ALDO MORANDI, INTERBRIGADISTA EN ESPAÑA
Un antifascista italiano en la guerra civil. Su
gesta desde el Norte de Córdoba al Bajo Aragón
Un italiano antifascista
Aldo Morandi (Trapani, 1896 – Milán, 28
enero 1974) era el seudónimo que Riccardo Formica había adoptado en 1923.[1] Su
vida fue la de un antifascista “indómito”, como dicen sus biógrafos. Hijo de un
oficial del Ejército, ingresó en la Escuela Naval de Livorno, donde obtuvo el
grado de guardamarina. Como tal participó en la I Gran Guerra, con el grado de
teniente. En 1919 se adhirió a las Juventudes Socialistas, y en 1921, al
Partido Comunista Italiano, donde llegó a miembro del Comité Central. En los
años veinte, en diversas fechas, sufrió detenciones y cárceles, además de
puñetazos de los “Camisas negras”. En 1927 se vio envuelto en el magno proceso
de “los Corrieri”, logró escapar, expulsado del Ejército por falsas acusaciones.
Se refugió en Francia, Bélgica y Checoslovaquia, siendo expulsado de todas
partes, hasta que encontró algo de sosiego en Suiza. Aquí conoció a la que
sería su compañera: Vinzencina Fonti, que sería enfermera en España. Pero en
Suiza también tuvo problemas como inmigrante ilegal, por lo que en 1928 recaló
en la URSS y estuvo en la Escuela Leninista del Komintern.
En 1936, Aldo Morandi se encontraba en
París, cuando ocurrió en España el golpe militar y la guerra antifascista.
Acabó por sumarse en la campaña que realizaba el Partido Comunista Francés, con
el impulso del PCUS, reclutando voluntarios para la guerra de España, y el 28
de noviembre inició su viaje desde París, en un tren de voluntarios, que
incluía un gran grupo de italianos antifascistas. Llegaron al castillo de
Figueras, y de ahí a la base general de los interbrigadistas en Albacete, donde
se apuntó al PCE.
Su “bautismo” de fuego ocurrió en la
navidad de 1936, por tierras de Lopera y Porcuna, frontera con Córdoba. Llegó
como capitán jefe de E. M. de la XIV Brigada Internacional “La Marsellesa”, que
mandaba el General Walter, con los batallones 9, 10 (Ametralladoras), 11 y 12
(fusileros). La 3ª Compañía inglesa (12 Bon.), a las órdenes del capitán George
Nathan, se cubrió de gloria frente a Lopera, donde dio su vida el poeta John
Cornford, nieto de Darwin, a los 21 años. Barruntando el peligro, dejó unos versos
magníficos de despedida para su novia, que ha recogido Pietro Ramella:
A Margot Heinemann
Cuore del mondo senza cuore,
all’ultimo miglio prima di Huesca,
caro cuore, il pensiero di te ultima barriera del
nostro orgoglio,
é la spina al mio fianco, pensa, amore, con tanta
dolcezza,
l’ombra che mi gela lo sguardo. Ch’io possa sentirti
al mio fianco.
Il vento si leva nella sera. E se la mala sorte
dovesse il mio vigore,
Rammenta l’autunno vicino deporre in una fossa non
profonda,
ho paura di perderti, ricorda tutto il bene che
puoi:
Se
trata del momento cumbre de la dignidad de los grandes hombres, cuando se guían
por lo más noble y romántico de la vida. Por uno solo de estos gestos merece la
pena creer en el ser humano, aunque sea una sola gema en medio del estercolero
del mundo.
El 14 de febrero de 1937, Aldo Morandi
fue llamado a la Batalla del Jarama, el con el grado de comandante, para mandar
los Batallones 21 y 24, de españoles, que luego se integraron en la XII BI. En
el mes de marzo organizó en Albacete el 20 B.I., al mando del cual llegó a
Pozoblanco (Córdoba) hacia el 27 de marzo del mismo año, e intervino
exitosamente en la gran ofensiva contra Peñarroya del mes de abril de 1937. El
día 8 de este mes fue ascendido a teniente coronel y fue puesto al mando de la
86 Brigada Mixta. Durante aquella primavera y verano intervino en grandes
acciones en el frente cordobés, en la línea Sierra Tejonera-Valsequillo-La
Granjuela-Los Blázquez y La Granja, a las órdenes del español don Joaquín Pérez
Salas, jefe del VIII Cuerpo de Ejército republicano. A primeros de noviembre de
1937, Aldo Morandi es nombrado jefe de la 63 División, recién constituida, con
sede en Villanueva de Córdoba (calle Cañuelo, 8), una zona tranquila en cuanto
a acciones bélicas, por lo que Morandi vino a gozar de un merecido reposo en
Villanueva. Sus tropas se desplegaron por la carretera de Obejo y en toda la
parte izquierda, ya que el río Cuzna era la frontera con los franquistas.
El 15 de marzo de 1938, Morandi recibió
la orden de hacerse cargo de la llamada División de Maniobras, con destino al
Bajo Aragón (comarca de El Maestrazgo), para tratar de impedir el avance de los
franquistas desde Teruel hasta el mar, por Castellón. Fueron allá las brigadas
cordobesas: 73, 74 y 52. El empuje de los franquistas, desde mediados de marzo
a mediados de abril fue arrollador. Morandi vivió, tal vez, el mes más amargo
de su estancia en España. En su diario escribe: Sono completamente impotente! Como consecuencia de tanta situación
límite, Morandi cae enfermo el 22 de abril y solicita la baja por enfermedad:
fiebres palúdicas y tensión nerviosa. Pasó a Valencia. El Mando republicano no
se resignaba a perder a este gran estratega. Le quisieron otorgar el mando del
VIII Cuerpo de Ejército, en Córdoba, o bien la 63 División, en Villanueva de
Córdoba, pero Morandi no aceptó y pidió un mes de reposo, que fue el mes de
agosto, en París. A primeros de septiembre volvió a España, a Barcelona. El 28
de octubre de 1938 (Morandi dice el 15 de noviembre. Tal vez hubo varios
desfiles) se celebró por la Avenida Diagonal de Barcelona el gran desfile de
despedida de las Brigadas Internacionales. Morandi, en una foto magistral, aparece
con Luigi Longo y Hans Khale, con un ramo de flores (que arrojaba el público
desde los balcones). Hubo interbrigadistas que no pudieron salir por hallarse
sus países bajo regímenes fascistas (Italia, Alemania, Austria…), por lo cual
Morandi se quedó en España al mando de los italianos y su Brigada “Garibaldi”.
A finales de enero de 1939 emprendieron su marcha final, de doce días, camino
de la frontera, donde llegaron el 7 de febrero. Antes de salir de España,
celebraron el desfile final junto a la frontera y entregaron la bandera de los
garibaldinos al Inspector General de las Brigadas Internacionales, Luigi Longo,
la gran figura mítica del partido comunista italiano.
Pasaron la frontera aquel infausto 7 de
febrero y comenzaron los insultos, humillaciones y expolios, a manos de los
gendarmes franceses. El día 9, en pleno invierno, ya penaban a la intemperie
del campo de Saint Cyprien, en el sector 7, donde se amontonaron los
internacionales, entre la masificación de 50.000 prisioneros. Morandi consiguió
salir del campo el 25 de febrero, por haber conseguido un trabajo en Lyon. La
supervivencia en Francia no sería duradera: en agosto de 1940, acosado por la
Gestapo, huye a Suiza, pero aquí es llevado al centro de internamiento de Gordola.
Ingresó en la Federación Socialista Italiana en Suiza.
En mayo de 1945, Aldo Morandi pudo, por
fin, regresar a Italia y continuó en la Federación Socialista, donde llegó a
ser miembro del Comité Central, partido que abandonó después del congreso de
1947, y militó entonces en el Movimiento Federalista Europeo, de Altiero
Spinelli. Su agitada vida de inquietudes políticas y antifascistas terminó el 28
de enero de 1974, en Milán. Es la intensa vita
de questo indómito antifascista, combattente della Libertá spagnola, como
dice su estudioso Pietro Ramella.
F. Moreno junto a Pietro Ramella en Turín, 22-04-2017 |
“Saludo de Pietro Ramella, custodio del diario de
Aldo Morandi y de las fotos utilizadas para la Muestra.
Aldo Morandi fue el único, o sin duda uno de los
pocos voluntarios extranjeros que conservó documentos, correspondencia con los
mandos superiores, diarios de las unidades, agendas con los hechos vividos en
el día a día y aproximadamente doscientas fotografías que documentan su
experiencia en la guerra civil Española y de su reclusión en Francia. Material
que utilizó para escribir un diario que, elaborado por mí mismo, fue publicado
in Italia causando gran interés (In nome della libertá).
Fue un óptimo líder y sus unidades no conocieron
desbandadas y bajo su liderazgo se formaron oficiales españoles y extranjeros,
calidades por las cuales fue reconocido por el Mando Central
hasta el punto de que en pocos meses de capitán jefe de Estado Mayor de la XIV
Brigada Internacional, y fue ascendido al año siguiente al grado de teniente
coronel de Brigada y de División.
Fue uno de los voluntarios que la Pasionaria recordó de la siguiente manera en su homenaje
a las Brigadas Internacionales: “Aquí, vuestra causa, la causa de España, es la nuestra, es la causa de toda la
humanidad civil y progresista”.
Como italiano agradezco a la ciudad de Villanueva de
Córdoba y en particular al profesor Francisco Moreno Gómez por el homenaje tributado
a mi compatriota que llevó siempre toda su vida a España en el corazón”.[5]
Este final aparece así en el texto
original italiano: Come italiano ringrazio la città di Villanueva de Cordoba
e in particolare il professor Francisco Moreno Gómez per l’omaggio riservato a
questo mio connazionale che per tutta la vita portò sempre la Spagna nel cuore.
La llegada a España
La Exposición a la que aludimos empieza incluyendo tres
fotografías sobre la llegada de los italianos antifascistas a España, al
Castillo de Figueras, el 29 de noviembre de 1936. Habían salido de París el día
anterior. Llegaron a Albacete el 2 de diciembre. Una foto muestra a Aldo
Morandi, el 3 de diciembre, entre los compañeros Canepa (luego jefe partisano
en Italia) y Sartirani (luego muerto en Mauthausen).
La XIV Brigada Internacional
El 23 de diciembre de 1936, llegó a
Andújar la XIV Brigada Internacional “La Marsellesa”, al mando del polaco
“General Walter” (Karol Swierczewski), y con Aldo Morandi como capitán jefe de
E. M., con los Batallones 9, 10, 11 y 12. El día 24 entró en combate el 9
Batallón, en los olivares entre Villa del Río y Bujalance, donde, desorientado,
fue deshecho totalmente por los franquistas. Los prisioneros los fusiló Queipo
de Llano en Córdoba y en Sevilla. Algunos supervivientes se ahogaron al cruzar
el río Guadalquivir. Sacrificio heroico de unos románticos antifascistas, a los
que la democracia española debe perpetuo recuerdo. En los últimos días de 1936,
frente a Lopera, ocurrió también el sacrificio de la 3ª Compañía inglesa (12
Batallón), a las órdenes del valiente capitán George Nathan (víctima luego en
la batalla de Brunete). Eran jóvenes estudiantes ingleses de Cambridge o de
Oxford, diezmados entre los olivos de Lopera, entre ellos dos poetas de gran
importancia, como Ralph Fox y John Cornford (éste, de 21 años, bisnieto de
Darwin).[6]
Siete fotografías incluye la Exposición
relativas a esta primera actuación de la XIV Internacional en los olivares de
Lopera y Porcuna (entre Jaén y Córdoba). En la núm. 15 aparece Morandi herido
(29-12-1936), con el brazo vendado. En la 30, el coronel Lew, consejero
soviético, encima de un automóvil. Por lo demás, resulta muy curiosa la manera
de camuflar los vehículos entre los olivos, para evitar la aviación enemiga.
En la batalla del Jarama
Durante la célebre batalla del río
Jarama, al Este de Madrid, las Brigadas Internacionales se cubrieron de gloria,
y se puede decir que a ellas en gran parte se debió al triunfo, durante dos
semanas de lucha feroz (8-21 de febrero de 1937). Desde Lopera, Aldo Morandi
fue enviado con urgencia a Albacete, donde aparece en la foto 12, durante la
instrucción de los Batallones 21 y 24, con los que intervino en el Jarama, a
partir del día 14 de febrero. En otra foto se aprecia la formidable trinchera
de hormigón desde la que disparaban los internacionales. Las fotos 9 y 10
recogen la llegada de unos niños refugiados, que huyen del peligro de la
batalla.
Con el 20 Batallón Internacional
en la batalla de
Pozoblanco, 1937
Pero la “consagración” del ya comandante
Aldo Morandi como gran estratega de guerra no ocurrió hasta finales de marzo de
1937, cuando se presentó en plena batalla de Pozoblanco, al mando del 20 Batallón
Internacional. Morandi sitúa la llegada el 17 de marzo,[7]
pero debió de ser algo después, el 26-27 de marzo. Salieron de Puertollano, en
tren, la noche anterior. Se habían organizado el 19 de marzo en Albacete. Uno
de los integrantes, Joe Monks, irlandés,[8]
concreta la composición del Batallón de esta manera: Su compañía era la 2ª, de
angloparlantes, con 92 efectivos. Había otra compañía francesa, otra
franco-belga, y la cuarta, de alemanes antinazis. Según Andreu Castells,[9] la
precisión es mayor en cuanto a la composición: La 1ª Compañía, franceses; la
2ª, angloparlantes, más 50 latinos (cubanos, mejicanos, puertorriqueños, etc.
La sección británico-irlandesa tenía 50 hombres; el resto era la sección
norteamericana); la 3ª Cia., checos y polacos; la 4ª, de Ametralladoras
(alemanes y austriacos). Joe Monks alude a la arenga que Morandi les dirigió en
Puertollano, a donde llegaron desde Albacete:
“Cuando desperté, estábamos en Puertollano. Nos
bajamos rápidamente del tren y nos dejaron durante horas esperando en la
explanada de la estación. Entonces Aldo Morandi, comandante de nuestro recién
fundado XX Batallón Internacional, se dirigió a nosotros. Hablaba en francés, y
el capitán Traill traducía al inglés. Me gustó lo que dijo… y nos levantó la
moral. La cara se le encendía mencionando a los Garibaldi de la XII Brigada
Internacional, los Thaelmann, los Dombrowski, los Dimitrov, los Saklatvala, y
de nuevo los Garibaldi… Habló de los Camisas Rojas que, en el siglo XIX,
lucharon por Garibaldi, y de los mil que ganaron la batalla por la libertad… y
nos estrechó la mano a todos.”
Estando estos interbrigadistas aún en
Puertollano, llegó otro refuerzo a la ciudad, con destino a Andalucía: un
Batallón de Carabineros catalanes, socialistas, conocidos como los “Hijos de
Negrín”, ya que éste había sido el creador de este grupo de choque. Todo ello
contribuía, además, a mostrar alarde de fuerzas ante la “quinta columna”, que
se sabía que existía en Puertollano.
Cuando los internacionales de Morandi
llegaron a Pozoblanco, ardían en ímpetu guerrero. Morandi se entrevistó con el
jefe del sector, comandante Joaquín Pérez Salas, el cual le habló de la
dificultad de atacar por falta de refuerzos. Morandi y un mando español giraron
una inspección al frente. Morandi aseguró a Pérez Salas que podían atacar al
día siguiente, con tal de que la Artillería estuviera castigando toda la noche.
Así ocurrió. Y al amanecer siguiente (suponemos el 26-28 de marzo), los
internacionales, con bombas de manos y bayoneta calada, se colocaron a la
derecha de la carretera de Alcaracejos, y una unidad española por la izquierda.
Los marroquíes, sorprendidos, se dieron a la fuga. Y así comenzó la victoriosa
contraofensiva desde Pozoblanco.
Joe
Monks lo cuenta así. Los carabineros catalanes, mirando hacia Alcaracejos,
estaban desplegados a la derecha del 20 Bon. Y el Batallón “Pablo Iglesias”, de
anarquistas valencianos, desplegaba a la izquierda. Dice Monks que la noticia
de la llegada de la 6ª Brigada española (mandada por el mayor Miguel Gallo)[10]
Martínez, que acabaría fusilado por Franco en Alica y la XIII Internacional
levantó la moral de todos. Estas brigadas habían luchado en Motril, poniendo
fin a la debacle de Málaga. En la mañana del 4 de abril, el 20 Bon. fue
retirado a Pozoblanco, y desde aquí, en tren, los llevaron a la carretera de
Peñarroya: “Viajamos con los cañones de
los fusiles asomados por las ventanas de
los vagones. En un vagón abierto al final del tren viajaban dos equipos con
ametralladoras montadas en trípodes” (p. 91). Allí iba Morandi, saludando a
todos puño en alto, y el capitán Düdel (comandante de la compañía alemana).
Pero los franquistas los detectaron y empezaron las salvas de las baterías que
estaban en Belmez. El tren republicano tuvo que dar marcha atrás. Luego, los
interbrigadistas echaron pie a tierra y buscaron un terreno protegido. Mientras
caían los proyectiles de cañón, hubo un conato de carga por parte de la
caballería mora. La aviación vino enseguida y también castigaba. De todo se
defendieron Morandi y sus hombres, pero sufrieron algunos muertos y heridos. A éstos
los llevaron a Villanueva de Córdoba y a los muertos los enterraron en
Pozoblanco (Monks, p. 97).
Se
incluyen ocho fotografías de estos primeros días del 20 Batallón en Córdoba,
como las dedicadas al camuflaje de ametralladoras entre chaparros y matorrales
(14 y 18). La mayoría se refieren al tipismo de la comida de guerra en campaña
y el reparto del rancho (29, 142 y 144), o el arte de instalar un puesto
telefónico, también camuflado bajo los arbustos (foto 28), además de un mapa
interesante sobre la contraofensiva desde Pozoblanco.
La 86 Brigada Mixta, un historial heroico
desde el Norte de Córdoba al Bajo Aragón
El 8 de abril de 1937, el mando republicano decidió
crear la 86 Brigada Mixta, bajo el mando de Aldo Morandi, ascendido ese día a
teniente coronel. Y en dicha Brigada fue incluido el 20 Batallón Internacional,
cuyo mando se encomendó al capitán Ernest Düdel. La 86 BM, que se integró en la
63 División y en el VIII C. de Ejército, tuvo larga actuación en el frente
cordobés. Del 18 al 20 de octubre de 1937 sufrió gran castigo enemigo frente a
La Granja de Torrehermosa. Fue retirada del frente y enviada a Villanueva de
Córdoba para reorganizarse. A primeros de 1938, su reorganización fue la
siguiente: el 20 Bon. Internacional se amplió en tres más (20, 21 y 22), más el
Batallón “Pablo Iglesias”, el único de españoles, con lo que la 86 BM Brigada
terminó como internacional en su mayor parte.
El
frente de Córdoba se tornó interesante en marzo-abril de 1937. Los republicanos
recuperaron Alcaracejos y Villanueva del Duque, mientras que la XIII Brigada
Internacional, al mando del “General Gómez” (Comunista alemán Wilhelm Zaisser),
llegada el 1 de abril a Pedroche, entró en acción y conquistó los días 4-5 de
abril los pueblos de Valsequillo, La Granjuela y Los Blázquez (Castells, citado).
La composición de la 86 BM fue la
siguiente: 20 Batallón Internacional; Batallones 14 y 19 de Carabineros (de
Requena y Castellón); 2º Batallón “Pablo Iglesias” (anarquistas de Valencia); y
el 4º Regimiento Ferroviario (de origen dudoso, tal vez algunos de Linares). A
la 86 se la llamó la “Brigada de Puertollano”. En el frente de Córdoba fue de
una eficacia admirable. En 1938 se integró, aunque muy cambiada su composición,
en la llamada División de Maniobras de Extremadura (también con las cordobesas
73 y 74 BM, además de la 52).[11]
Siguiendo a Aldo Morandi, en la noche
del 6 de abril, los franquistas lanzaron un ataque desde la cota 740, frente a
Cabeza Mesada. Los de Morandi, que ocupan las cotas 680 y 700, responden con
reacción inmediata, con fusilería, ametralladoras y bombas de mano. Los
franquistas tienen que replegarse “dejando un buen número de muertos y heridos.
La oscuridad impide la persecución. La noche pasa rota por el lamento de los
heridos… Finalmente, la 52 Brigada española cubre mi flanco derecho”. En la
reserva tiene Morandi una compañía internacional de fusileros. Son ingleses,
irlandeses y norteamericanos, a las órdenes del capitán inglés Ronald Dart, y
como comisario, el americano John Gates. Pero esta compañía de reserva debió
partir urgentemente el 7 de abril a la carretera de Villaharta, ante el gran
choque desencadenado el día anterior en La Chimorra.
El
6 de abril ocurrió la muerte del capitán Rafael Garrido, de la 4ª Compañía del
Batallón “Pozoblanco”, en la operación del Cerro del Águila, junto al lugar
“Piedra Horadada”, carretera de Villaharta. A este oficial podría referirse Joe
Monks, cuando la 2ª Compañía (angloparlantes) del 20 Bon. llegó a La Chimorra
el 8 de abril: “Al llegar a la zona de
combate de La Chimorra… la mala noticia era que al oficial que había
planificado el asalto al fuerte acababa de matarlo un francotirador… Pasó su
cuerpo en una camilla, mientras esperábamos impacientes el momento de entrar en
acción” (Monks, p. 104).[12]
El entonces teniente Ángel Encinas recuerda actualmente que “Garrido llevaba consigo al teniente Lázaro,
un minero de Linares y, por consejo de éste, se lanzaron al asalto de la citada
‘Piedra Horadada’, la cual costó muchas bajas desalojarla. Y a unos cinco
metros se levantó un oficial franquista y le acertó con un tiro en la frente”.
Por
la carretera de Peñarroya desplegaba la 52 Brigada por delante de Cabeza
Mesada, habiendo ocupado los vértices Mano de Hierro y El Médico. Más al Oeste,
formando el flanco derecho, continuaban las Brigadas XIII, 86, 63, 6, y algunas
otras fuerzas, que llevaban el peso del ataque por Sierra Noria y Sierra Mulva,
encontrándose a 12 kilómetros de Fuenteobejuna.[13]
A
partir de entonces, el centro de los choques sangrientos tuvo lugar entre
Peñarroya y Fuenteobejuna, disputándose ferozmente cerros y altozanos, que
cambiaban de dueño sucesivamente (cerros Mulva, Grana, Navalagrulla,
Castillejos, Gordo…). El 11 de abril, mientras se generalizaba nuevo temporal
de lluvias, reinó la inactividad. El día 12, las tropas republicanas atacaron
Sierra Grana, pero fueron rechazadas. Más importante fue lo ocurrido en la
madrugada del 13 de abril. En plena noche, fuerzas de la 52 BM y del 20 BI
(éste, al mando del alemán Ernest Düdel) se lanzaron a un ataque sorpresa
contra el Cerro Castillejos y lo conquistaron, pillando desprevenidos a los
franquistas. Hicieron buen botín de armas y capturaron prisioneros. En el EM de
Pozoblanco, las noticias se vivieron así, según las memorias de Morandi. A las
4 de la mañana, Pérez Salas llama a Morandi y le informa de que el 20 BI acaba
de tomar el cerro (cota 740). Morandi monta en cólera, porque sólo se le
informa de hechos consumados, y sale rápido en un vehículo hacia el frente.
Busca al capitán Düdel, pero se halla en primera línea. A las 8 de la mañana
tiene que contemplar Morandi, impotente, cómo los franquistas lanzan el
contraataque al cerro, que los republicanos tienen que ir abandonando a costa
de muchísimas pérdidas. Düdel viene herido en el vientre. Vuelven a sus
posiciones, en las cotas 680 y 700.
Antes
de entrar en el gran combate del 14 de abril, conviene volver a la retaguardia
de Pozoblanco. Aquí llegaron los supervivientes del 20 Bon. I., después de la
conquista y pérdida de la cota 740 la noche anterior. Los interbrigadistas
llegaron deshechos, por lo que Morandi decidió llevarlos a descansar y rehacerse
al pueblo de Dos Torres. Se hizo un recuento del Batallón, con una suma de 400
hombres. Se había perdido un tercio. Hubo 52 heridos, pero no se pudo dar
número de los muertos y prisioneros. Los heridos menos graves los llevaron en
tren al Hospital de Puertollano. Los más graves, entre ellos el capitán Düdel,
empezaron a ser atendidos en el Hospital de Campaña de Pozoblanco. A Dos Torres
llegó también la 3ª Compañía del 20 BI, desde la carretera de Villaharta, y
venía igualmente diezmada, con la baja de la mitad de sus hombres. En cuanto al
organigrama de mandos, aún nos falta otra novedad aquella tarde en el puesto de
mando de Pérez Salas, no olvidemos jefe de la 19 División, creada el 3 de
abril. Aquella tarde, Pérez Salas presentó ante Morandi al mejicano coronel
Gómez,[14]
un tanto fanfarrón y sinuoso, el cual venía asignado a la 86 Brigada. El
teniente coronel Morandi lo recibió desconfiado (más tarde, el coronel Gómez
originaría grandes problemas). Lo pusieron al mando del 20 BI (Düdel estaba
herido), y además, también al mando del ya citado y problemático 2º Bon. “Pablo
Iglesias”, el de los anarquistas amotinados de Valencia.[15]
Pero los grandes choques del 14 de abril
ocurrían en los tantas veces citados cerros que dan vistas a Fuenteobejuna. A
tiro limpio hubo que celebrar aquel día el aniversario de la proclamación de la
II República. Se vivió en estos montículos una de las jornadas más sangrientas
de la contraofensiva. El cerro de La Grana, considerado como la llave de
seguridad de Fuenteobejuna, se hallaba defendido por una Bandera de Falange
sevillana (lebrijanos). En la mañana de este día se vieron irresistiblemente
atacados por tropas republicanas, acompañadas de Artillería y tanques. Los
franquistas pidieron auxilio a la 1ª
Brigada Mixta Legionaria “Flechas Azules” (acuartelada en la aldea de Cuenca).
Ésta, con un movimiento envolvente, logró rechazar a los gubernamentales. Pero
a las ocho de la tarde, éstos repitieron el ataque con mucha más fuerza, con
intenso fuego de fusilería y ametralladoras, acompañados de Aviación y,
luchando hasta las diez de la noche, consiguieron la conquista del cerro La
Grana.
En
aquellos días de mediados de abril, también se hallaba en la zona de
Villaharta, frente a La Chimorra, la que ya hemos citado 2ª Compañía
(angloparlantes, con 4 irlandeses, entre ellos nuestro testigo Joe Monks), del
20 Bon. Iinternacional. Monks cuenta que, cuando llegaron a esta zona, el 8 de
abril, se enteraron de que los aviones fascistas habían bombardeado por error a
su propia infantería. Y que allí, en el lugar Cuerda de los Aljibes, frente a
La Chimorra, estuvieron con los hombres del Batallón “Villafranca”, y su
capitán Paco Dios, “el capitán Paco”, al que nombra varias veces con elogios.
Precisa
Monks que a mediados de abril, Morandi reorganizó la 86 BM en Dos Torres,
reformando los mandos de la 2ª Compañía: como jefe de E.M. de la misma se puso
a Robert Traill, y al mando: Rolin Dart.
Narra
diversos ataques. En uno dice: “Al
ponerse el sol, el capitán Paco[16]
y los otros capitanes del Villafranca dirigieron a estos antiguos veteranos a
un golpe de mano, que echó a los fascistas recién instalados en una colina…
Recogimos los cuerpos de nuestros muertos y les hicimos tumbas poco profundas
en una parte del olivar…” (p. 120).
En
aquella reorganización citada del mes de abril, la jefatura del 20 Bon.
Internacional recayó en el célebre “coronel Gómez”, mejicano, cuyas
indisciplinas Morandi no soportaba. Aclara Monks que este mejicano tenía mucha
influencia ante Largo Caballero, por lo que Morandi se tuvo que tragar sapos y
culebras. Dice Monks: “El coronel Gómez
vino a La Chimorra, para visitar a su 2ª Compañía. Se quedó de piedra al ver
que éramos tan pocos. Sólo quedamos 45 de los 92 que habíamos empezado. Y traía
saludos del teniente Daly, cuando lo visitó en el Hospital de Villanueva de
Córdoba” (p. 121). Más adelante concreta esas bajas: 33 hospitalizados, 2
desertores, y 2 que se habían autolesionado.
A
partir del 15 de abril, la 86 BM actúa sólo con los Batallones de Carabineros
14 y 19 (Los Batallones 20 –éste, al mando del coronel mejicano- y el 2º “Pablo
Iglesias”, están rehaciéndose en Dos Torres). Los citados 14 y 19 despliegan
entre Sierra Noria, Los Blázquez, cerca de la aldea de Cuenca y de La Granja de
Torrehermosa. El día 17 intentaron un ataque a La Granja, sin consecuencias. El
día 18, Morandi recibe de la 19 División la orden de ponerse al frente de una
gran fuerza, a izquierda y derecha de Los Blázquez, compuesta por: la XIII BI
(general Gómez, es decir Wilhelm Zaisser. No confundir con el mejicano Gómez,
que es coronel), las Brigadas 51, la 6 (que manda el Mayor Miguel Gallo), un
batallón de la 12 BM, y las fuerzas de la 86 (Batallones de Carabineros 14 y
19, más el 4º Ferroviario), además de Caballería y Artillería. La orden es
apoderarse de Peñarroya y Fuenteobejuna. Se pierden tres días en esta
preparación. Y los resultados fueron muy pobres, ante un enemigo engrandecido
con enormes refuerzos.
En
las memorias del irlandés Joe Monks se dice que el 29 de abril llegó la orden
de relevo del Batallón “Villafranca” y de la 2ª Compañía angloamericana:
“Salimos de La Chimorra en mitad de la noche… A los hombres que vinieron a
relevarnos el capitán Paco les enseñó los refugios y las barricadas” de las
posiciones. “Nos esperaban los dos
camiones de Morandi… Cuando los camiones adelantaban a los hombres de
Villafranca, que iban a pie, algunos iban trotando por la carretera. Cada vez
que el camión aminoraba la marcha, nuestros camaradas de Villafranca saltaban a
la plataforma, y los subíamos a cubierto. Les dimos anís y cigarrillos.
Nosotros íbamos a Dos Torres, y ellos, a Pozoblanco. Y tal vez porque nos
estábamos despidiendo de estos valientes hombres de Villafranca, nos pusimos a
cantar “Loch Lomond”… Mucho antes de llegar a Pozoblanco, ellos también sabían
cantar algo así como: You’ll take the high road, and I’ll take the low road” (p. 124)[17].
Era la “fiesta” para aquellos jóvenes sencillos campesinos de Córdoba, que un
año antes, en esas fechas, se hallaban labrando el campo, sembrando los huertos
y preparando los melonares de la Campiña cordobesa; pero la barbarie del golpe
militar truncó sus vidas, destrozó sus hogares y sus frágiles economías. El
golpe militar los obligó a dejar la hoz por el fusil, y a defender la libertad
de derechos que les garantizaba la República democrática. El triunfo del
fascismo europeo destrozaría sus esperanzas, pero no su dignidad.
En
cuanto a los románticos solidarios de la 2ª Compañía Internacional, “El viernes por la tarde (30 de abril), el
alcalde nos esperaba en la Plaza (de Dos Torres), con representantes de los
partidos políticos… Salimos del perímetro del pueblo, con Dart, 0’Daire y Gates
en nuestras filas. Hanson en primera fila marcaba el paso ligero. Las unidades
de las brigadas españolas e internacionales flanqueaban el camino. Cada una
presentaba armas a nuestro paso y se unían al desfile. Encabezando el desfile,
la 2ª Compañía del XX Batallón Internacional, que recibió un ruidoso saludo del
pueblo al entrar en la plaza. Había una banda, y se cantó La Internacional
varias veces”. Luego, “el vino y la
comida nos convirtieron también en oradores, y luego en cantantes” (Monks,
p. 125).
Este
relato demuestra que el pueblo republicano supo siempre valorar el gran
sacrificio solidario de los brigadistas internacionales, muy al contrario que
la sociedad actual. Al día siguiente, estos brigadistas angloamericanos
participaron en la manifestación del 1 de mayo en Dos Torres, tal vez la
manifestación más nutrida y entusiasta de toda la historia local de la modesta
villa. El 2 de mayo, estos internacionales fueron concentrados en una explanada
de este pueblo, para reorganizar el 20 Bon. Internacional, al que se agregaron
los efectivos recuperados del Batallón anarquista “Pablo Iglesias”, más otro
buen número de jóvenes reclutas recién llegados de aquellos campos de Los
Pedroches. El célebre coronel Gómez, a lomos de un caballo magnífico, era el
que dirigía la reorganización del 20 Batallón en Dos Torres.
El
3 de mayo se dispuso la vuelta al frente de aquella hueste. Monks hacía este
recuento: “La 2ª Compañía –los del Pablo
Iglesias, los voluntarios de Dos Torres y nosotros- éramos 160 hombres en
total. Dart era el comandante, y las tres secciones estaban al mando de 0’Daire,
Edwards y un teniente español al que llamábamos Juan del Águila” (p. 129).
Para llegar en tren al frente de Fuenteobejuna, había que dar un rodeo enorme:
primero ir a Pozoblanco, coger el tren de vía estrecha hasta Puertollano, y de
ahí, la línea férrea de Almorchón, para arribar a Valsequillo. Así lo hicieron
estos hombres del 20 Bon. Internacional. Los meses de mayo y junio de 1937,
dirigidos por Morandi, el jefe de la 86 BM, se las vieron y desearon frente al
cerro de La Grana, llave de Fuenteobejuna.
Fue
un mayo primaveral el de 1937, en el que todas las unidades cordobesas
descansaban y se reponían, de lo cual nos da noticia el libro de Aldo Morandi.
A primeros de mayo ya estaba reorganizado el 2º Batallón “Pablo Iglesias” (86
BM), el de los anarquistas valencianos. En cuanto al 20 Bon. I., también
rehaciéndose en Dos Torres, recibió refuerzos considerables de Albacete, con
más de mil hombres en total. Ambas unidades recibieron la orden de situarse en
línea, entre Fuenteobejuna y La Granja, al mando del mejicano coronel Gómez.
El
4 de mayo, Pérez Salas dio a conocer a sus mandos la llamada “Operación
Extremadura”: ocupar Fuenteobejuna, cortar el ferrocarril Córdoba-Mérida,
llegar a Badajoz, y consumar el gran corte de la zona franquista, hasta la
frontera portuguesa. De Andújar vino el coronel Cordón e inspeccionó todas las
líneas, a fin de estudiar la operación. Mientras tanto, los batallones de
Morandi, 2º y 20º citados, se colocaron en primera línea, y harían un ataque
“preparatorio”, antes del definitivo, prevista con cien mil hombres. Con todo,
las gestiones se eternizaban y los estudios se prolongaban sine die.
El 7 de mayo de 1937, se lee una sorprendente
noticia en las páginas de Aldo Morandi. Ese día se presentaron en su puesto de
mando dos periodistas: Gerda Taro, que presentó a su marido (Robert Capa). Él
se marchó por la tarde, mientras ella permaneció una semana, sacando muchas
fotos en las líneas. Era cerca de Valsequillo. Este episodio de Capa-Taro es
completamente ignorado por los capistas.
Hacia el 10 de mayo, Las citadas memorias de Aldo
Morandi ilustran sobre algunas actividades de retaguardia, por ejemplo la
reorganización del conocido 20 Bon. I., en la que la primera sección quedó a
cargo del teniente Röthig; la segunda, con el teniente Leopold Mollina,
luchador antifascista de Viena (cuando la revuelta socialista de 1934). La
tercera sección pasó al mando del teniente Roig, español, universitario. Las
secciones cuarta y quinta quedaron aún sin cubrir. Como jefe de EM se puso al
teniente Fritz Schiller, ascendido a capitán, acompañado del teniente Winter,
otro antifascista austríaco. El mayor Miguel Gallo regresó a la 6ª Brigada. El
20 de mayo, el capitán Düdel, comunista alemán, al que dejamos antes herido en el
Hospital de Pozoblanco, regresó al mando de la 86 BM, ya recuperado. Morandi lo
ascendió a Mayor y lo puso al mando de
todo el sector.
Por
las mismas fechas se desencadenó el esperado conflicto de disciplina con el
mejicano coronel Gómez, que seguía al mando de la 86 BM (Batallones 2º y 20º).
Nunca estaba en su puesto de mando cuando Morandi iba en su busca. Y es que
Gómez se iba de noche a Pozoblanco, a correrías de vino y mujeres. Regresaba
borracho por las mañanas. A continuación se pasó nota a Pérez Salas y se acordó
su destitución y arresto, bajo vigilancia. La destitución fue aprobada por el
EM Central. A finales de mayo, Gómez fue enviado a Valencia, donde perdemos su
rastro. Düdel se hizo cargo del 20 Bon. I., y Martínez, del 2º Batallón (el de
los célebres anarquistas valencianos).
El 11 de junio, las cosas se pusieron bastante
serias en el frente de Córdoba. Si los franquistas se tornaban agresivos, mucho
más los republicanos, de la mano de Pérez Salas, que seguía empeñado en aislar
y cortar las comunicaciones de Peñarroya, y a la vez, estrangular la
comunicación con Badajoz. Esta era su principal obsesión, para lo cual confiaba
especialmente en el interbrigadista italiano teniente coronel Morandi, y el
mismo Pérez Salas dirigiendo la Artillería en pleno campo de batalla. El
verdadero combate se estaba dando hacia la aldea de Cuenca, a la vista de
Fuenteobejuna y Azuaga. Es decir, por los límites Córdoba-Badajoz. El detalle
de este plan, su ejecución y sus pobres resultados constan en las memorias de
Aldo Morandi, con una magistral estrategia de batalla:
“11 de
junio.- El teniente coronel Pérez Salas, con el que me he encontrado por la
noche, me manda atacar las posiciones de Sierra Herrera en dirección a Cuenca,
avanzando por la derecha de la mina de Santa Bárbara. Al mismo tiempo, la 52ª
Brigada, que ocupa a la derecha la zona de la Sierra sobre el límite entre
Andalucía y Extremadura, avanzará para conquistar Azuaga y cortar el
ferrocarril Córdoba-Mérida. Las tropas a mi mando, una vez conquistada Cuenca,
tendrán que desviarse hacia la derecha, para atacar de lado Azuaga. Iniciaré el
ataque con el 4º Batallón de ferroviarios, que estará apoyado por ocho tanques
y de un grupo de Artillería de 76 y de un grupo de 105, mientras la 6ª Brigada
permanecerá en reserva.
…En Cuenca, mientras tanto, el 4º siempre encuentra
dificultad para entrar en la aldea, los puestos de ametralladoras de la entrada
a la aldea son mortales contra un ataque
frontal, y los disparos de los cañones de los tanques nada pueden contra las
armas colocadas en los interiores de las casas. Hago entrar en combate al 19º
Batallón de Carabineros contra La Granja de Torrehermosa, para rodear Cuenca
por la izquierda. También el 20º Batallón presenta batalla, para impedirle al
enemigo que mande refuerzos a los defensores de Cuenca. La 6ª Brigada queda
siempre de reserva. Tiene que entrar en acción una vez tomada Cuenca para
rodear Azuaga y contener así los contraataques enemigos, que permitirán a la
52ª cortar el ferrocarril. El 4º logra eliminar las posiciones enemigas a la
entrada de Cuenca, pero su conquista se ralentiza por combates casa por casa.
“El
teniente coronel Pérez Salas está a las ocho en mi puesto de mando y asiste a
las diferentes fases del ataque, dirigiendo personalmente el fuego de Artillería,
que golpea las defensas enemigas, especialmente la Estación desde la cual dispara
el tren blindado enemigo… Hacemos un balance del día: los resultados no son
halagüeños. En efecto, la prevista conquista de Cuenca y Azuaga ha fracasado, y
con ella la posibilidad de cortar el ferrocarril, que era nuestro primer
objetivo… El único dato positivo es el balance de las pérdidas: nosotros
contamos una veintena de caídos y unos cuarenta heridos, todos del 4º Batallón,
mientras el enemigo, además de la Caballería ligera, ha perdido unos cincuenta
defensores en las posiciones avanzadas de Cuenca. No ha habido prisioneros. En
aquel momento no reflexiono sobre este suceso, pero más tarde, haciendo presente mi perplejidad a
un oficial, éste cándidamente me confiesa: ‘¡El 4º no hace prisioneros!’…[18]
El 18 de junio, En cuanto a la 86ª BM de Aldo
Morandi, narra éste que, después de tres días de preparativos, el 19º y el 20º
Batallón atacaron La Granja de Torrehermosa, a las tres de la tarde, porque
desde esta posición se podía batir con la Artillería la vía férrea. Sólo
consiguieron desalojar a los franquistas de algunas posiciones secundarias.
La
estancia de los angloamericanos de la 2ª Compañía en el frente de Córdoba
tocaba a su fin. El 4 de julio llegó un camión de Albacete para llevárselos.
Eran sólo 20 supervivientes de los 92 que habían llegado. Fueron retirados de
primera línea y llevados al cuartel general de Los Blázquez: “Morandi nos dio un discurso de despedida.
Morandi hablaba en español, y Johnny Gates traducía. Nos agradeció los
servicios prestados en Pozoblanco, El Terrible, La Chimorra, Fuenteobejuna y La
Grana. Dijo que éramos veinte hombres honorables… y rodeó con un abrazo a Johnny Gates. Para honrar a los demás,
ascendió a Rolin Dart a capitán como regalo de despedida” (p. 142). Y
recuerda que de los trece irlandeseses que habían llegado con él a España, el
14 de diciembre de 1936, 3 consiguieron la repatriación, 6 habían muerto en
Lopera, Peter Daly pereció en la batalla del Ebro, y otros tres (Prendergast,
Edwards y Monks) también pudieron repatriarse. Cuando se publican sus memorias,
Monks era el único superviviente.
Antes
de abandonar Córdoba, Monks nos dejó a los españoles unas palabras de elogio y
admiración hacia el Doctor Negrín: “La
historia tendrá que reconocer al presidente Juan Negrín como figura heroica,
digno dirigente de los españoles que lucharon tanto tiempo y tan bien en la
batalla de la libertad” (p. 135).
Cuando terminaba el mes de junio conviene reseñar
algunos aspectos relevantes. Uno, que el día 30 abandonaban el frente cordobés
parte de las Brigadas Internacionales. La XIII BI se trasladó a Albacete, para
su reorganización y dirigirse después hacia la gran ofensiva de Brunete.[19]
Había permanecido tres meses en tierras cordobesas, y en su haber se contaba la
conquista de Valsequillo, La Granjuela y Los Blázquez, además de otras
valientes operaciones. Aldo Morandi, sin embargo, se quedó en Córdoba, al mando
de la 86 BM, con sede en Belalcázar, y a las órdenes del jefe del VIII Cuerpo,
Joaquín Pérez Salas. Precisamente éste se presentó en la zona de Valsequillo el
29 de junio y tuvo una conversación sincera con Morandi, la cual refleja su
gran desengaño con el EM. Central, que en nada apoyaba este frente Sur ni los
proyectos que sucesivamente estaba ideando el VIII Cuerpo, como eran, sobre
todo, la conquista de Fuenteobejuna y Peñarroya. He aquí el relato de Morandi:
“29 de
junio.- En Valsequillo encuentro al teniente coronel Pérez Salas que, aunque
procura disimular, está bastante deprimido. La situación del sector no es
buena. Nosotros hablamos largo rato. Las tropas de línea son experimentadas y,
aunque no comprometidas desde hace muchos días, tienen que estar siempre en
estado de alerta. No contamos con tropas de reserva para efectuar los relevos.
Además, la línea de frente es demasiado extensa. Sabe que no puede contar con
el envío de refuerzos por parte del Estado Mayor Central, que sigue sin
autorizar la ofensiva ‘preparatoria’ sobre Fuenteobejuna y Peñarroya, preludio
a la ofensiva por todo lo alto por él planeada. Acusa a los superiores de no
querer desviar fuerzas de otros frentes, especialmente de los que tienen
resonancia internacional. En efecto, desde este punto de vista, el nuestro es
un frente secundario, tiene necesidad de estabilizarlo, molestar al enemigo de
vez en cuando, para tenerlo especialmente ocupado, para que no dirija sus
reservas a reforzar otros sectores como el de Madrid, por ejemplo.
…Después de haberse desahogado, me informa de que él
asumirá el mando del 8º Cuerpo de Ejército, con sede en Pozoblanco y con
jurisdicción sobre todo el frente de Córdoba, y que me ha propuesto para el
mando de la 38 División, en curso de formación. Me comunica, además, que el 4º
Batallón de Ferroviarios ha sido destinado a otro sector, mientras me promete
que hará todo lo posible por conceder un poco de descanso a la 86 Brigada en
Puertollano. Comunico la noticia a mis oficiales de Estado Mayor, encomendando
que no la dejen filtrar entre las tropas, hasta que no llegara la orden, y la
unidad sea relevada. El comisario Sánchez, que es muy atrevido, hace imprimir
los manifiestos dirigidos a la población, para fijarlos en la aldea. No serán
fijados nunca, porque la 86 no irá jamás a Puertollano”.[20]
Aldo
Morandi cuenta en sus memorias que el día 20 de septiembre (1937), lanzó un
ataque ordenado por Pérez Salas contra La Granja de Torrehermosa, aldea de
Cuenca y Azuaga. Relata Morandi que lanzaron el ataque a las cinco de la
mañana, con gran sorpresa del enemigo. Las tropas de Morandi (de la 6ª y 52ª
BM) no sólo rompieron las líneas enemigas, sino que penetraron bastante en
profundidad, incluidas las primeras casas de La Granja. El día 21, al alba,
“los fascistas contraatacan. Perdemos una pequeña parte de lo conquistado el
día anterior, como las primeras casas de La Granja”, pero sostienen la lucha
todo el día, con ataques y contraataques continuos. Añade Morandi que el día 26
de septiembre, los dos batallones de la 52 que ocupaban el “cruce” del camino
de Fuenteobejuna, como era una cuña muy estrecha y poco defendible, decidieron
abandonarla y replegarse.
Más
detalles de este escenario de batalla los encontramos en las memorias de un
recién incorporado al 20 BI (86 BM de Aldo Morandi), Críspulo Márquez Espada,
de Belalcázar.[21]
Éste se incorporó a los internacionales el 16 de septiembre de 1937, junto con
su paisano Francisco Mesas y otros muchos reclutas que vinieron de Valencia.
Luego, refiriéndose Críspulo Márquez seguramente a los ataques del 20-24 de
septiembre, o bien del 6-9 de octubre, se refiere al puesto de mando y a la
llegada de Pérez Salas: “… marché con
Morandi al nuevo puesto de mando situado en la cima de Sierra Herrera, con
altitud de 660 metros, desde donde había de dirigirse un ataque hacia los pueblos
de Azuaga, La Granja de Torrehermosa y Cuenca, visibles desde nuestro
observatorio… también acudió al puesto de mando el coronel Pérez Salas… Me
causó buena impresión, a pesar de su apariencia seria y reservada, resaltando
sobre todo en su persona las gruesas gafas redondas que siempre tenía puestas…
Por lo que respecta a su actitud, me sorprendió también que no llevase
distintivo alguno indicador de su rango, y el hecho de que hiciera
personalmente las llamadas telefónicas, empezando siempre con la escueta frase
‘aquí Pérez Salas’… transcurrió aquella para mí memorable primera jornada de
actividad bélica… Nuestras tropas avanzaron por las llanuras que nos separaban
del objetivo; pero hubieron de detenerse varios kilómetros antes de alcanzar la
meta, frenados sobre todo por los intensos disparos artilleros procedentes de
la zona franquista… pude ver perfectamente el desarrollo de la operación,
incluso el efecto mortífero que producían las balas de cañón al estallar en
medio de las fuerzas atacantes (republicanos), quedando admirado por el arrojo
de los soldados intervinientes en el combate”.
El conductor del coche de Morandi era un
checo llamado Paulo Wiliams (“Wily”), con el que volvieron a Los Blázquez,
donde Morandi tenía su puesto de mando habitual, en el piso alto de una fábrica
de harinas en las afueras del pueblo. Lo primero que les ocurre allí a poco de
llegar fue el horror de un bombardeo franquista: “Fue la primera vez que vi sangre en la guerra; y no resultó nada
agradable. Todavía, al cabo de 50 años, conservo en mi memoria las imágenes de
aquella dantesca escena, plagada de gritos, lamentos, improperios, vendas
ensangrentadas y correr de camilleros portadores de heridos” (Críspulo
Márquez, citado).
El
6 de octubre de 1937 se produjo una nueva ruptura de hostilidades por parte
franquista. El primer choque lo hubo de sostener el 20º Batallón Internacional
(de la 86 BM, de Aldo Morandi). El 20º se encuentra entre el km. 47 y la aldea
de Cuenca, a la derecha del 14º Batallón de Carabineros y a la izquierda del
19º. El ataque lo llevan a cabo un batallón de Requetés y un tabor de
Regulares. El 20º, cogido por sorpresa, tuvo que replegarse, sufriendo la
pérdida de toda una sección de soldados franceses, que fue hecha prisionera.
Los franquistas consiguen avanzar bastante en profundidad, unos 5 kms., hasta
que el 20º BI, reorganizado por el capitán Düdel, está en condiciones de
resistir, reforzado por una compañía de fusileros y una sección de
ametralladoras desde Los Blázquez, más dos batallones de la 46, y los tanques
que salen de Valsequillo, para proteger la espalda del 20º Bon. I.
El 7 de octubre, se reemprende el ataque
franquista, directamente y de manera frontal contra las posiciones del 20º BI,
que logra resistir, mientras los franquistas quedan metidos en una bolsa
peligrosa para ellos. El mando, lo que pretendía era despejar la amenaza
republicana contra la carretera de Fuenteobejuna a La Granja.
Hay
que añadir que el ataque frontal que hizo retroceder al 20º Bon. I. casi 5 kms.,
esto no sirvió de nada a los franquistas, porque este Batallón contraatacó el 9
de octubre al amanecer, por orden de Aldo Morandi, y poco a poco fueron
reduciendo la bolsa originada, y ese día recuperaron gran parte del terreno
perdido. El 11 de octubre escribe Morandi: “Hemos vuelto a nuestras antiguas
posiciones”, y además “con un rico botín: fusiles, ametralladoras y
municiones”, y también prisioneros. “Por la tarde, la bolsa es eliminada”.
Y
llegamos al final de nuestro sucinto recorrido al lado de la 86 BM, y de su
jefe, el teniente coronel Aldo Morandi. El 24 de octubre, Pérez Salas comunica
a Aldo Morandi la nueva reorganización de unidades que ordena el E.M. Central,
y que era la siguiente:
--La 6ª BM era
trasladada a otro frente.
--La 86 se reemplazaba
por la nueva 115, curiosamente al mando del coronel mejicano Juan Bautista
Gómez, al que ya conocemos en el frente de Córdoba por su desastroso
comportamiento.
--Los valerosos
Batallones de Carabineros 14 y 19 (de la 86 BM) pasaban trasladados a Valencia.
--El 2º Batallón
“Pablo Iglesias”, el de los anarquistas de Valencia, pasaba a la 115 Brigada.
--El 20 BI pasaba a
descansar en Belalcázar, menos la 3ª Compañía (ingleses, irlandeses y
norteamericanos) que pasaba a la XV BI.
A
finales de octubre de 1937, Aldo Morandi es informado de que no va a mandar la
38 División, sino la 63, que está a punto de formarse.
En cuanto al corpus fotográfico de esta parte, resulta sin duda el más amplio y
detallado de toda la colección. Se seleccionan aquí 40 fotografías de la 86 BM,
si bien el protagonismo se lo lleva el 20 BI, que es el más querido para
Morandi. El EM de éste aparece con frecuencia y su jefe Fritz Schiller. Se ven
los estragos de los bombardeos franquistas sobre Los Blázquez (foto núm. 21),
un puesto de mando camuflado (79), prisioneros franquistas capturados (80), o
prófugos de un campo de concentración franquista (85); un “Niño de la Noche”,
de los agregados al Bon. Ferroviario (83); los tan nombrados miembros del EM.
del 20 BI: C. P. Gaetz, el capitán Duchene (muerto luego en combate), el capitán
Ooodlik, Heller, Wintern, el mayor Düdel y el comisario político Burlet, en la
fecha clave del 11 de junio de 1937 (52). Y muy importante: una foto inédita
del célebre militar republicano, jefe del sector, don Joaquín Pérez Salas,
junto a Morandi y al teniente Moreno, en las operaciones de septiembre de 1937
(78).
Se incluyen curiosísimas estampas de la
segunda vanguardia del frente: las duchas de los soldados (158); la preparación
y el reparto del rancho (171, 145), los tanquistas bebiendo agua o vino (33),
el soldado guía de abastecimiento con un burro (153), la instrucción de los
reclutas (65), el “estudio topográfico” en el suelo (38), el capitán Toempe
dando clase a los soldados (146), la Caballería republicana (159) o el modelo
de tanque soviético T-26 (44). Y las frecuentes reuniones del EM en puestos
camuflados: en una foto (47) aparecen los oficiales de la 86 BM: capitán Colie,
el teniente Ossad (Intendencia) y Cumin (de Transportes). En otra (36), aparecen
en mayo de 1937: Morandi, el consejero soviético, el capitán Comora y el
teniente Wintern. Otra foto (139) muestra a Morandi y al infortunado mayor
Miguel Gallo, jefe de la 6ª División, al que Franco fusilaría luego en Alicante
en 1939. La núm. 157 es un homenaje a Alphonse Becher, comisario de la Cía. de
Ametralladoras del 20 BI, capturado luego herido y muerto a pedradas por los
requetés. La núm. 167 muestra a otros de aquellos grandes hombres que lucharon
por la libertad en España: el capitán Toempe o Tömpe, y el mayor médico húngaro
Zetar Minkoff, del 20 BI. Otro gran luchador en el frente Sur fue el comisario
asturiano José Sánchez, que aparece con Morandi (154). Todo un cuadro
desconocido, en fin, respecto a la 86 BM en el frente de Córdoba, de un interés
plástico, sociológico e histórico de enorme envergadura, aunque difícil de
captar y valorar por nuestra sociedad de consumo.
El Hospital Americano
La guerra civil española no sólo puso en
alerta a los antifascistas del mundo, sino también a toda una serie de ámbitos
solidarios y filantrópicos, desde escritores, intelectuales y, por supuesto,
médicos, que dejaron una huella indeleble en la memoria de este país. Varios
grupos de médicos y enfermeras, con sus equipos quirúrgicos, llegaron a varios
puntos del frente de la zona republicana. A Valsequillo llegó, en la primavera
de 1937, el célebre “Hospital Americano”, acogido por la 86 BM, que instaló
hospital de campaña cerca de Valsequillo, camuflado bajo los chaparros. Más
tarde se instaló en un amplio edificio de Belalcázar.
Era
evidente que la zona republicana atrajo mucha más atención de solidaridad
internacional, como fue la creación, aquellos días de mayo, del llamado
“Hospital Americano”. Al frente de Valsequillo llegaron un grupo de médicos
norteamericanos y ocho enfermeras, con un quirófano, al mando del doctor
Abraham Friedman.[22]
Establecieron el hospital de campaña a las afueras de Valsequillo. Luego lo
trasladaron a Belalcázar, a un Grupo Escolar.[23]
Andréu Castells afirma que el verdadero artífice de estos hospitales de Los
Pedroches (también estaba el de Pozoblanco y el de Villanueva de Córdoba) fue
el doctor Barsky, norteamericano.[24]
También estuvo en esta zona cordobesa el doctor Rof Becker, alemán, muy afamado.
Fue capitán médico en la XIII BI, y prestó servicios en Motril, frente de
Córdoba, Brunete y Madrid. Al final de la guerra fue a parar al campo de
concentración francés en Gurs, hasta que pudo pasar a Londres y China, y vivió
su última etapa en la Alemania del Este.[25]
Ocho
fotos de la Exposición se refieren a este “Hospital Americano”. En la foto más
destacada (S/N) aparece en primer plano el Dr. Friedman, seguido del comisario
José Sánchez y otros mandos republicanos. En otras (84, 174) se ve la furgoneta
enfermería camuflada entre los chaparros, con la enfermera Tobj Jenny a un
lado. En la foto 93 aparece la figura esbelta y carismática del Dr. Friedman,
al lado del comisario del Hospital y de un teniente médico, en septiembre de
1937. Por otro lado, vemos una cura de urgencia en campaña (86), y herido
tendido en el suelo, esperando turno (92). Dignas de mención son también: la
enfermera norteamericana de color Salaria Kee (143) y la conductora de
ambulancias Evelyn Hutching (S/N). Sin duda, este recuerdo al “Hospital
Americano” es de lo más emotivo de la Exposición, por el altruismo romántico
que ello supuso en la lucha republicana.
Morandi, al mando de la 63 División,
en Villanueva de Córdoba
Desde mediados de noviembre de 1937
ofrece especial relevancia la organización de la 63ª División, en Villanueva de
Córdoba, de la mano de Aldo Morandi, a donde se traslada con su E.M. y colocan
la sede en la calle Cañuelo, núm. 8 (La casa de “Doña Pura”, Purificación
Moreno y de su hija María Moreno. Hoy la habita su sobrina Enriqueta Moreno),
en cuyo patio figuran varias fotografías de Morandi, junto con los miembros de
su EM. Recientemente hemos podido identificar este lugar, debido a los azulejos
del patio, que se conservan intactos, así como los adornos de puertas y
ventanas.
Morandi
se aplicó enseguida a impartir órdenes para la distribución de las tres
brigadas asignadas, que se establecieron por la Dehesa de La Jara, Villaharta,
el río Cuzna, hasta Alcaracejos (flanco derecho), y por Adamuz y camino de
Montoro, hasta el Guadalquivir (flanco izquierdo). Es lo más abrupto del
frente, por donde es imposible el movimiento de maquinaria de guerra. De manera
que, entre esta circunstancia y unos meses de absoluta calma bélica, estas
tropas disfrutaron de una calma insólita. Confiesa Morandi que le tocó mandar
la 63 División en un “período gris” de la guerra. Reconoce que la misión del
frente Sur parece ser: tener ocupadas a las fuerzas enemigas, para que no vayan
a otros frentes. Las citadas memorias de Críspulo Márquez añaden datos sobre
este “período gris” con la 63 División.
Al pasar Morandi como jefe de la 63
División, el mando de la 86 BM pasó al alemán Ernest Düdel, un antinazi de unas
cualidades extraordinarias. Al cuartel general de la División en Villanueva
pasaron otros cualificados interbrigadistas: el mayor Fritz Schiller, como jefe
de E.M. (también alemán, que no hablaba nada de español y llevaba un intérprete
permanente), y además, como jefes de varias secciones, los siguientes: capitán
Gerard Rothig, alemán (1ª Sección: organización y personal), capitán Istvan
Toempe o Tömpe, periodista húngaro (2ª Sección: información del enemigo y
observatorios)[26],
los tenientes Dasi y Roig, españoles (3ª Sección: fortificaciones), teniente
Mesas, de Belalcázar (4ª Sección: armamento y municiones), y el sargento
Aragón, español (5ª Sección: topografía y mapas). Como cocinero, en las
memorias de Críspulo, éste celebra que haya sido sustituido el cocinero francés
por otro valenciano, de nombre Bartual. Se trajo también Morandi a su comisario
político de gran confianza, que era José Sánchez, “un asturiano tan brusco y
rudo como noblote, de ideología comunista, muy compenetrado con Morandi”.
También se sumaron al E.M. algunos mandos más, como el mayor de Infª José Frías
(que llegaría después al mando de la 63), el capitán Mario Irman Gasch
(francés), un teniente italiano, entre otros.
En cuanto a la distribución de las
brigadas, la 25 tenía puesto de mando en Alcaracejos; la 86, con puesto de
mando en un caserío de la carretera de Villaharta; y la 114, en Adamuz. Con
relación a ésta, Morandi expresa así su valoración: “De las tres brigadas, la 114 ha sido la única que ha dado plena
realización a mis órdenes con entusiasmo. Está compuesta por voluntarios de la
CNT, al mando de un anarquista... son hombres fuertemente atados a la
República. Quiero recordarlos, porque no todos los anarquistas son como
aquellos del 2º Batallón ‘Pablo Iglesias’”. Efectivamente, el jefe hace una
muestra de ponderación y neutralidad, que dice mucho en su favor.
Cinco meses se mantuvo este organigrama
de la 63 División, situada en Villanueva de Córdoba, al mando de Morandi. La
vida en Villanueva transcurría plácida y ociosa. En las memorias de Emiliano
Mascaraque se alude a ello, cuando se hallaba aquí la 73 BM, en período de
formación e instrucción (mediados de 1937):
“La verdad es que en Villanueva de Córdoba, jóvenes
y solteros, nos sentíamos como pez en el agua en cuanto a relaciones femeninas,
y los que no teníamos costumbre de dedicar a la taberna y al vino nuestro
tiempo libre, éramos muy bien acogidos donde las muchachas trabajaban o se
reunían, pasándolo muy bien”.[27]
Parecida apreciación consta (a finales de 1937), cuando escribe Críspulo
Márquez que “Sólo la abundancia de
uniformes y la numerosa concentración de refugiados hacían ver que nos
encontrábamos en guerra… parecía aquello una pequeña capital de provincia, con
su buen cine-teatro (El Teatro Variedades), sus concurridos paseos vespertinos
y sus bailes bien nutridos de gente joven con ganas de divertirse… Morandi sólo
acudió una vez al escenario (Teatro Variedades), con ocasión de un acto
organizado para festejar la toma de Teruel, a finales de 1937. Como intervino
también el gobernador (Virgilio Carretero), temimos que se suscitara un
conflicto entre ambos, porque uno y otro se consideraban la máxima autoridad de
la zona y tenían temperamentos fuertes. Por fortuna, el teniente coronel aceptó
hablar en penúltimo lugar (Morandi), antes del referido gobernador, y todo
terminó satisfactoriamente”.
Morandi fue durante cinco meses el jefe
militar de Villanueva de Córdoba, que funcionaba como la capital de la zona
republicana de Córdoba. Una de sus iniciativas fue dar la orden para construir
un gran refugio antiaéreo en la plaza principal de Villanueva, trabajo muy
complicado que duró medio año, hasta julio de 1938, a cargo de un ingeniero
valenciano. Todavía se conserva, después de haber sido restaurado. Una especie
de mezquita de columnas bajo tierra, con tres o cuatro salidas a varias calles.
La única actividad militar de los cinco
meses (hasta el 15 de marzo de 1938) de Morandi en Villanueva consistió en
visitar las unidades en sus respectivos emplazamientos, inspecciones de diverso
tipo, siempre acompañado del asistente Críspulo Márquez, además de los mandos
del E.M. Acudían a menudo al cuartel general del VIII C. de Ejército en
Pozoblanco, o a recibir al jefe general de Almadén, Ricardo Burillo, que sólo una
vez vino a inspeccionar el frente de Córdoba.
Seguían las semanas de calma, que se
empleaban siempre en actividades reorganizativas. El 3 de marzo de 1938,
Morandi decide animar su flanco izquierdo, su 114 Brigada (que se halla cerca
del Guadalquivir, entre Adamuz y Montoro), colocan una batería del 76, castigan
una Central Eléctrica al lado de Montoro y la echan abajo. El enemigo no tardó
en devolverles buen número de balas artilleras. Un día de febrero había venido
a su encuentro en Villanueva el comandante de la XII Brigada Internacional
“Garibaldi”, el mayor Zanoni Arturo, un socialista que vino de Argentina. La
XII acababa de llegar al frente Sur, a la zona de Los Blázquez, para emprender
un ataque por allí, y vienen a pedir asesoramiento a Morandi, buen conocedor de
aquella zona. La acción va a ser precedida por un grupo de guerrilleros,
enviados expresamente desde otro frente, con el fin de sabotear un puente de la
línea Sevilla-Mérida, para que el enemigo no pueda enviar refuerzos.
Según
Morandi, las noticias fueron que “los garibaldinos” atacaron con éxito, como
hemos visto, el 16 de febrero, con una profundidad de varios kilómetros, pero
fueron contraatacados y tuvieron que replegarse. Las cosas quedaron como
estaban, y los de la XII se marcharon a otro frente. La 86 BM, ya muy renovada,
fue enviada a Villanueva de Córdoba, asignada a la 63 División. Morandi la
colocó en línea, a lo largo de la ribera norte del río Cuzna, con puesto de
mando en uno de los cortijos de la llamada “Venta de La Jara”.
La
vida de retaguardia recobra la calma. Mientras tanto surge un conflicto de
competencias entre Morandi (jefe militar de la zona) y el gobernador Virgilio
Carretero. Ambos se disputaban la autoridad sobre la zona. La disputa se
agravó, porque el gobernador mandó a un grupo de mujeres jóvenes casi a las
mismas líneas del frente, a recoger aceitunas. Entonces Morandi las echó para
atrás unos cuatro kilómetros. Otro problema vino a colmar el vaso, y es que por
Villanueva de Córdoba se movía cierto número de soldados desertores, que
robaban y, además, importunaban a las mujeres. El gobernador, en su afán de
controlar, empezó a pedir documentación a los propios miembros del Estado Mayor
de Morandi. El conflicto acabó en que
Morandi hizo detener al gobernador y lo tuvo un día preso. Tras el incidente,
se guardaron las distancias mutuamente. Por otra parte, Villanueva, una
“capital” de retaguardia, era lugar de llegada de muy diversas personalidades.
El 15 de marzo llegó a Villanueva el comandante Carlos Contreras (Vittorio
Vidali), el cual venía con la misión de organizar una campaña de grandes
altavoces para usar en el frente contra el enemigo.
A
mediados de marzo de 1938, se produce una novedad, que viene a situar a las
célebres Brigadas cordobesas (la 73 y 52. La 74 había salido antes) fuera de su
escenario habitual y pasan a la División de Maniobras, en El Maestrazgo
(Teruel), en un efímero Cuerpo de Ejército Independiente (que no duró dos días)
y en la triste batalla de Levante o del Bajo Aragón (margen derecha del río
Ebro, hacia Tortosa), donde los cordobeses serían diezmados y destrozados, “con
su eterno repliegue de sangre, sudor y lágrimas”, como escribe Emiliano
Mascaraque.
El 15 de marzo de 1938, Aldo Morandi
recibe una orden del cuartel general de Almadén para dejar el mando de la 63
División en Villanueva y ponerse al frente de la División de Maniobras en el
Maestrazgo. Con gran disgusto tiene que dejar el frente de Córdoba, donde este
internacional italiano dejó fama de gran estratega, seriedad y total entrega a
la causa republicana. Entregó el mando de la 63 División al mayor Ruiz, y
partió para Barcelona, con todo su Estado Mayor, el mayor Fritz Schiller, el
conductor Willy, el teniente Francisco Mesas y el escribiente Críspulo Márquez
(estos dos, de Belalcázar).
El
camino desde Valencia a Barcelona fue una odisea. Al salir de Castellón, y en
Tortosa, a pesar de que era de noche, la aviación italiana castigaba sin cesar.
La carretera estaba casi destrozada por los impactos. “Pasamos el Ebro entre bombardeos”,
escribe en su diario. Llegan exhaustos a Barcelona el 19 de marzo, justo cuando
la ciudad se hallaba presa del pánico por el bombardeo italiano del día
anterior, en el que hubo un millar de muertos. Nada más llegar a Barcelona,
Morandi fue recibido por el general Vicente Rojo. Lo ponía al mando de la
División de Maniobras de Extremadura, dentro de un virtual Cuerpo de Ejército
Independiente. Sus Brigadas serán: la 69, la 73 y la 129. Recibe a sus tres
mayores, comandantes de las mismas (por la 73, Bartolomé Fernández) y les
explica su misión. El punto de arranque será Villafranca del Cid, donde Morandi
sitúa el primer puesto de mando. Como colaboradores de la operación (que no es
otra que la recuperación de Alcañiz) serán el XXII Cuerpo de Ejército (general
Leopoldo Menéndez) y el V Cuerpo de Ejército, del teniente coronel Modesto.
Y
hace Morandi un comentario sobre las actitudes de los campesinos de la zona,
todos con caras serias y hostiles, de ninguna simpatía hacia la República, y
sólo quieren que se acabe la guerra. “Es
una terrible sensación de vacío… y por aquí, el amor a la República brilla por
su ausencia”. El terreno es estepario, de aspecto siberiano, pedregoso,
lleno de cimas y barrancos, tan frío que hasta en primavera caen escarchas, el
peor escenario de batalla de toda España. “Y así empezó nuestra campaña en El
Maestrazgo –escribe Críspulo Márquez-,[28]
que habría de durar desde el 22 de marzo al 25 de abril de 1938”.
Con
este precedente, volvamos a nuestros cordobeses, mandados por Morandi (el cual
nunca debió ser arrancado del frente de Córdoba). El 24 de marzo, la División
de Maniobras ya estaba en línea, principalmente la 73 BM, la más experimentada,
y por ello llevará el protagonismo, con el “Garcés” y “El Pedroches”. Entre sus
mandos, Bartolomé Fernández y Emiliano Mascaraque. En la 52 iba Antonio Ortiz,
de Espejo. Tienen información de que enfrente tienen tropas carlistas, y que en
Alcañiz hay dos divisiones italianas de reserva. Los republicanos están
esperando la orden de ataque de un momento a otro. Los de la 73 forman varias
filas larguísimas de hombres tendidos en el suelo, arropados con sus mantas.
Mientras tanto, levanta la niebla y aparece la aviación franquista, castigando
entre Mas de las Matas y La Ginebrosa. La aviación republicana, “La invisible”,
no aparece.
El
25 de marzo, de madrugada, llegó la orden de ataque. A las 5 horas la División
se pone en movimiento. Dos batallones de la 73 BM irán en vanguardia, en la
primera oleada. La 129 BM irá en la segunda oleada, y en la tercera, la 69. Es
una avalancha de 8.000 hombres lo que pone en juego Morandi, con una buena estrategia.
Tras varios aciertos iniciales, los republicanos eran sistemáticamente
arrollados y rebasados por los franquistas, que habían puesto sobre el terreno
todo su material humano y técnico imponente. La descoordinación era
irremediable en el lado republicano: error de los mandos, desbarajuste en los
cuarteles generales, vacilaciones y desorientación, en la peor de las
situaciones. Tras este vaivén de órdenes y contraórdenes, en la llanura
quedaron, el 25 de marzo, 200 muertos de la División de Maniobras: In conclusione avevo lasciato sul terreno
duecento morti, escribe el valeroso Morandi en sus memorias.
El
13 de abril, y por enésima vez, Morandi tiene que “hacer las maletas” y lleva
su puesto de mando a Portell de Morella, mientras continúan los repliegues,
hasta ahora en orden relativamente. Este día, las tropas de Aranda se
encuentran ya a 15 kms. del mar, cuyo azul pueden contemplar desde las alturas.
El 14 de abril, los de Morandi se encuentran en el monte Tarayuela, de 1.739
metros. El día 15, el enemigo ataca las posiciones de la 6 BM. Su 22 Batallón
ha rechazado cinco ataques enemigos. Este día, por la tarde, se difunde la
noticia de que los franquistas han llegado al mar por Vinaroz.
Para
los republicanos no había fiestas que celebrar. Les quedan aún bastantes días
de desbandada para evitar caer prisioneros en masa y para lograr pasar al lado
norte del Ebro. Todavía el 16 de abril sufren ataques, que son repelidos por la
6 BM, pero por la tarde se pierde Garanana. El enemigo está desbordante: en
cada ataque emplea tropas de refresco, con abrumador apoyo de aviación y
artillería. “Nuestros medios están agotados”, reconoce Morandi. Tras este día
se impone la calma, por fin, al cabo de 38 días de infarto. Como consecuencia
de tanta situación límite, Morandi cae enfermo el 22 de abril y solicita la
baja por enfermedad: malaria, fiebre y tensión nerviosa. No era para menos.
Hubo algunos que perdieron la razón y quedaron inútiles para el resto de sus
días. En realidad, la batalla del Bajo Aragón lo había herido moralmente. El 13
de julio volvió al médico. Le diagnosticaron: debilidad general y tensión
nerviosa, por lo que guardará un mes de reposo. Pero el E.M. Central no se
resigna: lo nombran, el 20 de julio, para el mando otra vez de su 63 División,
que sigue en Villanueva de Córdoba, en la reserva. Tampoco acepta. Prefiere su
mes de reposo en Francia, en París, que era la norma que había para los
internacionales enfermos.
A
finales de julio, Antonio Cordón le firma el mes de reposo en Francia, y llega
a París el 30 de julio. También le iba minando la moral el hecho de que se
observaba un cansancio general en los mandos de las Brigadas Internacionales,
quedando ya pocos comandantes en campaña. Los más han salido ya del país. A
pesar de todo, Morandi cumple puntual su mes de permiso y regresa a España el 1
de septiembre de 1938, a Barcelona. Pero ya poco queda por hacer por los
internacionales, a no ser la preparación del desfile de despedida de las
Brigadas Internacionales. Lo que no vivió Morandi fue el nuevo y gran
acontecimiento de la batalla del Ebro, a partir del 25 de julio de 1938. Pero
ya lo había dado todo por la libertad de España, hasta su salud. Insólita
muestra de solidaridad internacional en contra del fascismo brutal de los años
treinta.
Con
relación de la 63 División, en Villanueva de Córdoba, la Exposición incluye una
docena de fotografías, la mayor parte, en la sede del Estado Mayor, en la calle
Cañuelo, núm. 8. Ahí, aparece Aldo Morandi solo (104), o en compañía dudosa del
capitán Baloi o del capitán Roig (110); su teniente asistente Críspulo Márquez
(109), o en compañía de los capitanes Tömpe y Roig (102), además de dos fotos
sueltas, en el mismo patio: una, el capitán Roig, y otra, Tömpe y Roig.
Después, en dos instantáneas aparece el cortijo de La Venta de la Jara, por la
carretera Villanueva-Obejo (121 y 131), con el mayor Fritz Schiller y varios
soldados del 21 Bon. Además, un cartel de propaganda de la 63 División (134), y
varias fotos topográficas: la ermita del Madroñal y cueva del Ladrón (128),
pantano del Guadalmellanto (133), castillo de Belalcázar (129) y puente de
Belalcázar (124).
La despedida de los internacionales
La despedida oficial de las Brigadas Internacionales
fue el 28 de octubre de 1938, por la Avenida Diagonal de Barcelona. Sin
embargo, en las anotaciones de Aldo Morandi se dice 15 de noviembre, lo cual
indica que o incurre en error o que hubo varios desfiles y ceremonias de
despedida. Se incluye una sola foto, de un simbolismo extraordinario, en la que
aparecen en la misma fila, marcando el paso y puño en alto, en señal de saludo:
Aldo Morandi, a la derecha. En el centro, el gran Luigi Longo, Inspector
General de las Brigadas Internacionales, no con un fusil, sino con un ramo de
crisantemos en la mano, de aquellos que el pueblo entusiasta arrojaba como
homenaje desde los balcones. Y a la izquierda, el comandante antinazi alemán
Hans Kahle, jefe de la 45 División. Estas fotos se salvaron de la rapiña de los
saqueadores franceses en la frontera, porque Aldo Morandi tuvo la precaución de
entregar los negativos a su compañera Vincenzina Fonti, que como ciudadana
suiza, pudo pasar la frontera sin complicaciones. A Morandi le fue robada su
máquina de fotos al pasar la frontera. Gracias a la precaución antes indicada,
hoy podemos asombrarnos con la contemplación de este valioso álbum de fotos.
Como ya es sabido, aquellos brigadistas
cuyos países sufrían regímenes fascistas no pudieron salir de España. Morandi
se quedó, por tanto, en España al mando de los italianos y de su Brigada
“Garibaldi”. Como se ha dicho al principio, a finales de enero de 1939
emprendieron su marcha final, de doce días, camino de la frontera, donde
llegaron el 7 de febrero. Antes de salir de España, celebraron el desfile final
y entregaron la bandera de los garibaldinos al Inspector General de las
Brigadas, Luigi Longo. Todo un documental sobre la dignidad de los seres
humanos en los momentos cruciales de la Historia.
[1] Pietro Ramella, “Sul diario de Aldo Morandi”, en L’Impegno, a. XX, n. 1, aprile, 2000,
Instituto Histórico de la Resistencia, Biella-Vercelli, Italia.
[2] Ibidem, versos procedentes de una traducción libre de
John Cornford por José Agustín Goytisolo. A mi vez, propongo mi propia
traducción, más literal, que es la siguiente:
Corazón
de un mundo sin corazón, / en el último tramo antes de Huesca, /
corazón amado, pensar
en ti, última barrera de nuestro orgullo, / es la espina en mi costado; piensa,
amor, con tanta dulzura, / la sombra que me refresca el paisaje, que yo puedo
sentirte a mi lado. / El viento se levanta en la tarde, y si la mala suerte
doblegara mi juventud, / recuérdame el próximo otoño caído en una fosa poco
profunda . / Tengo miedo de perderte. Recuerda toda la dicha que puedas. / Tengo
miedo de mi miedo. No te olvides de mi amor.
[3] Miuccia Gigante, sobrina de Aldo Morandi (por parte de
la esposa de éste, la suiza Vincenzina Fonti), hija de Vincenzo Gigante, jefe
partisano, asesinado en el campo de exterminio de La Risiera de San Saba, en
Trieste, el único que hubo en Italia. Le fue concedida la Medalla de Oro al
Valor Militar. Miuccia Gigante es secretaria general de la Asociación de Ex
Deportados de Italia, y miembro del Consejo Nacional de Partisanos Italianos,
además de autora de varios libros.
[4] Francisco Moreno Gómez, Trincheras de la República, 1937-1939, El Páramo, Córdoba, 2013.
[5] Este Saluto fue
remitido a este autor, desde Turín, para ser incluido en la inauguración de la
Exposición sobre Aldo Morandi, que tuvo lugar en Villanueva de Córdoba, con
fecha 29 de mayo de 1914. La Exposición se mostró después, brevemente, en
Hinojosa del Duque y en Pozoblanco.
[6] Véanse: Luigi Longo, Las Brigadas Internacionales en España, Ediciones Era, México,
1966; Francisco Moreno Gómez, 1936. El
genocidio franquista en Córdoba, Crítica, Barcelona, 2008; Antonio y José
Luis Pantoja Vallejo, La XIV Brigada
Internacional en Andalucía. La tragedia de Villa del Río y la batalla de
Lopera, Diputación, Jaén, 2006.
[7] Para el conocimiento de estos hechos ha sido
fundamental la publicación de las memorias de Aldo Morandi, In nome della libertá. Diario della guerra
di Spagna, 1936-1937, Ugo Mursia Editore, Milano, Italia, 2002, p. 85 y ss.
[8] Joe Monks, Con
los rojos en Andalucía. Memorias de un brigadista irlandés, Renacimiento,
Sevilla, 2012, p. 81 y ss.
[9] Andréu Castells, Las
Brigadas Internacionales de la guerra de España, Ariel, Barcelona, 1973.
Otras fuentes prestigiosas sobre el tema son: Arthur G. London, Se levantaron antes del alba, Península,
Barcelona, 1978; y Cecil Eby, Voluntarios
norteamericanos en la guerra civil española, Acervo, Barcelona, 1974.
[10] Se trataba del militar profesional Miguel Gallo
Martínez, comunista, natural de Porcuna (Jaén), hombre de confianza de Manuel
Azaña, que, apresado por los casadistas, acabaría fusilado por Franco, en
Alicante, 1939
[11] Además de Aldo Morandi, citado, también: Emiliano
Mascaraque Castillo, Memorias de un
miliciano, Pozoblanco, 1977; y C. Márquez Espada, Desde Sierra Morena a El Maestrazgo con los internacionales, San
Martín, Madrid, 1988. Y por supuesto, mi libro Trincheras de la República, 2013, citado.
[12] Al asalto de La Chimorra aluden Mundo Obrero y ABC de Madrid,
7 de abril de 1937.
[13] Francisco Moreno Gómez, Trincheras de la República, 1937-1939. Desde Córdoba al Bajo Aragón, al
destierro y al olvido, El Páramo, Córdoba, 2013.
[14] Se trataba de Juan Bautista Gómez Ortiz, ostentoso e
indisciplinado coronel mejicano, que pasó por varias unidades republicanas.
[15] Francisco Moreno Gómez, Trincheras de la República, citado.
[16] Era un capitán de Milicias, albañil de profesión,
vecino de Villafranca, al que Franco fusiló en Córdoba, el 22 de junio de 1940.
Obtuvo como última gracia el poder pronunciar un breve discurso a sus
compañeros antes de morir, que causó asombro entre sus verdugos. El poeta Pedro
Garfias le había dedicado un poema en 1937.
[17] La canción Loch
Lomond (el lago Lomond) viene a ser una especie de himno nacional de los
irlandeses, en la que estos versos quieren decir: “Tú tomarás el camino de
arriba y yo tomaré el camino de abajo”, para no vernos más. Esta separación se
refería a los españoles y a los brigadistas internacionales, por lo que canto
era muy simbólico.
[18] Aldo Morandi, In
nome della libertá, ob. Cit., pp. 120-123. En la traducción, me ha servido
un adelanto enviado por Fernando López, desde Málaga. En cuanto a Aldo Morandi,
éste estaba considerado con buen militar incluso por los rebeldes, como afirma
Joquín Arrarás, en su Historia de la
Cruzada Española, Edic. Españolas, Madrid, 1940-1943, vol. 7, p. 105.
[19] Andréu Castells, Las
Brigadas Internacionales, ob. cit., p. 204.
[20] Aldo Morandi, In
nome della libertá, ob. cit. pp. 124-125.
[21] Críspulo Márquez Espada, Desde Sierra Morena a El Maestrazgo. Con los internacionales, San
Martín, Madrid, 1988, p. 57 y ss.
[22] Friedman fue uno de los 117 médicos y enfermeros
estadounidenses que vinieron a España de la American Medical Bureau en ayuda de
la Democracia Española.
[23] Además de Aldo Morandi, ob. Cit., p. 109, también
alude al Hospital Americano de Belalcázar, Crípulo Márquez Espada, ob. Cit.,
pp. 49-50.
[24] Andréu Castells, ob. Cit., p. 205.
[25] Francisco Guerra, La
medicina en el exilio republicano, Universidad de Alcalá, Madrid, 2003, p.
344.
[26] Istvan Toempe o Tömpe era un periodista húngaro,
comisario político del 20 B.I., fue luego teniente de EM de la 86 BM, y
después, capitán de EM de la 63 División y de la División de Maniobras de
Extremadura, que luchó en el Bajo Aragón. En enero de 1939 pertenecía a la
Agrupación de Fuerzas Internacionales en Cataluña, aquellos que no se pudieron
marchar a sus respectivos países. Pasó luego por los campos de concentración
franceses de Roussillon y de Le Vernet.
[27] Emiliano Mascaraque Castillo, Memorias de un miliciano, Ayuntamiento, Pozoblanco, año 2000, p.
193.
[28] Críspulo Márquez Espada, Desde Sierra Morena…, ob. cit., p. 106.
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