llave de Gandesa. Resulta que en otra unidad franquista cercana se hallaba como soldado el también poeta cordobés Juan Bernier. Se vieron y quedaron el 4 de septiembre (1938) para almorzar. Según Ramos Espejo, cuando llegó Bernier, el alférez Ugart ya había sido abatido aquella mañana ante la citada cota 481.

        Enfrente, Juan Ugart y los suyos sufrían la terrible acometividad del grueso de los Internacionales, sobre todo, la XV Brigada (Batallones: Mac Paps, de canadienses; el Lincoln, de norteamericanos; el 59 Batallón Spanish, de reclutas catalanes; y sobre todo, el British Batallón, de ingleses), entonces mandada por el español asturiano José A. Valledor Álvarez, que se cubrió de gloria con la XV Brigada. Una vez exiliado, luchó en la resistencia francesa. Volvió a España en democracia y vivió hasta 1995. Los republicanos estaban mandados por Líster, El Campesino, Tagüeña y Etelvino Vega. El jefe general: Vicente Rojo, a las órdenes del Doctor Negrín.

        El libro de Andréu Castells sobre los Internacionales cuenta que la aviación alemana, más que una ayuda a Franco, era una exhibición, a veces con 164 bombarderos en el aire cubriendo el sol. El pueblo de Corbera se hallaba lleno de cadáveres putrefactos, de moros, mulas y soldados catalanes. Los internacionales orinaban en los pañuelos para ponérselos en la nariz y aliviar el hedor. El agua la servían con sabor a yodo y coñac, para prevenir la disentería y el tifus, que también hacían estragos.

        Respecto al 4 de septiembre, fecha letal para nuestro poeta, escribe Castells: “El día 4 el enemigo atacó Corbera por el norte, bajando de Valldecanelles hacia la Cota del Transformador. Corrieron ríos de sangre. Corbera quedó situada en tierra de nadie y el enemigo (franquistas), persiguiendo a la XI Thaelmann, llegó hasta la cota 565 de la sierra de Cavalls, a dos kilómetros y medio al este de Corbera”, localidad un poco al norte de Gandesa, en cuya proximidad se halla la Cota 481, junto al Puig de l’Áliga, donde cayó Juan Ugart, el cual nunca pudo pensar que lo meterían en este infierno apocalíptico.

        Antonio Varo precisa que Juan Ugart fue enterrado, no en Gandesa, sino un poco más al sur, en Bot, en una fosa común de 1.200 muertos franquistas (Archivo Militar de Ávila, Fallecidos en campaña, tomo 8, c. 3677). Parece que con el nombre de Sinforiano Ugart, lo cual es un error incomprensible.  El 21 de marzo de 1959, no encontrando el franquismo suficientes esqueletos para rellenar el Valle de Cuelgamuros, desenterraron muchas fosas de la batalla del Ebro, sin distinguir bando, y en el caso de Juan Ugart lo sepultaron en el Valle de Cuelgamuros el 28 de marzo de 1959, con el número de restos “1096/2009. Tarragona. Hombre”. Ahí reposa desde entonces un poeta de Villanueva de Córdoba, casi desconocido, al que no dieron oportunidad de seguir escribiendo versos ni impartiendo clases en su colegio del Paseo de la Ribera.

        De la muerte de Juan Ugart se hizo eco el periódico Azul de Córdoba con sencilla esquela el 8-9-1938, y al año siguiente, Azul repitió la reseña el 13-9-1939, en primera página, con su foto de militar. En 1938, también la revista gaditana Isla. Verso y Prosa, dirigida entonces por Pedro Pérez Clotet, amigo de Ugart, le redactó otra esquela en 1938, en el núm. 14: “…Era un delicado poeta, de clara y ágil expresión, penetrada de finas gracias andaluzas… Sus poemas más recientes habían brotado al clamor de la lucha… Su buen recuerdo aureolado con la eterna luz de los héroes”.

        En esta revista Isla, Ugart había publicado dos poemas en 1938. Uno titulado “Himno al centinela” (“Ojo de cíclope nocturno / y atento perforador del horizonte”). En el núm. 14 de la misma revista, ya póstumamente, se publicó el poema “Este muchacho o junco”.          

                                                      

5

 

El poeta Juan Ugart pereció en la batalla del Ebro, frente a la cota 481, junto a Gandesa, que se disputaban con los republicanos, el día 4 de septiembre de 1938, en el contraataque de la mañana. En 1959 exhumaron sus restos con los de miles de combatientes, y los llevaron al Valle de Cuelgamuros, donde reposan hoy día.

        Lo sorprendente de los acontecimientos fue que, después de ser alférez provisional, falangista y muerto en el bando franquista, los mismos suyos lo sometieron a expediente de depuración, por donde pasaron miles y miles de maestros y empleados de todos los niveles de la administración. El nuevo Régimen, salido del golpe militar de 1936 y de la victoria de 1939, exigía la más pura “limpieza de sangre” ante cualquier atisbo de izquierdismo, como en tiempos exigió la Inquisición con la menor contaminación de judaísmo, erasmismo o luteranismo. Los decretos de pureza de sangre forman parte de la Leyenda Negra. El inquisidor Torquemada es nuestro verdadero patrón in pectore.

        El caso fue que el poeta Juan Ugart no se vio libre de la lupa inmisericorde de la nueva Inquisición franquista. Así las cosas, su expediente de depuración se inició ya en septiembre de1936, cuando Juan Ugart se hallaba enrolado en la línea del frente. Antonio Varo ha consultado su expediente en el Archivo General de la  Administración (Alcalá de Henares), Expediente 496. Escuela Unitaria de Niños, núm. 3, de Córdoba, donde el poeta era maestro.

        Las Comisiones Depuradoras de Instrucción Pública de Córdoba se ubicaban en el Instituto “Góngora”, bajo la dirección de un fanático Ángel Cruz Rueda, del Instituto de Cabra, subordinado de José Mª Pemán (Depurador a nivel nacional). El tribunal depurador estaba formado por los Inspectores de Primera Enseñanza: Emilia de Miguel, Francisco Marroyo y Joaquín de Velasco Natera.

        En su citado expediente figuran una serie de informes. Un documento firmado por el mismo Ugart, en el que se declara militante de Falange Española de las JONS desde la revolución de Asturias, octubre de 1934 (quizá demasiado prematuro en la fecha). Otro informe de la Parroquia de S. Francisco y S. Eulogio, diciendo que pertenece Ugart a la feligresía de S. Pedro. El párroco no informa de su vida religiosa, sino de que “actualmente está enrolado en Falange Española” (Septiembre de 1936).

        Un tercer documento del coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Córdoba informa de que “Juan Ugart es de buena conducta, simpatizante a  la causa militar, no se le conoce como propagandista de ideas políticas de ninguna clase ni pertenece a ningún partido”. O sea que la Falange no la considera partido.

        Un cuarto informe del alcalde Antonio Coello, de 31 de marzo de 1937, dice que Ugart “viene observando buena conducta profesional. A veces escribe poesías durante las horas de clase. Social y particularmente se comporta bien... Actualmente está afiliado a Falange Española”. En este informe hay una maldad evidente: acusar a alguien de escribir poesías, en aquella España de cuartel, era una auténtica maldad, ya que la cultura, la poesía y los libros (objeto de grandes piras) eran, no sólo algo negativo, sino peligroso, cuando los poetas de Córdoba ya habían caído ante el paredón.

        Con fecha 25 de agosto de 1939, cuando el alférez Ugart llevaba un año bajo tierra, la Comisión Depuradora Provincial propone al Ministerio de Educación Nacional la confirmación de Juan Ugart en el cargo de maestro. Por fin, el 3 enero 1941, el Ministerio lo confirma en el cargo. De esta manera, todo el Magisterio y Profesorado en general fue expedientado por depuración, hasta tal punto de que el 25 % de los maestros fueron suspendidos de empleo y sueldo. No hubo autos de fe, porque a muchos ya los habían fusilado antes. Una magna operación jamás vista que hace palidecer los rigores de la Inquisición. La España de los autos de fe amenaza siempre, con sus exclusiones, sus hogueras y sus fanatismos. Llevamos la furia en el ADN.

        Conviene ahora una breve alusión a la obra poética de Juan Ugart, en su libro Los presentes de Abril (1935). Esta obra se compone de 18 poemas de exaltación de la primavera, con su explosión de color, luz, belleza y vitalidad. El tono general es de optimismo (típico de las vanguardias) y nada de melancolías o nostalgias (típico del romanticismo). Es poesía del exterior florido, no del interior del poeta. El yo casi no aparece. El protagonismo es el de la primavera de abril exultante de color y de aromas.

        El poeta Ugart conoce toda la literatura española vanguardista, y se le ven influencias del ultraísmo y algo del futurismo (“trenes de nubes / y humo de vapores”, por ej.). Y le influye toda la literatura del novecentismo, deshumanizada (antirromántica), como la de Juan R. Jiménez en su época intelectual (1916-1936), donde buscaba la palabra exacta y desnuda. El tono optimista de Ugart congenia también con la poesía emblemática del optimismo de Jorge Guillén, con su libro Cántico (1928).

        Para Ugart, la primavera de abril es una “reina”, a la que se ofrecen los “presentes”, que son: “agilidad”, “fuerza pura” y “luz”. Predominan los términos abstractos, expresión de la intelectualidad. Luego vienen los “presentes” a la “Corte”, que es el trono de la primavera, reina de las estaciones. Referido al mes de abril, escribe en asonancias: “Al ver las tierras vestidas / el campo se abre en canciones. / Los nuevos vestidos verdes / van escogiendo colores. / De las abruptas sierras / se huelen , / bajar los olores. / Bajo las pieles de yerba / oigo crecer tus limones. / Dibujantes con arados / cosen las tierras al sol. / Unos pintan verdes finos / otros pintan al color…”.

        Como abril es el protagonista, en una gran personificación, escribe: “Haciendo lances lluviosos, / al sol, / con el viento se recrea / Abril, / el de los capotes mil, / en las tardes aguanosas…”.  Y más adelante: “Abril, / brota las aguas del suelo, / como simientes de heno, / con cáscaras de cristal…”.

        Una poesía, en fin, de exaltación de la perfección natural, con el típico objetivismo vanguardista y ausencia del yo, con derroche de recursos literarios: cromatismos, sensorialidad, personificaciones, experimentos léxicos y  metafóricos, a veces con ausencia de nexos. Y algo curioso: las imágenes taurinas. Desnudez verbal, en busca de la exactitud, aunque no abandona las asonancias. En definitiva, un libro con un estilo prometedor, frustrado por la muerte injusta siempre.

        Buscó una poesía difícil, no populachera, lejos del casticismo y de los tradicionalismos. Sus logros habrían sido muy prometedores, pensando en que fue agostado a los 25 años, con toda la vida por delante.

        Y ahora, laureado morador del monte Parnaso, te hablo en primera persona. Tu opción personal te llevó a la muerte. La respeto. Y Córdoba se perdió al Maestro de Escuela que hubiera podido ser, y al poeta que hubiera podido iluminar el Ágora de Las Tendillas. Pero en mí, que no te lo esperabas, has encontrado a tu biógrafo, que te ha sacado del anonimato de los muertos, por dos razones principales: porque naciste en el mismo pueblo que yo, y porque fuiste poeta de la República de las Letras. Eso es lo más importante. Lo demás son los avatares enloquecidos de la humana condición. Pero permíteme que ‘maldiga las guerras y a aquellos que las organizan’; incluidos los golpes militares y los fanáticos insensibles a la sangre, al dolor, a las lágrimas y al hambre de la pobre gente inocente.

 

 

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