NOTAS
APRESURADAS SOBRE ERRORES Y HORRORES DE UN LIBRO DE STANLEY G. PAYNE
Por Francisco Moreno Gómez
Pórtico
En
el otoño de 2014 se ha publicado un libro de Stanley G. Payne y Jesús Palacios,
Franco. Una biografía personal y política
(Espasa Libros). Ante el cúmulo de inexactitudes y evidentes
manipulaciones, el profesor Ángel Viñas nos convocó a una docena de
historiadores a redactar una contundente réplica, que pusiera los puntos sobre
las íes ante la falsificación de la historia. En mi caso, centrándome en las
manipulaciones respecto a la represión franquista en líneas generales, redacté
dos textos: el primero, que es éste, “Notas apresuradas”, para tomar un rápido
contacto con la obra en una primera lectura; y el segundo, un artículo de fondo
para la revista virtual Hispania Nova, “La gran acción represiva de Franco que
se quiere ocultar” (Núm. 1 Extraordinario, 2015), bajo la dirección de Ángel
Viñas. A continuación expongo las “Notas críticas”, con una serie de entradas,
comentando los errores de Payne-Palacios, tras la indicación de la página
correspondiente del libro citado. Ya la sola selección de los textos es un
aldabonazo sobre la obstinación y contumacia con que la derecha española y acólitos
se niegan a aceptar la historia del siglo XX. Se trata de un síndrome, de una
neurosis ideológica y política de la derecha española que, si no puedo ocultar
la historia, al menos se niega a aceptarla. Se trata, ciertamente, de una
enfermedad del pensamiento conservador español o de una mala voluntad, que es
irreconciliable con la ciencia histórica. Y de este desvarío participa,
lamentablemente, el estadounidense Stanley G. Payne, lo cual es lamentable,
porque en los primeros libros de su trayectoria el sectarismo ideológico no
había alcanzado esta cota, ni mucho menos. Pero así es la evolución de los
tiempos, de las mentes y de las desviaciones históricas. La propia selección de
los textos siguientes ya es, de por sí, escandalosa, respecto a los hechos
reales de la República, de la guerra y de la posguerra.
Los textos sorprendentes
P.
129…. “sólo una pequeña parte de la
derecha política albergaba propósitos extralegales, a diferencia de los
sectores revolucionarios del Frente Popular” (Falso. Falta de análisis
crítico. Toda la derecha española, en mayor o menor medida, se hallaba
fascistizada, como parte de la derecha europea, por supuesto parte de la
francesa, y un poco también la inglesa. Gil Robles se hallaba desbordado por la
radicalización creciente de la CEDA, no digamos los grupos ultras, que eran
bastantes y variopintos, bajo la “dialéctica de los puños y las pistola”. Así
fue en la Italia de los años veinte. Existe buena bibliografía al respecto, que
Payne parece ignorar).
P.
129… “Alcalá Zamora demostraba poco
respeto por la democracia republicana”
(Aparte de que eso es falso, veamos. Primero, ¿No afirma que la II
República no era una democracia? Segundo, lo que le ocurría a don Niceto fue
que, posiblemente con acierto, no le quiso entregar el poder a Gil Robles).
P.
130….. (Primavera de 1936) “… una
considerable violencia, casi siempre provocada por la izquierda”
(Totalmente falso, en cuanto a la “considerable violencia” y en cuanto al
protagonismo de la izquierda. La protagonista sistemática y creciente era la
ultraderecha española, sin que se quite importancia a un par de levantamientos
anarquistas y la revolución de Asturias, con motivaciones diversas. Seamos
resignados con la historia: lo emergente en los años treinta era el fascismo.
La izquierda iba a remolque. Claro, era una izquierda mucho más consciente y
motivada que la de hoy, sin comparación).
P.
131…. “el Frente Popular no era más que
el caballo de Troya para la revolución violenta” (Falso. Esto supone un desconocimiento
total de lo que fue el pacto del Frente Popular, con el que se dejó en
suspenso, por ejemplo, el maximalismo de la CNT. El manifiesto no era nada
extremista. La actuación luego, salvo algún episodio anticlerical, se centró en
acelerar los reformismos del 1º Bienio, como la reforma agraria. Y el
estandarte del Frente Popular de febrero no era la “revolución”, ni mucho
menos, sino la liberación de los presos de Asturias y la petición de
responsabilidades por la represión de 1934. Franco y algunos más tenían miedo a
esto. Basta con acudir a la prensa de aquellos meses).
P.
140…. “no había indicios claros de que
los revolucionarios fueran a hacerse con el gobierno.” (Ahora se contradice. Primero, ¿No hemos
quedado en que eran el caballo de Troya para la revolución? Segundo, el mismo
autor deja escapar, sin darse cuenta, que lo que él llama “los revolucionarios”
no tenían ningún plan revolucionario ni existía tal cosa. De hecho, no entraron
en el gobierno, sino que hubo un gobierno monocolor formado por la burguesía
republicana)… La izquierda continuaba
pidiendo responsabilidades a quienes habían aplastado la revolución de octubre
de 1934”. (Esto, sí. Pero nada de revoluciones ahora, aunque con esto le
agüemos la fiesta a los apocalípticos o posesos del delirium tremens. El historiador tampoco tiene que asustarse por
las retóricas revolucionarias de “la chusma”. Hoy, en cualquier manifestación,
se puede escuchar: “Banqueros al paredón”. Y muchas y peores cosas se pueden
escuchar a los del estómago vacío. Hay que procurar no asustarse de los fuegos
artificiales).
P.
140…. “ninguno de los movimientos
revolucionarios propuso en aquel momento hacerse con el poder, por lo que
Franco siguió considerando que la situación no era desesperada.”
(Totalmente de acuerdo. Esto se contradice con las teorías de la revolución
inminente del autor, cuando en otras páginas presenta la revolución inminente
incendiando España por todas partes. Cúmulo de contradicciones).
P.
148…. “En Francia, una coalición del
Frente Popular también había ganado por un estrecho margen, pero decisivo, en
las elecciones de finales de mayo, y las consecuencias fueron muy diferentes. A
lo largo del mes de junio, Francia se vio sacudida por una gigantesca ola de
huelgas, mayores que las españolas, tanto en términos absolutos como
proporcionales” (Por consiguiente,
el “caos” en Francia era más escandaloso que en España. Las huelgas más
importantes y masivas…Luego, el mismo autor reconoce, tal vez sin caer en la
cuenta, que el llamado caos de España no era tan alarmante, desde luego mucho
menor que en Francia).
P.
149…. (Ahora, Payne reconoce que ha perdido su discurso catastrofista, da
marcha atrás y vuelve a las andadas)… “Lo
cierto es que a finales de la primavera de 1936, los análisis que se hacían
sobre España hablaban de caos, de anarquía y de preparación para la
revolución…” (¿Por qué ahora este desvarío, si antes lo estaba explicando
bien? Y, ¿Dónde ocurrían esos preparativos revolucionarios, si antes ha dicho
que no?, porque la gente estaba segando, en la era, trillando, cuidando huertos
y melonares. No insistamos: Payne está perdido en estos temas ni los conoce).
P.
149…. (Payne acentúa su pathos delirante.
Una subida de fiebre. La estampa del apocalipsis era la siguiente)
…
“Las frecuentes violaciones de la ley,
los asaltos a la propiedad privada y la violencia política en España no tenían
precedentes en ningún país moderno de Europa…” (Sí había precedentes: la
Comuna de París, las grandes manifestaciones en Francia tras el triunfo de su
Frente Popular, etc.).
…
“La violación sistemática de la ley
incluía oleadas de huelgas masivas” (Pero la huelga era derecho
constitucional, luego no había violación de la ley. De todas formas, para
conocimiento de Payne, vamos a deshacer el mito y la falacia de las huelgas
masivas durante la II República.
Por años: 1931 (734 huelgas), 1932 (681),
1933 (1.127), 1934 (594), 1935 (181) y
1936 (887). (Fuente: Carlos Salas, Lainformación.com).
Ahora, veamos lo que pasó en los años de la
Transición española, en comparación (aunque la población hubiera evolucionado).
Años: 1974 (1.730 huelgas), 1975 (2.807), 1976 (3.662, con más de 2’5 millones de huelguistas), 1977 (1.194, con más de 2’9 millones de
huelguistas), 1978 (1.128, con más
de 3’8 millones de huelguistas), 1979 (2.680
huelgas, con más de 5’7 millones de huelguistas). (Fuente: Anuario de El País, 1983). Por tanto, esto son
huelgas y lo demás es tontería, con lo que la II República queda a años luz del
panorama obrerista de la célebre Transición “modélica”. Ahora bien, si hubiera triunfado la intentona de Tejero,
además de una hagiografía del “magnánimo Tejero”, tendríamos un cuadro
espantoso de “la pérfida Transición”, como “la gran prostituta de Occidente”.
Todo depende de quién sea el vencedor y de qué bandera toman ciertos
historiadores y a qué falacias y público tratan de servir. Por consiguiente,
tras estos datos de huelgas, en la República y en la Transición, se acabó ya de
una vez el síndrome agitador callejero respecto a la II República. La
Transición fue mucho más agitada).
P.
149.… (Primavera del Frente Popular) “una
ola de incendios provocados (Hoy día se provocan muchos más. Cada verano
arde España, de Galicia a Málaga), numerosas
destrucciones de la propiedad privada (Dónde y cómo. Hubo algunas
ocupaciones de latifundios baldíos (Badajoz…) y la llamada “siega de asalto”
(Estas cosas es difícil que las sepa Payne), según la cual los campesinos
sureños se ponían a segar las siembras abandonadas (boicot patronal) y pasaban
luego a cobrar al dueño, el cual los solía mandar con viento fresco así: ‘¡Que
os dé de comer la República’), cierres
arbitrarios de escuelas católicas (¿Dónde?), saqueos de iglesias (Falso. En la “revolucionaria” Córdoba, sólo
conozco un caso, y no fue un saqueo, sino un incendio: Palma del Río…Y ocurrió
así: la gente iba en manifestación celebrando el triunfo del Frente Popular.
Desde la ventana del centro derechista los tirotearon. Un herido. Al día
siguiente, el populacho incendió, al menos, una iglesia y un convento. No
justificamos. Sólo explicamos la complejidad de las cosas).
P.
150… (Primavera del Frente Popular) “resultado
de más de 300 muertos” (Pero ¿a manos de quiénes fueron estos muertos?
Básicamente a manos de fuerzas represoras o derechistas. Usa como fuente a
varios historiadores conservadores, como Blázquez Miguel o F. del Rey Reguillo,
que han escrito con un alarmismo extraordinario sobre el tema. ¿Con qué
investigación? El estudio riguroso, provincia por provincia, está por hacer.
Córdoba (típica provincia “revolucionaria”), entre alguna más, sí está
investigada: en la célebre “Primavera perversa” hubo aquí 18 alteraciones del
orden públicos o hechos violentos: 5 por parte de la izquierda (3 muertos), y
13 por parte de la derecha (7 muertos en 7 acciones diferentes, y 5 y “varios”
heridos, en 4 acciones diferentes. Pues
ya se ve quién ponía los muertos y quién el plomo en la “Primavera perversa”.
Fuente: F. Moreno, 1936. El genocidio…,
Crítica, 2008, p. 23 y ss.).
P.
150…. “Algunos historiadores (Quiénes)
han reconocido que el escenario era de situación
prerrevolucionaria” (Esto no es cierto, y hay que demostrarlo, provincia
por provincia. Los libros de Claude G. Bowers y de Sir Peter Chalmers-Mitchell
demuestran lo contrario).
P.
150…. “no hay duda (¿Ninguna duda?
Hay que leer a Bowers y a Chalmers) de
que existía un clima prerrevolucionario de anarquía, de desgobierno, coacción y
violencia creciente intolerable en cualquier país…” (Esto es un desvarío.
¿No estaremos viendo una película de indios, para preparar la llegada de Franco?
Y cuando la intentona de Tejero, en 1981, con miles de huelgas, antes citadas, la
eta, el grapo y la ultraderecha… la
situación, ¿No era mucho peor? Se encerró a Tejero y se acabó la propaganda. No
se olvide que en la II República no existió la corrupción –sólo un caso-. Ahora
hay centenares de casos cada año. Ni hubo un terrorismo organizado como la ETA
o el GRAPO, etc. Y muchas menos huelgas y huelguistas de los que hubo en la
Transición “modélica” (con 127 muertos, no se olvide, según M. Sánchez Soler).
P.
151…. “lo que finalmente hizo decidirse
a Franco… fue el clima de violencia política extrema que tuvo lugar en Madrid
la noche del 12 al 13 de julio” (Falso. Mucho antes, la operación del Dragon Rapide, para traer a Franco de
Las Palmas a Marruecos, ¿no se puso en marcha el 5 de julio en Londres? Franco
estaba en la conspiración mucho antes de lo de Calvo Sotelo).
P.
169…. “Desde el primer día del conflicto
ambos bandos llevaron a cabo una brutal represión de la oposición en sus
respectivas zonas” (Desde el primer día, no. Unos sí, y los otros, dos días
después. Y en cantidad, cualidad, etc. jamás fueron equiparables. En extensión
geográfica, tampoco, ni temporalmente, etc.)… “La constante acumulación de las llamadas a la violencia por parte de
la izquierda revolucionaria fue en aumento en los últimos años, y la
determinación de los insurgentes de actuar del mismo modo, condujo a un clima
de ejecuciones masivas” (Interpretación falsa. La represión franquista no
es jamás el efecto, y la republicana,
la causa. Justo al revés. ¿Cómo se
explican las “Instrucciones Reservadas” del “Director” (Mola) desde mayo, junio
y julio del 36? Los golpistas estaban en la “causa” antes del golpe; los
republicanos, después del golpe).
…. “Tales atrocidades fueron
una consecuencia de todas las guerras civiles revolucionarias y
contrarrevolucionarias del siglo XX europeo…” (Esto es pura
conjetura, ninguna guerra civil es igual a otra, ni tienen por qué parecerse.
La española tuvo que ver con el nazi-fascismo y no con otra cosa. ¿Y por qué
pone primero “revolucionario” y luego “contrarrevolucionario”? Lo evidente es
que la guerra española fue una acción de “contra-revolución preventiva” por
parte de las derechas y los militares. No se pueden falsear los hechos).
P.
170…. Habla de 55.000 ejecuciones de personas de derechas (en otro sitio dice
56.000, p. 252, con falta de seguridad). Observamos las fuentes: Pío Moa y
Martín Rubio, seguidores del desautorizado Salas Larrazábal. Más adelante
centraremos la cuestión de las cifras. Ahora dice “casi 7.000 religiosos”, siendo lo cierto: 6.832, según la fuente clásica: A. Montero Moreno, Historia de la persecución religiosa en
España, 1936-1939, BAC, Madrid, 1961.
P.
170…. “La represión de los militares
alzados fue algo más amplia (¿Sólo algo más amplia? Fue tan amplia que
incurrieron en los crímenes internacionales: lesa humanidad, genocidio y
crímenes de guerra. Hay que presentar los balances cuantitativos con rigor y
mención de fuentes, lo cual no hace constar) y, como casi todo lo demás en la zona nacional, estuvo mejor
organizada…” (Por supuesto, el crimen estuvo mucho mejor organización en
zona “nacional”. El cinismo es antológico. En la nota 17, las fuentes que da
para Badajoz son absolutamente sectarias e irrelevantes. El resultado: una
falsedad. Siempre la negación de Badajoz, sin aceptar los hechos. Los
estudiosos “normales” no han negado nunca Paracuellos, pero los “fanáticos”
niegan Badajoz, Guernica y todo lo demás).
P.
170.... “Franco no fue inicialmente
responsable de ella (de la represión) y
habría ocurrido aunque él no hubiera existido… y no intervino decisivamente
hasta marzo de 1937” (Teoría absurda. Desde el primer día de la guerra no
ocurrió nada en la zona franquista ajeno al conocimiento de Franco, Mola y
Queipo).
P.
170…. “Palideció, sin embargo, ante dos
de las primeras ejecuciones: la primera fue la de su primo el comandante
Ricardo de la Puente… y Franco decidió no intervenir por temor a que pareciera
que favorecía a un familiar.” Y cedió la firma de la sentencia al general
Orgaz (Explicación y exculpación absurdas. La firma no fue el 1 de agosto, sino
el 2-3. La ejecución fue el día 4. Franco se la tenía jurada a su primo, porque
éste se negó a bombardear a los mineros de Asturias en 1934. Y Franco, “el gran
fusilador de Occidente”, no “palidecía” jamás por estas menudencias de la
muerte ajena. Y no fue de las primeras ejecuciones, ya que en la tarde-noche
del 17 de julio se fusiló a mansalva en Ceuta y en Melilla. A fecha 4 de
agosto, Queipo de Llano tenía ya Sevilla cubierta de sangre, se había cometido
el genocidio de Baena (Córdoba), el genocidio de Puente Genil (Córdoba) y otro
sinfín de horrores. Aquí se da un profundo desconocimiento de los hechos, y que
aparecen en las monografías territoriales investigadas dentro de España). Habla
de su primo el comandante Ricardo de La Puente “su viejo compañero de juegos, por quien seguía sintiendo afecto”, lo
cual es una cursilería y una patochada, con un burdo intento de exculpación
ridículo).
P.
170…. “El número total de ejecuciones en
las dos zonas alcanzaron (se dice “alcanzó”) aproximadamente las 100.000 víctimas” (Totalmente erróneo… Fue exactamente
el doble, como mínimo. No se comprende qué fuentes son las que utiliza a la
hora de las cifras ni qué investigaciones ha realizado al respecto. Ninguno de
los investigadores actuales españoles –digo investigadores- ha dado nunca esta
cifra errónea).
P.
171… “y Franco… cuando pudo constituir
formalmente tribunales militares en su territorio, consiguiendo así el control total de los procesos… el número de
ejecuciones se redujo considerablemente.” (No es cierto. Esta es la teoría
falaz de Julius Ruiz, fabricada en Escocia, lejos de la investigación real. Hay
muchos datos en contra de esta aventurada teoría. Y además, otra observación: en
la represión franquista hay que tener en cuenta no sólo el número de los fusilamientos, sino lo que se denomina la multi-represión, que abarca muchísimos
otros aspectos, empezando por las cárceles, la tortura, la desaparición y robo
de niños, el trabajo esclavo, etc., etc.).
P.
171…. “El saqueo y el pillaje a gran
escala fue una parte fundamental de la revolución en la zona republicana” (La
zona republicana no fue saqueadora, sino saqueada: con la triple represión
económica de los franquistas: el expolio directo
de bienes muebles e inmuebles, en guerra y posguerra. Los expedientes de incautación de bienes en guerra, y la Ley de Responsabilidades Políticas en
posguerra. El saqueo de Franco fue triple, dilatado en el espacio y duradero en
el tiempo, infinitamente incomparable con el año y medio de colectividades y
pocas más iniciativas. Un tema no estudiado por Payne).
…. “las columnas de Franco
también se dedicaron a saquear propiedades de los izquierdistas, que fueron
aceptadas durante un tiempo como una concesión a las unidades marroquíes”.
(Vamos por partes: los marroquíes saqueaban a todos, de derechas y de
izquierdas. Pero esto fue calderilla en la gran rapiña del franquismo, y los
beneficiados no fueron los moros, sino la Falange, el Régimen y los vividores
de todo tipo y condición, como antes se ha señalado).
P.
172…. “España será gobernada por un
sistema corporativo, parecido a los que están instalados en Portugal, Italia y
Alemania”, entrevista concedida por Franco, el 10 de agosto de 1936, a un
periodista portugués, The Times, Londres,
11 de agosto de 1936. (Pues ya está dicho: lo de Franco fue un régimen hermano
de los países fascistas. Lo de “totalitario” es cuestión de matices solamente).
P.
173…. “Armar a los revolucionarios
magnificó las milicias, pero su capacidad militar fue muy escasa, dado que la
mayoría de los revolucionarios se dedicaban a expoliar tierras y empresas,
saquear a gran escala, destruir iglesias y arte sacro…” (He aquí una sarta
de tonterías soberanas. Aquí Payne sustituye la historia por la chismología. “Magnífica”
visión del Ejército republicano. Si tenían tan mala capacidad militar, cómo se
explica que trajeran de cabeza a Franco durante tres años. Aquí, la
visceralidad es mala consejera produce muy mal efecto. Contrapongo las palabras
de Max Aub, Campo de los almendros,
en encomio de los combatientes republicanos, en mi libro La victoria sangrienta, pp. 43-43).
P.
173…. “Pero el avance violento y
sangriento de los revolucionarios (No se comprende que “avanzaran”, siendo
tan malos militarmente) se convirtió en
una bendición para los nacionales” (Otra soberana tontería, digna de
Cantinflas), porque “consolidó el apoyo
de la mayor parte de las clases medias y de la sociedad católica y
conservadora” (pero esta gente ya apoyaba a los golpistas desde el 18 de
julio, o había intervenido ya en la conspiración y en la sublevación), “porque alarmó a la opinión pública de las
democracias occidentales…” (La República no tuvo tiempo de alarmar a las
democracias, porque éstas sólo pensaban en la “no intervención”, sus derechas
se hallaban fascistizadas y, por otra parte, aterradas por el poderío de
Hitler. El único error de la República, tal vez, pudo ser haber descuidado podía
la propaganda exterior y no supo difundir los crímenes franquistas, estos que
hoy los organismos de la ONU han tipificado como “crímenes contra la humanidad”.
La guerra de propaganda de Franco, con los bombos de Roma y Berlín, fue mucho más
eficaz)… y “los milicianos
revolucionarios… desde el punto de vista militar, un completo desastre” (No
fue tanto desastre: vencieron en Guadalajara, en Pozoblanco, en Madrid, en
Belchite, en Teruel; quedaron en tablas
en Brunete y en el Jarama, arrollaron a los franquistas inicialmente en el Ebro
y en la última batalla de 1939, la de Córdoba-Extremadura. ¡No fueron tan
malos! Importantes realidades que escapan a la atención de Payne-Palacios).
P.
175…. “El ejército popular
revolucionario (Fue el Ejército de la República, sin más. Si quiere,
Ejército Popular de la República, con mayúscula. El menosprecio queda demasiado
patente, impropio de un historiador) se
organizó, en cierta medida, como el ejército rojo soviético…” (La fobia
moscovita lo pierde. Olvida que en este Ejército cochambroso estaba la mitad
del Ejército español profesional, no sublevado, los militares profesionales,
parte de la Guardia Civil, los guardias de Asalto, los Carabineros, etc. No se
comprende que esta chusma mantuviera la guerra tres años. En cambio no nos
habla de la considerada por muchos incompetencia militar de Franco. Ver En el combate por la historia, p. 205).
P.
175…. “las Brigadas Internacionales, una
legión extranjera de voluntarios que la Comintern comenzó a organizar a finales
de septiembre, a imagen de los más de cien mil voluntarios extranjeros
‘internacionalistas’, que habían luchado junto al ejército rojo en la guerra
civil de Rusia.” (Simplista visión de los internacionales, como simples bolcheviques…
Seamos objetivos: en las BI los comunistas eran el 60 %; los comunistas
ingleses eran independientes de la
órbita soviética, y además estaban los austriacos, que eran socialistas, los
norteamericanos, que tampoco respondían al esquema soviético, etc., etc. Los
tópicos, las falacias y la fraseología tampoco facilitan la labor histórica).
P.
179…. “numerosos e intrépidos
voluntarios musulmanes, que al final acabarían sumando unos 60.000 o 70.000
hombres.” (Aquí, estos “internacionales” franquistas sí que se ven de
manera positiva, son “intrépidos” y magníficos. Ayudaban a Franco y no los
reclutaba la Comintern. Parcialidad y sectarismo).
P.
180…. “para liberar el Alcázar, una
misión que se logró el día 27 y que fue seguida de una serie de ejecuciones de
republicanos en la ciudad, en un ajuste de cuentas –ojo por ojo- de la
represión que habían llevado a cabo los republicanos con antelación”
(Primero, cuántas ejecuciones cometen los franquistas, y cuántas los republicanos,
y qué fuente maneja Payne. Segundo, esta forma de expresarse no es científica,
sino tabernaria, o perfectamente judaica (Lo del ojo por ojo). Tercero, no se
atiene a los hechos ni a los números, que aparecen ignorados, ocultando muchas
circunstancias, como la actuación de los moros matando a toda persona que se
encontraban por la calle, o el exterminio de todos los enfermos que había en el
hospital de Toledo. Viene a cuento una similitud con el presente: en el verano
de 2014, los palestinos mataron a tres judíos, y éstos, en el ojo por ojo,
mataron a 1.500 palestinos). Ver Memorias
de Varela, para saber lo que pasó en Toledo y en la matanza de 4.000
prisioneros en la ruta de Toledo a Madrid, octubre de 1936. La ignorancia de estas
Memorias empieza a ser un poco
extraña. Sépalo Payne: Franco y sus moros cometieron en Toledo un auténtico
crimen de guerra, exactamente).
P.
185…. “Aquella misma noche pronunció
otro discurso más largo (1 octubre 1936), escrito por su hermano Nicolás y Martínez Fuset, que él acortó y
simplificó. Declaraba de un modo un tanto contradictorio que ‘España se
organiza dentro de un amplio concepto totalitario’…”. (No se nos olvide lo
de ‘totalitario’. Si lo dice Franco, convendría tenerlo en cuenta).
P.
189…. “Frente a la revolución violenta
de sus enemigos, los nacionales pusieron en marcha una amplia contrarrevolución
derechista…” (Esta teoría de la contrarrevolución franquista, como efecto, y la represión republicana, como
causa, es completamente falsa,
carente de rigor y de adecuación a los hechos. Las cosas no fueron así. La gran
represión franquista estaba predeterminada, con independencia de cualquier otro
factor)…. “en cuestión de semanas abrazó
un neotradicionalismo cultural y espiritual sin precedentes…” (Curioso:
nunca dice “nacionalcatolicismo”. Y llamar “cultural y espiritual” a la
mentalidad cuartelera africanista de los sublevados, con los métodos salvajes
de los Regulares y de la Legión, supone no saber de qué se está hablando. La
palabra “cultural” se entiende bien en la frase siguiente)… “Las escuelas y las bibliotecas fueron
expurgadas” (Y oculta las piras de libros en muchas plazas de España,
siguiendo el modelo de Goebbels en 1933 en muchas ciudades universitarias –el
10 de mayo en Berlín, el 17 en Colonia, etc.- Era la “acción contra el espíritu
anti-alemán”. Lo mismo hicieron los fascistas españoles contra la
“anti-España”. En Córdoba se hicieron crematorios en tres ocasiones. De estas
grandes similitudes no habla Payne).
P.
190…. “La contrarrevolución cultural y
religiosa contribuyó a generar el espíritu de la disciplina, unidad y
sacrificio, que era de vital importancia en una contienda total” (Parece
que está hablando Franco. Primero, se sigue omitiendo el término
“nacionalcatolicismo”. Segundo, al autor se le ve entusiasmado con una de las
partes, con esa llamada “cultura” salida de la quema de libros, y con esa
“religiosidad”, que no era cristianismo, sino clericalismo, siempre a patadas
contra el 5º mandamiento, contra el 7º, contra el 8º…, contra la caridad,
contra el “amor al prójimo”… Todo un desastre evangélico. Y una observación:
con cuál de las dos causas se identificaron la mayoría de los escritores e
intelectuales occidentales, según se vio en el II Congreso de Intelectuales
Antifascistas de Valencia, primeros de julio de 1937: Machado, Hemingway,
Einstein, Picasso, Neruda, Alberti, Malraux, Bernanos –Los claros cementerios bajo la luna-, Maritain y tantos y tantos
más… ¿Cuáles fueron los intelectuales de Franco? De este tema, ni una palabra
en Payne. No refuerza sus tesis).
P.
194…. (Unamuno, 12-10-1936) “Se levantó
y pidió la palabra para hacer unos comentarios improvisados de apoyo a los
nacionales y su causa…”. (Esto es absolutamente falso y contrario a los
hechos, además de manipulación. Unamuno estaba horrorizado ante las matanzas
franquistas, empezando por las de Salamanca. Prueba de que sus palabras no
fueron de apoyo a la “causa nacional” fue el castigo de reclusión domiciliaria
hasta su muerte, y su destitución con rector. Parece que aquí la relevante
fuente es el testimonio de Carmencita Franco. Es un comentario calumnioso contra
Unamuno, que no se sostiene en modo alguno).
P.
194 .… Payne insiste en lo insostenible: “El
claustro universitario, en todo caso, relevó a Unamuno de rector, quien siguió
apoyando a Franco” (Falso de toda falsedad, para los que hemos estudiado
alguna Literatura).
P.
199….”Serrano ultimaba los detalles del
decreto de unificación política que se anunció oficialmente el 19 de abril. El
documento establecía la fundación de Falange Tradicionalista (FET), que sería
el nuevo partido estatal, ‘como en otros países de regímenes totalitarios’…”.
(Queda dicho: totalitario. Si él lo dice, así será).
P.
200…. “no era el partido el que se hacía
cargo del Estado, sino el Estado el que se ocuparía de organizar el partido”
(Ello explica que en la cúspide estaba el poder militar, Franco, y por debajo, todo
lo demás. Una peculiaridad del fascismo español. FET pintaba muy poco, a no ser
actuar de teloneros del dictador).
P.
201…. “El objetivo era desarrollar un
partido único semifascista, pero no como una mera imitación del italiano u otro
modelo extranjero” (Entonces, a quién copiaba el fascismo inicial español).
“En una entrevista aparecida en un
folleto titulado ‘Ideario del Generalísimo’ (Pero, ¿tenía Ideario?), publicado poco después, Franco declaraba: ‘Nuestro
sistema está basado en un modelo portugués o italiano, aunque conservaremos
nuestras instituciones históricas’. Más adelante, en otra entrevista para el
ABC de Sevilla, el 19 de julio de 1937 reiteró que el objetivo era alcanzar ‘un
Estado totalitario’…”.
(Insistimos:
queda dicho, una vez más, lo de “totalitario”).
P.
202…. “Pero lo cierto era que el
lenguaje de Franco, influenciado por Serrano, fue algo más fascista durante los
años 1938 y 1939. En el borrador de su discurso del 18 de julio de 1938… aplicó
el adjetivo ‘fascista’ a su régimen”.
(De
acuerdo. Por una vez parece que Payne coincide con la condena de la Asamblea
General de la ONU, de 12 de diciembre de 1946: “Por su origen, naturaleza, estructura y comportamiento general, el
régimen de Franco es un régimen fascista… que se implantó gracias al apoyo
incuestionable de la Alemania nazi de Hitler y de la Italia fascista de
Mussolini”).
P.
204…. “Para la hija del Generalísimo la
guerra tenía algunos rasgos glamurosos: ‘Para una niña era bastante festivo’…”.
(Qué frivolidad y qué fuente testimonial tan absurda y patética, la de la niña,
y además, el apelativo cariñoso de “el Generalísimo”. Un historiador debe
cuidar más la terminología y no dejar entrever sus devociones).
P.
212…. “permanecía frío e inalterable
ante situaciones de alarma militar o cuando había que ratificar sentencias de
muerte de los condenados en tribunales militares” (Esta frialdad ante la
sangre o ante las condenas, rasgo típico de la timidez y del fanatismo, ya le
venía a Franco de su etapa en África, según las referencias de Arturo Barea. Es
la frialdad Nerón o de Santos Banderas).
P.
214…. “La invocación ‘Franco, Franco,
Franco’ se copió del lema equivalente de los italianos ‘Duce, Duce, Duce’. El
estilo externo era claramente fascista, muy diferente del autoritarismo… mucho
más moderado y menos llamativo de la vecina Portugal bajo Salazar. Por el
contrario, se hizo más hincapié en el liderazgo estrictamente militar, y en
comparación con Italia, se acuñó la consigna ‘Los Césares eran generales
victoriosos’…”. (Bien esta similitud formal a lo italiano; pero desde el
punto de vista represivo, la similitud miraba más al III Reich. Un dato:
Mussolini creó un solo campo de concentración, en Trieste; Franco, 188, muchos
más que Hitler, aunque sin hornos, ni leña ni gas).
P.
220…. “La defensa de Madrid fue el
primer y prácticamente único triunfo del ejército popular…” (Siempre se
refiere al Ejército Popular con minúscula. Para Payne no valía un duro. El
Ejército de la República tuvo más triunfos que el de Madrid. Están en la
bibliografía elemental. Si no, ¿Cómo es que la guerra duró tres años?).
P.
221… De nuevo, la obsesión con la Comitern, en cuanto a las B.I., pero hubo más
puntos de reclutamiento, y además, el 40 % no eran comunistas. Eran
antifascistas del mundo, sin más.
P.
221… Otra vez la obsesión con la milicia “revolucionaria”. Se trataba de la
milicia republicana, sin otros apelativos.
P.
221…. “El reclutamiento masivo en
Marruecos” (sin citar a los llegados de Alemania, Italia, etc… ¿No intervino
aquí la Comintern?).
P.
223…. (El Jarama) “Las brigadas mixtas
republicanas (esta vez no ha dicho “revolucionarias”) llevaron a cabo una de sus batallas más efectivas…” (¿No ha dicho
antes que no tuvieron ningún triunfo, salvo el de Madrid?).
P.
223…. (Guadalajara) “una importante
victoria propagandística de los republicanos” (¿No ha dicho antes que no
tuvieron ningún triunfo, salvo Madrid. ¡Cuánta contradicción!).
P.
223…. “Los fascistas italianos que
vinieron a España, a menudo se sorprendían del carácter de extrema derecha del
nuevo régimen, al que tildaban de ‘reaccionario’ y ‘clerical’…”. (Muy
acertados aquí los fascistas italianos, mucho menos energúmenos que los de Franco.
Esto da idea de lo que fue el franquismo, represivamente hablando. El peor
régimen represivo después del nazismo).
P.
224…. (En cambio) “el Tercer Reich
aceptaría cualquier nuevo régimen firmemente antiizquierdista que Franco
quisiera imponer” (Está visto que, en cuestión de represión, a los
franquistas les gustaba más Berlín que Roma).
P.
224…. “para cuando llegó el fin de
conflicto, las unidades de infantería de Franco sumaban más de 840.000 hombres,
aunque el reclutamiento republicano fue mucho más amplio”. (Dos millones de
hombres enviados a los frentes. Esto da idea del cataclismo que trajo a España
el golpe militar. Con estas cifras, ¿Cómo puede llamar a la guerra civil española
“una guerra de baja intensidad”, p.
252).
P.
225…. “Franco tuvo oportunidad de
explicar a los italianos las peculiaridades propias de la revolucionaria Guerra
Civil española, en la que no solamente había un adversario en el frente de
batalla, sino también una considerable población enemiga. Por ello insistió en que
no se podía golpear al enemigo en un único frente, puesto que había que
mantener la moral en los demás frentes y proceder paso a paso, de forma
metódica, y ocupando y consolidando cada avance, provincia por provincia”
(Terrible justificación de la represión franquista, en vanguardia y en
retaguardia, la gran operación de “limpieza”. Para el fascismo, “la guerra es
la higiene del mundo” (Marinetti). Más que la dominación del territorio,
interesaba la dominación de las personas, siendo éste el gran objetivo del
golpe y de la guerra).
P.
225… “los que criticaron la labor de
Franco afirmarían que aquel ritmo lento en las operaciones estaba diseñado para
realizar purgas masivas en cada lugar conquistado, pero los hechos no parecen
confirmar esta tesis. A medida que Franco fue consolidando su poder personal e institucional
durante el otoño y el invierno de 1936 y 1937, el número de ejecuciones
políticas era cada vez menor, y durante la segunda mitad de la guerra hubo
relativamente pocas, reduciéndose más o menos en función de las que se
producían en la zona republicana” (Falso, completamente falso. Esta teoría
del Franco “beatífico” viene actualmente de Julius Ruiz. Y esa supuesta dependencia
del terror de Franco respecto a las ejecuciones republicanas es mentira.
Después de 1936, las únicas ejecuciones que descendieron al mínimo fueron las
de la República, no las de Franco: que se lo pregunten a Málaga, al cementerio
de Sevilla o Zaragoza durante toda la guerra, a Gijón y a Oviedo, a Santander,
a la caída de la Bolsa de La Serena y a las ocupaciones finales de la guerra
(Badajoz, Córdoba…) con centenares de “paseos”, antes que los consejos de
guerra. No se pueden sostener teorías tan negacionistas e infundadas como éstas
del “magnánimo Caudillo”. Franco tenía su plan de exterminio y le importaba un
pimiento lo que ocurriera en zona republicana).
P.
228…. (Guernika) “El ataque fue una
operación rutinaria llevada a cabo por veintidós bombarderos alemanes y tres
italianos… Fue una operación de rutina (nada importante, una tontería.
Picasso se equivocó al prestar atención a una cosa tan rutinaria)… murieron 126
personas” (Para Payne, la masacre de Guernika es peccata minuta. Típico ejercicio de negacionismo e infravaloración
sin escrúpulo científico, y se basa en trabajos “minimizadores”, como el de
Jesús Salas Larrazábal. En libros anteriores, Payne dio cifras más altas. Ahora
baja cada vez más. Y no cita un libro de los más importantes sobre el tema: además
del de Southworth (edición de Viñas), el del propio Viñas, el de Paul Preston, el
de Solé i Sabaté y Villarroya, que dan 250-300 víctimas, y el 70 % de los
edificios destruidos, y no hubo más víctimas, porque tras el primer bombardeo
la gente salió huyendo al monte).
P.
228…. “… la guerra de España, en la que
hubo escasos bombardeos sobre las ciudades” (¡Qué barbaridad! Que se lo
pregunten a Madrid, Valencia, Barcelona, Alcañíz, Almería, Tarragona…Véase
Santiago Alberti, Barcelona sota les bombes, 1936-1939).
P.
229… (Guernika) “El propio Franco no
tuvo conocimiento previo del ataque” (Esto, además de falso, o se demuestra
o no se puede afirmar, por simple objetivo de “blanquear” al dictador. Hay
mucha bibliografía al respecto y documentales, que Payne ignora).
P.
230…. “Aunque el riguroso sistema de
tribunales militares que Franco había instituido a primeros de año había
reducido el número de ejecuciones masivas (Esto es falso, y falsa la
fuente: Julius Ruiz. La tipología penal se rehúye: crímenes contra la humanidad) llevadas
a cabo tras la conquista de Málaga…” (Málaga, con la mayor fosa común de
España (la 2ª de Europa, después Srebrenica), en el cementerio de San Rafael.
Sólo aquí, 4.500 o más; y faltan: Antequera, Ronda, Loja, etc… Y la masacre de
la desbandada (la desbandá) del
personal civil por la carretera de Almería… Una catástrofe humanitaria
desconocida para siempre por la historia. Existen varias fuentes al respecto).
P.
230…. “En Asturias hubo al menos 2.000
ejecuciones” (Si la represión es franquista, se toma el número más bajo; si
es republicana, el más alto. Sólo en Gijón, Franco fusiló a 1.246 personas, y
falta Oviedo y toda Asturias. Y esto cuando ya Franco “no fusilaba”. Era tan “magnánimo”…).
P.
234…. “Durante el año anterior
(1937), las ejecuciones disciplinarias habían sido cada vez más habituales en
el ejército republicano” (Esto hay que documentarlo. En mi libro Trincheras de la República se documentan
muchos más caso en la zona de Franco).
P.
234…. “el Generalísimo” (Con
frecuencia habla así el autor. No conocíamos una exquisitez tan amable en la
historiografía actual, indicación de la idolatría del autor por su protagonista.
Por supuesto, la dicotomía que utiliza es “los nacionales” y “los rojos”).
P.
241…. La última batalla de la República (enero 1939) no fue “sobre Extremadura”, sino sobre
Córdoba, en cuyas dehesas se desarrolló, y muy poco hacia Extremadura. Payne se
ha metido poco en estos temas).
P.
245…. El golpe de Casado es “la revuelta
comunista” (igual que, para él, la guerra civil fue “la revuelta
revolucionaria”. Sobre el final de la guerra hay ya fuentes estupendas: Viñas,
Bahamonde-Cervera, Mainar-Santacreu-Llopis, Preston… ninguno citado por nuestro
tándem Payne-Palacios. Hay que dejar ya la tontería de “la intentona
comunista”, como algo cutre, rancio y casposo).
P.
246…. “la ‘Ofensiva de la victoria’…”
(Debe llamarse ‘Paseo de la victoria’, porque no se luchó contra nadie) no
empezó el 27 de marzo, sino el 26. Demasiados detalles sin atar).
P.
246…. “Es cierto que la izquierda acabó
dependiendo de los soviéticos” (Pero mucho menos que Franco del
nazi-fascismo. Además, Payne debe saber que los aliados recurrieron después a
los soviéticos, en una pinza contra Hitler, y no por ello los aliados se
sovietizaron).
P.
246…. Se repiten las referencias a “el
Generalísimo”, con exquisita devoción e idolatría.
P.
248…. “La política de bombardeos de
Franco se limitó a objetivos militares y de abastecimiento” (Falso. Hay
montones de ejemplos de lo contrario, que este autor desconoce. Se apoya en
Salas Larrazábal, una fuente muy superada. Como sólo castigaban objetivo
militares, por eso destruyeron Guernika, Alcañiz, Barcelona, un barrio de
Almería, las rutas de Tarragona y de la frontera con Francia… o el bombardeo en
El Viso (Córdoba), en la navidad de 1938, con 80 muertos. El bombardeo de
Bujalance (Córdoba, 20-12-36), con 100 muertos.Y centenares de ejemplos más.
Los devotos de la “grandeza” del dictador sólo citan en Córdoba el bombardeo de
Cabra, en 1938, con 107 muertos, pero no citan nunca que en esa ciudad los
franquistas fusilaron a 117 egabrenses. La historia hay que hacerla con rigor,
no con manipulación).
P.
248-249… Aduce 7 razones que explican la victoria de Franco, falsas unas,
tópicas y falaces, otras, y sólo una cierta: “Una mayor asistencia militar a los nacionales desde el exterior”.
P.
250…. “Los pilotos españoles del bando
nacional (No sólo “españoles” –una observación muy capciosa-. Los pilotos
alemanes o italianos eran muchos más) crearon
innovaciones propias, como el ametrallamiento de las posiciones enemigas ‘en
cadena’…” (“posiciones enemigas”, no. Debe decir “población enemiga”, como
ocurrió en la “desbandá” de Málaga, 1937; en La Serena (Don Benito, 1938); en
Tarragona, enero de 1939 (Hay fotos terribles de Robert Capa); en la retirada
hacia la frontera, etc. Se machacó sistemáticamente a la población civil
fugitiva. No era población enemiga. Falso. Era población española sometida a
bombardeos contra el derecho internacional. Y no cita, por ejemplo, porque no
lo sabe, que el mayor científico militar, Virgilio Leret (documental “El
caballero del azul”), inventor del motor a reacción, lo hicieron fusilar los
golpistas en Melilla en la misma noche del 17 de julio. Cuántas cosas ocurrieron
que Payne ignora. Existen las memorias de Carlota O’Neill, viuda de Leret. Que
las lea).
P.
251…. “La guerra española fue una clara
lucha revolucionaria/contrarrevolucionaria entre la derecha y la izquierda” (Pues
no es así. Tendencioso error de interpretación. En realidad, se trata de la
interpretación tópica de la caverna española, a lo Torquemada y a la Santa
Inquisición; o lo que es lo mismo: la España de los energúmenos, que de tiempo
en tiempo cabalgan. Y pone Payne primero la palabra “revolución”, de donde se
deduce que la “revolución” fue lo primero, y la “contrarrevolución”, la
franquista, vino luego a contenerla. Es decir, la falacia de siempre. La
República la causa; el terror franquista el efecto. No fue así. La lucha fue
entre un fascismo emergente y una democracia con dificultades, todo provocado
por un golpe militar, al que Payne no alude nunca. La República se vio lanzada
a la resistencia e hizo lo imposible por agarrarse a las democracias
occidentales (Francia, Inglaterra) y a la Sociedad de las Naciones, que le
dieron la espalda (por miedo a Hitler), y la República no tuvo más remedio que
acudir a la URSS, la cual tardó en ayudar mucho más que Roma y Berlín. Es
curioso: las derechas han negado, hasta hoy, la realidad del golpe militar y,
además, lo justifican. Sobrevaloran la ayuda soviética e infravaloran la ayuda
nazi-fascista. Lo de siempre: niegan la verdad de la matanza de Badajoz y otras
muchas; mientras que por otro lado no se ha negado nunca la matanza de
Paracuellos. Son distintas y típicas sensibilidades: lo verídico contra lo falaz).
P.
252…. “La Guerra Civil fue la
experiencia más destructiva de la historia moderna de España, sólo comparable
con la invasión napoleónica de 1808” (Comparación desafortunada. La guerra
civil fue infinitamente peor que la napoleónica, infinitamente peor, sin
parangón alguno, sin ninguna posible similitud. Mucho menos, puede compararse la
guerra civil con las guerras carlistas. Payne aparece aquí completamente
desnortado).
P.
252…. Las cifras de víctimas que
incluye al final de esta página son aleatorias, y sin ninguna base
bibliográfica ni investigadora. Acude a cifras “de oídas”. No tiene en cuenta
que dentro de España se han realizado varios estudios importantes. En cuanto a
la represión republicana (el célebre
“Terror rojo”), la cifra está ahora en 49.272
víctimas (Violencia roja y azul, Crítica,
2010, J. L. Ledesma). Es cifra casi definitiva, pero con algún problema, como
la repetición de inscripciones: en el lugar de procedencia y en el lugar de la
muerte. Por ejemplo, las víctimas de derechas de Pozoblanco (unas 200) están
inscritas en Valencia y también en Pozoblanco. Las de Jaén-Adamuz están
inscritas aquí y en Madrid. Y así bastantes casos. Uno de los problemas de
“engordamiento” de cifras está en Madrid, que el general Casas de la Vega ha
fijado en 8.815; pero hay autores “entusiastas del terror rojo”, que suben la
cifra a quince o veinte mil (Vidal, Moa, Julius Ruiz). Lo cierto fue que las
cifras del “terror rojo” en España se han desmesurado por los datos de
Cataluña, Madrid, Valencia y Málaga (Que, por cierto, en vez de hacer el matón
y el gamberro en retaguardia estos milicianos de ciudad, se podían haber ido a
pegar tiros en el frente de Aragón y en el de Málaga, por ejemplo, evitando que
Franco se diera el paseo militar por Málaga y Barcelona). En Víctimas de la guerra civil se
facilitaron datos de 22 provincias de represión republicana (37.843). En cuanto
a la represión franquista, en Víctimas… (p. 411) se estimaron los
fusilamientos en 140.000 (guerra y posguerra). Francisco Espinosa (Violencia…, p. 77) llegó a relacionar
130.199, pero desde entonces se han revisado al alza varias provincias
(Sevilla, Córdoba…). Además, alguna provincia sigue sin ser estudiada, y
algunas más lo han sido sólo parcialmente. Por último, hay que sumar la
cuestión de los “desaparecidos” (uno, García Lorca), que se está desbordando
hoy completamente, por ejemplo “paseos” y “ley de fugas” alrededor de los
campos de concentración, de lo que apenas habíamos hablado (y también en los
“campos de trabajo esclavo”). La realidad de la matanza franquista puede
superar, fundadamente, cuanto venimos diciendo, y no se debe hablar de menos de
150.000 víctimas. Y a ellos hay que
sumar, sin duda, porque son víctimas del “exterminio”, los eliminados por
hambre en las cárceles franquistas, sobre todo en 1941: unas 20.000 víctimas. Sólo se han estudiado
15 prisiones (4 de ellas, de pueblos) y ya computan 6.000 víctimas (uno, Miguel Hernández). Faltan los 3.500 maquis abatidos en las sierras, y
los 1.500 enlaces eliminados en toda
España por la “ley de fugas”, en 1947-1949, principalmente. Y la gran cantidad
de gente que pereció en el primer exilio forzado de 1939, en los “campos” de
Francia (niños, enfermos, ancianos. Uno, Antonio Machado) y en el Norte de
África… ¿Quién puede computar esto? Y sin olvidar los más de 7.000 españoles que Franco echó a morir
en los campos nazis, dejándolos apátridas... En fin, hablar de que “en ambas
zonas se mató lo mismo” es una pura mentira, cínica y pornográfica. Estas
mentiras se pueden considerar como “la práctica del gamberrismo en la
historia”.
CAP. 9.- Franco y la
represión de “los nacionales”
P.
255…. “las guerras civiles europeas (no
viene a cuento irse tan lejos, dada la peculiaridad y el porqué de la española)… en el siglo XX se convirtieron en luchas
revolucionarias (otra vez con la obsesión revolucionaria), que provocaron una metástasis, de una
dimensión nueva y apocalíptica… Una guerra civil revolucionaria no era
simplemente una pugna política, sino el último y definitivo conflicto en la
sociedad, la religión y la cultura…” (Esto es un análisis muy simplista,
donde no aparecen elementos fundamentales: el expansionismo de los fascismos europeos, el militarismo
intervencionista español, la crisis económica europea y los millones de
parados, el subdesarrollo español y los conflictos rurales con la reforma
agraria, la oposición de las oligarquías en España al reformismo republicano,
los fanatismos de la Iglesia católica española, a la que Payne apenas nombra
nunca; la ruptura de hostilidades por el golpe militar, derivado en
consecuencias imprevisibles; crisis de las democracias occidentales en los años
veinte y treinta; un miedo obsesivo del Capital ante posibles estallidos
revolucionarios, que le llevó a buscar el atajo de los fascismos como mecanismo
contrarrevolucionario preventivo. Por tanto, siempre fue antes la
contrarrevolución preventiva que la revolución, como ocurrió en España. Sin
embargo, no existía ningún plan organizado revolucionario en la Europa
occidental en los años treinta, ni en España, por supuesto, a pesar de las
retóricas revolucionarias ocasionales. Se dieron dos insurrecciones socialistas
antifascistas en 1934 (Viena y Asturias), y más que pro-revolucionarias, fueron
anti-fascistas. En España, además, también hubo elementos de lucha de clases,
guerra de religión, fascismo rural y nacionalcatolicismo. Multitud de aspectos
y problemas complejísimos, que Payne elude y soslaya).
P.
253…. Traen Payne-Palacios a colación la revolución francesa (1789), que nada
tiene que ver con el caso español, porque aquella fue una revolución burguesa,
contra el viejo régimen, y no un golpe militar fascista. Y habla con especial
énfasis de “la rebelión de la Comuna de
París, de 1871, que tuvo como resultado la ejecución de unos 20.000
revolucionarios insurrectos” (Sólo falta añadir: “bien hecho,
revolucionarios al paredón”. Me viene ahora a la mente una frase del obispo
Pedro Casaldáliga, Brasil: “Toda violencia cometida por los pequeños es una
violencia provocada anteriormente a gran escala por los grandes” (TVE2,
14-1-2007).
P.
256…. “En la Guerra Civil española las
ejecuciones se iniciaron en ambos bandos desde el primer momento”
(Completamente falso. Las iniciaron los golpistas la misma tarde del 17 de
julio en Ceuta y Melilla. Las primeras víctimas fueron los militares leales.
Hay bibliografía al respecto. Por cierto, ¿por qué llama “ejecuciones”, si no ha habido consejo de guerra? Puede llamar
“crímenes”. Cuando las víctimas son de derechas, sólo entonces utiliza
“asesinados”. Y los otros son “ejecutados”. Es la pertinaz arcialidad,
sectarismo y otros desvaríos, propios de los historiadores de cámara, idólatras
o comprensivos con el dictador).
P.
256…. “el conflicto en España fue la
última guerra civil revolucionaria”, antes de la II Guerra Mundial (Sigue
la falsa obsesión revolucionaria, ignorando que lo primero fue el golpe militar
y lo segundo la resistencia republicana, todo con el evidente caos general por
la conmoción lógica de un golpe militar. Para el autor nunca hubo República
democrática, ni elecciones, ni Parlamento, ni instituciones democráticas, ni
vida normal del pueblo, ni leyes…Nada propio de la civilización occidental,
sino de la jungla. En realidad, una despectiva visión de la realidad de España,
que nos trae Payne desde EE.UU. Todo lo que no sea “Franco y los nacionales” se
pinta como la cochambre y la chusma del mundo).
P.
256…. “en la década de los años treinta
se registró una creciente tensión por la implantación del bolchevismo
(¿Dónde se implantó el bolchevismo en la década de los años treinta? ¿En
España?) y el ascenso del fascismo…
(El fascismo, ¿Sólo ascendió? ¿No se implantó? ¡Qué follón mental!)… una combinación letal que provocó la
extensión del miedo y del odio.” (Dejando a un lado las perversiones
lejanas del bolchevismo en la Europa del Este, yendo a lo que nos atañe, a España
y a la Europa occidental, aquí, la letalidad apocalíptica, ¿Quién la ocasionó?
¿El imperialismo de Hitler o de Stalin? El señor Payne está obcecado con sus
filias y sus fobias. La obcecación y la contumacia son malas consejeras, a la
hora de ver o tratar de ver, serenamente, los hechos de la historia).
P.
256…. (Primavera de 1936)… “el período
previo a la revolución (Pero, ¿Qué revolución? ¿No hemos dicho que lo que
hay en 1936 es un golpe militar? La gente laboriosa de España, en la primavera
de 1936, se hallaba segando, en la era, guardando los melonares o fabricando
tornillos…) estuvo marcado por un
aumento de la violencia política, desde diciembre de 1930, que causó la muerte
de 2.500 personas antes del comienzo de la Guerra Civil”. (He aquí otro
montón de falsedades. Vamos a ver. Primero, esa cifra está sin fundamentar
bibliográfica o investigadoramente en absoluto. Segundo, los muertos que fueran,
¿Quién los causó? Salvo una minoría, los causó: la ultraderecha, los
latifundistas en el medio rural, los guardas rurales, la Guardia Civil y otras
fuerzas represivas. En algunas provincias esto se halla muy documentado, sin
que haya llegado a conocimiento de Payne. De todas formas, ese estudio global
1930-1936 está por hacer. Tercero, la cifra la vamos a precisar enseguida). Y
añade: “Fue algo que no tuvo
precedentes; ni siquiera en la revolución rusa de 1917 existió un preludio
semejante de violencia tan prolongada.” (¡Esto es un disparate! ¡O Payne
reescribe este libro de nuevo o lo deberá tirar por la ventana! No hay que
buscar ahora, en 1936, explicaciones en la lejana revolución rusa, lejana en el
espacio y en el tiempo, y todo por no admitir que aquí se desencadenó un golpe
militar filofascista. Las comparaciones o influencias de lo que ocurrió en 1936
hay que buscarlas, más bien, cerca de Roma y de Berlín).
Busquemos ahora algunos datos para
ajustar ese supuesto “apocalípsis violento” de la II República. Para empezar, esa cifra de 2.500 muertos no es cierta.
Carlos Salas sitúa el cómputo, pormenorizado por años, en 2.225 muertos, pero
incluyendo, cosa que Payne oculta, toda la mortandad de la revolución de
Asturias, cuyos muertos se distribuyeron de la manera siguiente: obreros
muertos en combate, entre 1.100-1500; muertos por la represión, 200; fuerzas
del orden caídas en combate, 300; clérigos asesinados, 34 (Fuentes: Casanova,
Álvarez Junco y Thomas). Conclusión: que la revolución se llevó por delante:
1.500 personas de izquierdas, más 334 de derechas, en Asturias. Si el total de
este episodio específico y anormal (1.834 muertos) lo restamos de los 2.225
muertos citados para toda la II República, se podría estar hablando de un
resultado de 391 muertos en la
llamada “violencia apocalíptica” de la República, sin contar Asturias.
Hágase ahora una comparación con la
posterior Transición “modélica”: 127 muertos en los 5 primeros años (Fuente:
Mariano Sánchez Soler), pero si se toma el lapso de tiempo de 1968-2000, el
balance es de 1.005 muertos
(incluido el impacto de Eta, Grapo, ultras y otros. Fuente: Carlos Salas). Esto,
en teoría, justificaría mucho más la intentona de Tejero, otro caudillo,
salvador de España. De donde se concluye que el mito del “apocalipsis violento”
no fue cierto. Toda la manipulación que ocurre en Payne-Palacios está
encaminada a justificar un golpe militar, nunca justificable.
P.
256…. “Los movimientos revolucionarios
fomentaron el odio, la violencia y, por usar uno de sus términos preferidos, el
‘exterminio’…”. (Vamos a ver. Primero, este capítulo ¿no era la represión
por parte de ‘los nacionales’? Pues no se ve tal tema por ningún sitio.
Segundo, el programa del fascismo y del nazismo, fue precisamente ese: el
“exterminio”, planificado, predeterminado, lo cual es rasgo fundamental del
genocidio y de los demás crímenes internacionales (lesa humanidad y crímenes de
guerra… Véase mi libro Los desaparecidos
de Franco, Alpuerto, Madrid, 2016). En conclusión: esta página, la 256,
tiene que pasar a los anales del esperpento historiográfico, por ser suaves).
P.
256…. “Antes del inicio de la guerra, en
julio de 1936, (A ver si se entera: lo que se inició fue el golpe militar) ya había tenido lugar un período de
creciente tensión (mentira), con
múltiples intentos (¿Múltiples? Mentira) de insurrección revolucionaria violenta y las formas más virulentas de
propaganda y agitación de masas, sobre todo por parte de los revolucionarios (Otra
falsedad. La provocación, sólo en algunos lugares, la lideraba la ultraderecha,
no la gente laboriosa. Conspiraba la clase ociosa: el cuartel, el casino y la
sacristía; no los pastores, hortelanos, segadores, meloneros, carteros,
herreros, albañiles, empleados, maestros… Es falso que éstos eran los que
incendiaban España por los cuatro costados. En cambio, los que sí se dedicaban
a provocar y a preparar el desastre eran la clase ociosa, con bandera de
la “salvación de España”, es decir, los
de las JAP, los jóvenes fascistas de RE, las JONS, el MES, carlistas,
falangistas y ultras de todo tipo, el señoritismo, la oficialidad militar
fascistizada y la clerecía montaraz. El desastre no fue por culpa de los
segadores y meloneros España, en puro subdesarrollo).
P.
256…. “Los primeros asesinatos de la
izquierda en territorio republicano desde el 18 de julio de 1936 fueron una
continuación de la violencia prerrevolucionaria de la primavera de ese mismo
año…” (Otra falsedad más. Primero, insistimos: este capítulo ¿no era la
represión por parte de “los nacionales”? Segundo, todo el empeño de Payne es
aducir que los republicanos mataron primero. Pues es mentira. Ya se ha dicho
que los golpistas empezaron matando en la misma tarde del 17 de julio en Ceuta
y Melilla. Los republicanos y sus milicianos tardaron varios días en ver la
forma de reaccionar. En Madrid, hasta el 21 de julio no entraron al asalto en
el cuartel de la Montaña. Primero, engañados por la bandera blanca de los
militares y falangistas, los milicianos sufrieron una escabechina, no
cuantificada. Y fue posteriormente, ese 21 de julio, no el 18, cuando los
milicianos consumaron la matanza del cuartel de la Montaña: algo menos de 200
muertos entre derechistas y militares. No eran crímenes en frío, sino la lucha
antigolpista y antifascista allí no donde pudo hacerse.
Quede claro, una vez más, que la violencia
republicana empezó a los dos o tres días del golpe, al ver que los tiros iban
en serio. En Córdoba, por ejemplo, las primeras muertes causadas por los
republicanos ocurrieron el 23 julio (Posadas y Montoro, y unos pocos, el día 22
en Pedro Abad, y en este caso, al huir de una razzia sangrienta de los fascistas de la capital, que “se divertían”,
así literalmente, pegando tiros a la gente que estaba segando en la vega del
Guadalquivir. Era la primera aventura de los jovencitos de tronío del latifundio
cordobés. En el punto de mira: “los descamisados en alpargatas”. Es inútil
demostrar lo indemostrable: La violencia estalla con los golpistas. Después,
vino todo lo demás).
P.
257…. “dónde se asesinaba más, discusión
que continúa en el día de hoy y que incluso se ha visto incrementada a raíz de
la Ley de Memoria Histórica (¿Qué tendrá que ver esta Ley con el problema
histórico de la cuantificación de las víctimas?) … con una orientación política sesgada y torticera, puramente
revanchista, dedicada a culpar de los asesinatos y crímenes exclusivamente al
bando franquista…” Estas despectivas andanadas contra la Ley de Memoria
Histórica no son propias de un historiador, ya que este es el pensamiento reaccionario
de las derechas españolas en su conjunto, lo que llamamos “pensamiento dominante”
(Derecha política, económica –patronal y financiera-, derecha judicial,
militar, clerical, académica y mediática). Lo que debe tener en cuenta Payne es
la posición de organismos internacionales que vienen resaltando los “crímenes
contra la humanidad” cometidos por el franquismo, como han expresado, entre
otros organismos: el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas, del
Comité de Derechos Humanos (Informe Definitivo, de 2-julio-2014) y el Informe
del Relator Especial sobre la Promoción de la Verdad (22-julio-2014).
P.
257…. “Pero ya antes, en las primeras
veinticuatro horas, tras el inicio de la rebelión militar, se habían creado los
consejos de guerra”. (Completamente falso. El tema le es completamente
ajeno. Antes de agosto del 36 no se creó ningún consejo de guerra. Uno de los
primeros fue el del primo de Franco, el comandante La Puente Bahamonde (2 de
agosto, ejecución el día 4). Más adelante ocurrió en Córdoba algún consejo de
guerra esporádico (contra el Alcalde republicano, contra el capitán Tarazona,
en agosto, y poco más). Sepa el señor Payne que durante 1936 y más tarde, el 99
% de las víctimas iban a la muerte en forma sumaria (“paseo” nocturno),
incluida Salamanca y Burgos, lugares de residencia del dictador (Para Burgos,
en tema de “paseos”: Antonio Ruiz Vilaplana, Doy fe; para Navarra, donde no hubo ninguna víctima de derechas,
los franquistas se cargaron a 3.450 personas, Asociación de Viudas y
Familiares, etc., sin olvidar al magnífico P. Marino Ayerra, No me avergoncé del evangelio. Para
Zamora, el hijo del escritor Ramón J. Sender, Ramón Sender Barayón, Morir en Zamora, donde tampoco hubo
ninguna víctima de derechas, como en otras muchas provincias, pero ninguna
provincia se libró del castigo de Franco, ese que sólo “ejecutaba” en respuesta
al “terror rojo”. Estos y otros muchos datos los podemos ofrecer los que
llevamos más de treinta años investigando la represión con motivo del golpe
militar franquista y bastantes cosas más, “sin asesores de Edimburgo”. Sólo los
que hemos estudiado con dedicación podemos decir algo riguroso sobre aquellos
crímenes, muchos de los cuales los ignoraremos para siempre).
P.
257….”los jefes locales (franquistas)
no estuvieron sujetos a ningún control
central durante las primeras semanas y meses, hasta que Franco fue proclamado
Generalísimo” (Otro error garrafal. Primero, ninguna de la sangre derramada
en retaguardia era ajena al saber de Franco. Segundo, ya se habían difundido
antes del golpe las “órdenes reservadas” del “director” Mola. Tercero, en la
zona franquista no se movía una hoja sin que Franco lo supiera. Todos los
jerarcas de la sublevación tenían plenamente asumido el plan exhaustivo de
“limpieza”, sin más ambages. Ahí están las declaraciones terribles de todos ellos.
El oficial de prensa de Franco, el capitán Gonzalo de Aguilera, declaraba así
al periodista norteamericano John Withaker, en 1936: “Tenemos que matar, matar y matar, ¿sabe usted?... nuestro programa
consiste en exterminar un tercio de la población masculina de España. Con eso
se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado…”. El programa de
“limpieza”, según el oficial de prensa de Franco, era totalmente compartido).
P.
258…. “Los jefes militares regionales
del bando nacional fueron los responsables de la represión” (Esto es falso
completamente. Primero, no había jefes militares regionales. Sólo eran los tres
grandes, en perfecta conjunción: Queipo de Llano en el Sur, Franco en
Salamanca-Burgos, y Mola en el Norte. Todo depende de los tres y del primus inter pares. No hay más jefes
regionales).
P.
258…. (Con relación a las “ejecuciones” –nunca dice “crímenes”-) “el soporte más importante en dicho sentido
fueron los falangistas” (Otro gran error. Nunca actuó ningún grupo de
falangistas, sin la presencia de mando militar. Todo se hacía en los pueblos
bajo presencia y orden militar y de la Guardia Civil. Lo mismo se hacía en
Navarra, donde las patrullas de la muerte eran los carlistas, mandados por
militares. La manipulación exculpadora es lacerante. Payne quiere echar la
culpa de la matanza a la Falange, siendo lo cierto, que todo siempre ocurrió bajo
mando militar).
P.
258…. “Los objetivos de la represión de
los nacionales eran los líderes izquierdistas y los activistas revolucionarios”
(Falso totalmente. El objetivo de las masacres franquistas eran, además de
líderes, la masa obrera, “los descamisados en alpargatas”, la base social y
política de la República y las élites republicanas, políticas y culturales, la
izquierda española, el sindicalismo, la clase obrera y el laicismo (“los sin
Dios”). Cuando el 27-8-1936 los franquistas entraron en Palma del Río y se
cargaron a 300 obreros en “el corralón de don Félix”, allí estaban todos a los
que se encontraron por las calles del pueblo. Les decían: “¡Todos a la plaza!”
Y allí los ametrallaron. Como en Palma, en otros mil lugares. Y en la
posguerra, lo mismo, como iremos documentando. Repitamos: el objetivo de los
golpistas (Militares, Regulares, cívicos y la Legión) era la izquierda,
incluidas muchas mujeres, como las 17 de Gilena, las 27 de Fuentes de
Andalucía, las 49 de Don Benito, las más de 100 en Córdoba capital, las 80 de
Madrid, incluidas “las 13 Rosas”… En fin, ¡Una catástrofe humanitaria! Y ahora
Payne quiere ocultar esta catástrofe).
P.
258…. “Al parecer, los revolucionarios
izquierdistas fueron los más avergonzados por su sed de sangre, y se esforzaron
por ocultar su represión…” (Nunca había leído semejante tontería. El que
ocultó a mansalva la matanza fue el franquismo, dando lugar al descomunal
fenómeno de “los desaparecidos”).
P.
258-259…. Cifra las víctimas de derechas en 56.000, lo cual es una sobrevaloración errónea, como antes dijimos,
situándose los últimos datos en unas 49.000. Y Payne hace lo contrario, una
infravaloración, en cuanto a las víctimas republicanas, que sitúa en 80.000, que no es cierto. Los
especialistas en el tema cifran en 150.000 los fusilados por Franco. Payne, no
especialista, se basa en fuentes sectarias: A. D. Martín Rubio, un cura
integrista de Badajoz, relacionado con la Falange, y el siempre sorprendente
Julius Ruiz, que no hay manera de saber de dónde saca sus teorías. Prueba de la
lejanía de estos autores sobre la represión franquista es que no descienden a
los detalles ni a los casos significativos de localidades y provincias de toda
España, con archivos de por medio (que no sean la “Causa General”),
desconociendo la bibliografía especializada publicada durante los últimos
cuarenta años.
Lo más llamativo de Payne es esta
afirmación: “… la represión por parte de
los nacionales se volvió más organizada, fue la más efectiva de las dos y
también la que se cobró más vidas…” (¡Por fin estamos de acuerdo! Efectivamente,
los franquistas fusilaron más y mejor. Reprimieron con más organización: ahí
está la clave. Era el programa de “limpieza” y exterminio. Al decir “la más
efectiva” debería aclarar: “la más criminal” y la que incurrió más claramente
en crímenes contra la humanidad, genocidios y crímenes de guerra. Aquí Payne, sin
darse cuenta, se le ha escapado la lengua, y es cuando acierta).
P.
259…. “En los primeros meses, Franco
tuvo poco que ver con la represión” (Gran error. Otra soberana tontería, imposible
de creer por nadie conocedor del tema. Vuelve a poner el ejemplo del primo de
Franco, comandante Lapuente Bahamonde, al que hizo fusilar, eso sí, “con mucha
pena”. Bobadas una detrás de otra).
P.
259…. Mientras, por ejemplo, el teniente coronel de la Guardia Civil “Don
Bruno” estaba sometiendo a Córdoba capital a un horrible baño de sangre (un
genocidio que recuerda a Srebrenica), he aquí que Payne desea dejar a salvo la
“magnanimidad del Caudillo”, cuando se convirtió “en jefe supremo del Alto Tribunal de Justicia Militar, el 24 de
octubre de 1936, una corte de supervisión y apelación de los tribunales militares…”
(Todo erróneo. Primero, ¿Y eso del Alto Tribunal qué efectos tuvo? ¿Se
empezó a fusilar menos? En modo alguno. Segundo, esto quiere decir que con este
Tribunal Franco estaba al tanto de toda la represión. Tercero, la revisión o
examen de penas no se contempló hasta enero de 1940, y estas revisiones eran
sólo para coordinación de tribunales, y para condenas menores, excluidas las
penas de muertes y otros muchos casos (véase mi La victoria sangrienta, p. 288 y ss.).
P.
260…. “Franco, al final, actuó para
reducir y controlar la represión tras la conquista de Málaga…” (No es
cierto, en modo alguno. Franco, tras la ocupación de cualquier pueblo, en
cualquier fecha, hizo fusilar a mansalva. Es manipuladora esa teoría de la
“crueldad decreciente” de Franco, o la “magnanimidad creciente”. Es falso. Si
hubiera sido así, no hubiera permitido el baño de sangre colosal de la
posguerra).
P.
260…. “Los mandos italianos se
resistieron a entregar a los prisioneros a sus aliados españoles, protestaron
por el grado de represión indiscriminada y amenazaron con retirarse de la
guerra, argumentando que sus soldados eran reacios a continuar en una lucha en
la que la captura del enemigo significaba su muerte” (Aquí, un dato
perfecto. Los fascistas italianos dando lecciones de ética a los franquistas
españoles. Y un buen dato para el tema del fusilamiento masivo de prisioneros
(crímenes de guerra) en la España de Franco “el magnánimo.”
P.
261…. “Pero desde entonces (caída de
Málaga) el número de ejecuciones se
redujo considerablemente” (Otra vez la insistencia en la falacia del
“dictador clemente”, que es mentira. Repetimos: Franco, siempre que ocupaba
pueblos, fusilaba a mansalva, durante toda la guerra. Después, el baño de
sangre y lágrimas en la posguerra. En mis libros El genocidio franquista, Trincheras de la República y La victoria
sangrienta se documenta de sobra).
P.
261…. Al propio Payne se le escapa una nota, en la que queda en ridículo la
supuesta “clemencia” del dictador, y fue que, tras la caída de Málaga, “Fueron pocas las ocasiones en que atendió
las peticiones de clemencia para personas condenadas o bajo procedimientos
sumarísimos en la zona nacional, y rara vez esas súplicas se resolvieron con
éxito”… “El presidente de Acción Católica, Francisco Herrera Oria, dirigió en
1937 varias protestas a Franco, que dejó de recibirlo. Más tarde… Franco lo
deportó en 1939” (Pérez Mateos, Los confinados)…·
(Nota 14, p. 692). (Todo esto se vuelve contra las teorías del propio
Payne. Primero, que la “inclemencia” de Franco (es decir, su crueldad absoluta)
era proverbial. Segundo, que Franco conocía perfectamente todo lo que ocurría
en materia de represión. Tercero, la supuesta teoría del declive “humanitario”
de ejecuciones es pura fantasía de los “blanqueadores” del personaje).
P.
261…. “La represión se mantuvo de manera
oficial en manos de los tribunales militares… hasta que finalmente se levantó
la ley marcial el 7 de abril de 1948…” (Primero, la represión de posguerra
no estuvo siempre “en manos de los tribunales militares”. Payne debe saber que
las ejecuciones sumarias o “ley de fugas” gustaban mucho a Franco, como ocurrió
en abril y mayo de 1939, con otro repunte en 1941, y una oleada infernal en la
que yo llamo “trienio del terror” (1947-1949 ó 1950), con más de 1.500 víctimas
en este trienio. Es decir, que cuando Payne dice que terminó, fue cuando empezó
lo gordo. Sin olvidar los desmanes de La Legión en 1940 en algunos puntos de
España. Comprendo que estas peculiaridades no sean conocidas por Payne;
requieren una especialización rigurosa y mucha paciencia investigadora).
P.
262…. “En cualquier caso, la represión
siguió siendo responsabilidad de los tribunales militares” (Tribunales
militares puestos por Franco para ese menester. Resulta patético el esfuerzo de
Payne por eximir a Franco de responsabilidad. Imaginemos lo que le hubiera
ocurrido a Franco en el Tribunal de Nuremberg. Le hubiera echado la culpa a sus
jefes regionales o a sus tribunales militares).
P.
262…. “Se ha exagerado el número de
muertes violentas, civiles y militares, durante la Guerra Civil” (Ni mucho
menos. Payne no es un investigador dedicado a esta cuestión. Segundo, sus
fuentes son muy elementales y precarias. Tercero, meter en el mismo saco
combatientes y fusilados en guerra, posguerra, campos de concentración… etc. en
esa cifra de 340.000 muertos es una
mera suposición sin ninguna base. Están, además, los desaparecidos, los no
inscritos, etc., y esto sin contar los muertos de hambre en las prisiones (El
“Auschwitz” de Franco), en el trabajo esclavo, los niños robados, etc. Ni Payne
ni nadie podrá nunca cuantificar esta catástrofe humanitaria).
P.
262…. Atención al engaño capcioso de los que centran toda la represión en el
número de fusilados. Con ser esto gravísimo, la actuación de Franco fue una
“multi-represión”: además de los fusilamientos, está la tortura, la gran
mortandad en las cárceles (Hay lugares donde mueren más en las cárceles que en
los paredones), las consecuencias terribles del trabajo esclavo, la desgracia
del exilio, la represión económica (“legal” y alegal o robo), la represión
ideológica, la exclusión laboral y las “listas negras”, la desaparición y robo
de niños, la persecución de la guerra en la sierra y en el llano, la represión
ideológica implantando formas y creencias a la fuerza, la humillación de las
mujeres (los rapados y el ricino), la infravaloración social como ciudadanos de
segunda sin derecho a nada… Es decir, que los vencidos se vieron acorralados,
por décadas, desde todas direcciones, por tierra, mar y aire. El número de
fusilamientos es sólo un aspecto de la “multi-represión”. Las derechas españolas
llevan más de medio siglo exigiendo “el número”, porque saben que el número
final es imposible, ante el muro de las desapariciones, los no inscritos y
otras artimañas de los perpetradores. Pero existen “números” parciales, que
hablan por sí solos, frente al negacionismo y frente a las acechanzas de la
contra-memoria).
P.
263…. Este libro continúa con enormes vaguedades sobre la represión franquista
(lo mismo que con la republicana). No se aportan datos concretos ni
interesantes o novedosos. Vaguedades, lamentablemente).
P.
263…. Cuidado con esa añagaza para incautos que fue la célebre y falsa
cantinela de Franco de que “los que no
tuvieran las manos manchadas de sangre, nada tenían que temer”. (Soberana
mentira. Fue un anzuelo para incautos, primero. Segundo, fue una trampa para la
opinión internacional y para el Convenio de Ginebra de 1929, sobre guerra y
prisioneros, que prohibía las represalias de tipo político y sólo se toleraban
ejecuciones por delitos comunes. Este fue la razón por la que Franco jugó a
“las manos manchadas de sangre”. No olvide nadie esto con toda contundencia: La
represión de Franco no fue de raíz penal, sino política. Y para ir al dato
concreto, en la clasificación de los 106.000 prisioneros que a finales de 1937
hizo la Inspección Central de Campos de Concentración, el apartado D
correspondía a “incursos en alguna posible delincuencia”. Pues bien, ahí estaba
sólo ¡el 2’13 de los prisioneros!).
P.
264…. “durante toda su carrera militar,
Franco había sido un reconocido ordenancista (¿), muy disciplinado (Con la República no lo fue), y un purista de las reglas (no de las normas constitucionales ni
de su juramento)… Con su estilo duro y
decidido (sanguinario y despiadado más bien), pronto se ganó el respeto y deferencia de los demás (¿), y no sorprende que mantuviera esa misma
manera de ser en un encolerizado conflicto revolucionario (Pero, ¿había
conflicto de verdad o fue un golpe militar? Aparte de lo de Castillo y Calvo
Sotelo en Madrid, ¿En qué otras ciudades había entonces conflicto?) y en la gobernanza de un sistema político
fracturado. (¿Cuál era el sistema político fracturado? ¿La II República? Y
la democracia actual, ¿No está “fracturada”, tal vez mucho más? Que el señor
Payne haga estas justificaciones sin rubor es, sencillamente, impresentable.
Entre el dechado de virtudes “del
Caudillo” echo en falta: estratega militar, nivel intelectual y cultural, número
uno de su promoción y no el último (cosa que Payne soslaya. No se le daban bien
ni las ciencias ni las letras. Por cierto, ¿Cuál era su poeta preferido?)… hombre
de Estado, carisma, capacidad de oratoria, altura de miras... Lo que se llama
el gobernante sabio y justo… Echamos todo esto en falta, a fin de poderlo comparar
con Julio César, Carlomagno…y poderlo llamar Francomagno.
El autor no le atribuye defectos, ni
siquiera la timidez y complejo de inferioridad, sin más vía de escape que el
derramamiento de sangre, como Nerón. Ambos utilizaban la sangre, no sus
virtudes, para hacerse respetar).
P.
264…. “Una vez asumido el mando, a
menudo se mostraba tan severo e impersonal que parecía no conocer las emociones
humanas” (¡Perfecto! Atinadísimo retrato. Desconocía las emociones humanas…
De lo contrario, hubiera evitado tamaña catástrofe humanitaria y tanto
derramamiento de sangre).
P.
264…. “Mantenía su propio criterio sin
fisuras… cuando al fin tomaba una decisión, la llevaba a cabo con resolución y
sin mirar atrás” (Es el perfecto retrato del fanático. Payne se está
refiriendo a la represión y a las penas de muerte, donde era inflexible).
P.
264…. “El nieto mayor del Caudillo (dicho
así, con devoción) recuerda que muchos
años después, en 1973, tras derrumbarse y llorar en el funeral de su principal
lugarteniente, el almirante Carrero Blanco, doña Carmen dijo: ‘Pobre Paco,
cuando era joven le vi llorar el día que acabó la guerra; dijo que si hubiera
sabido lo que iba a ocurrir, nunca se hubiera sumado al alzamiento’…” (Lo
malo no fueron sus lágrimas, sino las de varios millones de españoles. Le faltó
el sentido de la prudencia: no se puede encender un cigarro en un depósito de
bombas, ni abrir la compuerta de un pantano y lamentar luego la inundación.
Estas palabras al “Pobre Paco” son el perfecto retrato que Valle-Inclán hizo de
Tirano Banderas, en 1920 (Austral, p. 42). Todo patético, incluida la altura
intelectual del testimonio).
P.
264…. (Apoteosis final del cinismo) “…
siempre sostuvo que la prueba de fuego de la Guerra Civil en España fue una
purga necesaria para los pecados del progresismo y del izquierdismo, un gran
mal que Dios permitió, para que llegara un bien mayor: el renacimiento de
España bajo la victoriosa jefatura del Caudillo” (¿Esto lo dice Payne o ‘el
Caudillo’? Creo que los dos están de acuerdo, para lectura y gozo de las
derechas españolas, todas de acuerdo, hoy día, con estas barbaridades. No creo
que en el mundo entero, con relación a su pasado histórico reciente, exista una
deformación psiquiátrica tan enloquecida como la que se da en España. Hablar de
la guerra civil es entrar en el gran manicomio de España).
P.
265…. “Las dos principales guerra
civiles españolas en el siglo anterior habían acabado con la victoria de los
liberales (es decir, los demócratas, digamos), que ofrecieron ciertas concesiones a los vencidos…” (He ahí la
diferencia, cuando gana el fascismo o cuando gana el polo opuesto; lo mismo que
ocurrió en 1945, cuando ganaron los aliados: no se llevó a cabo la represión
masiva (como hizo el franquismo), sino una represión muy selectiva. Hay
bibliografía al respecto).
P.
265…. (A continuación, una sibilina justificación de la represión de posguerra)
“… tras la derrota del bando republicano
(un Gobierno legal nunca se llama “bando”), una buena parte de los vencidos estuvo dispuesta a aceptar su
régimen, al menos de forma pasiva… Esto, al menos en teoría brindaba la
oportunidad de intentar llevar a cabo un programa de reconciliación… Sin embargo,
esto no se produjo. (Franco prefirió)…
llevar a cabo una amplia contrarrevolución cultural que hiciera imposible otra
guerra civil, lo que significaba que la dura represión contra la izquierda
debía continuar (Es decir, que la culpable de la guerra civil era la
izquierda, y no el golpe militar. Estas justificaciones de la gran represión,
en realidad, crímenes contra la humanidad, son impresentables).
“Que
una de las consecuencias de la guerra fuera un régimen dictatorial no es
sorprendente, pues la democracia había sido abandonada por ambos bandos en
1936…” (Esto es rigurosamente falso. La democracia fue abandonada y
quebrantada por los golpistas, no por la República, a pesar de las
turbulencias).
P.
266…. “La represión se aplicó con rigor
a ciertos niveles de responsabilidad en los partidos de izquierda y en los
sindicatos. Los casos se analizaban individualmente.” (Dos grandes errores
se dan en esto. Primero, la represión no se aplicó sólo a “los significados
políticamente”. Es decir, la represión buscó, no sólo destruir el sistema, sino
sobre todo destruir las bases sociales de la República, además de sus élites:
políticas, culturales o militares. Basta con estudiar Consejos de Guerra, y
además conocer a muchas personas de los pueblos, para comprobar sin escapatoria
que muchísimas personas “no significadas” fueron al paredón. Esto lo sabe quien
ha descendido al infierno y a la cloaca de la gran represión franquista. Los
grandes errores vienen de quienes no se han metido a fondo en esta cuestión.
Segundo, casi todos los Consejos de Guerra de la gente del montón y de los
pueblos eran colectivos, y de manera colectiva era la vista de la causa, en
la que no daba tiempo ni a pronunciar los nombres ni a formular los cargos.
Miles de ejemplos. “Las 13 Rosas”, de Madrid, fueron a la muerte en una causa
colectiva. Además, quienes han estudiado los Consejos de Guerra saben que eran
un simple simulacro de “justicia”. Esto tiene una sencilla conclusión: o se es
un estudioso de esta cuestión o no se es. Tratar de apoyarse en una frase
aislada de Solé i Sabaté, que además se centra en Barcelona, es una
irresponsabilidad, cuando existen además una serie de libros monumentales sobre
la cuestión. La represión mayúscula de Franco contra la España vencida no fue
tanto la que se dio en Cataluña o en el País Vasco. Aquí, en concreto –hay un
buen artículo de Francisco Espinosa-, a pesar del fusilamiento de los 14 de
Guipúzcoa, y otras cosas terribles, la represión tuvo más lenidad que en la
mitad meridional de España, de Madrid para abajo. Así lo expuse en una charla
en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, en 2009, donde quedaron
horrorizados de las cosas que ocurrieron en el Sur. Y convinieron: “¡A pesar de
todo, hemos tenido suerte!” Repetimos: en Cataluña y en el País Vasco la gran
represión fue “un poco” más leve que en el resto de España. Por ejemplo, en las
comunidades históricas no se dio, por ejemplo, el “trienio del terror”
(1947-1949) contra la población civil (Sin olvidar del terror de las Comisarías
de Policía de Barcelona, en la segunda mitad de los cuarenta), un “trienio” del
que apenas nadie sabe nada).
P.
266…. “No había pena de muerte para los
delitos de índole política como tales (Esto es una burrada descomunal, dicho
así, sin ambages. Si no fuera una tragedia, todo el que sabe de Consejos de
Guerra se ríe de esta patochada), pero
muchas sentencias sí se aplicaron a condenados cuyas decisiones políticas
habían ido acompañadas de violencia.” (¿De dónde saca el señor Payne estas
cosas raras? Efectivamente, de Julius Ruiz, el nuevo vidente de la historia
fantástica, al que ningún investigador español importante tiene como
“autoridad” en el tema. En la Introducción a mi libro La victoria sangrienta he dado buena cuenta de los dislates de
Julius Ruiz).
P.
266…. “se dictaron en total casi 51.000
sentencias de muerte, de las que no menos de 28.000 se cumplieron” (Julius
Ruiz). Estas cifras no tienen ningún reconocimiento en España, ni mucho menos
están demostradas detalladamente, ni por ciudades, pueblos y provincias.
P.
266…. De todas formas, es completamente erróneo plantear el estudio de la gran
represión franquista en términos de número
de fusilamientos, que además, en todas sus formas, es algo poco documentado
para el dúo Payne-Julius Ruiz. La “multi-represión” franquista –ya se ha dicho
antes- abarcó mucho más que los paredones. Fue un abanico de represiones, que
acosaron a los vencidos desde múltiples ángulos.
Vamos a decirlo sin ambages, ¿Cuándo
analizamos la represión de Hitler, nos preguntamos por el número de
fusilamientos o por las sentencias de muerte? No, en modo alguno. Nos
preguntamos por los campos de concentración, por el apresamiento masivo y por
la gran mortandad por hambre y condiciones infrahumanas?
¿Por qué Payne no se hace la misma
pregunta con relación a la gran represión franquista? Además del número de
fusilamientos, buscar la mortandad en los campos (que fueron 188, al menos) y
en las prisiones (20.000 víctimas) y en Batallones de Trabajadores, que no lo
sabemos… El señor Payne, lo mismo que le pregunta a Hitler, que se lo pregunte
a Franco.
P.
266…. El gran fenómeno represivo del trabajo esclavo ideado por el franquismo,
con casi una decena de modalidades, este autor lo despacha de la siguiente
manera, sin entrar para nada en el problema:
“Por
otra parte, las sentencias a trabajos forzados (no
eran sentencias, sino decisiones adicionales, traslados o destinos) tuvieron un papel mucho más limitado que en
otras grandes dictaduras. Durante la
guerra, el ejército nacional formó batallones disciplinarios de soldados
trabajadores (Muy mal. Esto fue durante la posguerra. En la guerra se
llamaban Batallones de Trabajadores. Este tema aparece aquí totalmente de
pasada, siendo un mecanismo crucial en la represión y en la esclavización del
vencido. Ni siquiera menciona la Redención de Penas por el Trabajo, y mucho
menos el método represivo nazi de los campos de concentración, que fueron al
menos 188 en total (en la Italia de Mussolini, sólo uno, en Trieste) y
recluyeron al menos medio millón de hombres (507.000). Franco organizó más
“campos” que Hitler, aunque más artesanalmente, pero con “gran eficacia”. Todo
el epicentro de la represión franquista, el mundo concentracionario-carcelario,
es ignorado en este autor).
P.
266…. Aquí incurre en una auténtica barbaridad contra la verdad histórica, con
la siguiente observación, facilitada por alguna fuente con muy mala intención:
“En comparación, los campos
de concentración republicanos durante la Guerra Civil impusieron trabajos
forzados mucho más severos” (Esto es una gran mentira,
por no decir manipulación sectaria. De nuevo aparece por aquí la “iluminación”
de Julius Ruiz. El “campo” republicano más conocido, de los pocos que
existieron, fue el de Totana (Murcia), con unos 1.000 presos, que llevaron una
vida anodina y gris, sin sobresaltos. El jefe republicano del Sur, en
Pozoblanco, don Joaquín Pérez Salas, mandó alojar en el pueblo de Dos Torres a
las mujeres, viudas o familiares de los derechistas asesinados o evadidos, con
órdenes estrictas de respeto y suministro de subsistencias (Por cierto, no
tenemos noticia de que las raparan y les dieran aceite de ricino, con un moñito
y la bandera republicana…) No, no hubo el mismo comportamiento en una zona que
en otra, a pesar de tantas cosas, porque no nos gusta tapar nada. Y estas
personas de derechas, protegidas en Dos Torres, declararon en el sumario contra
Pérez Salas en 1939, que de nada le sirvió y fue fusilado. Valga éste y miles
de casos para demostrar las sentencias, la mayoría, fueron de raíz política, no
penal, algo que los autores confunden varias veces. El desconocimiento es
evidente, por ejemplo, la disparatada afirmación de que la participación en el
trabajo esclavo “siempre fue
voluntaria”. Lo único voluntario era la Redención de Penas por el Trabajo,
que es cosa muy diferente).
P.
267…. “A finales de 1941, la mayoría de
las prisiones estaban cerradas (Eso es una barbaridad inaceptable) y se habían dictado más del 95 por ciento
de las sentencias de muerte que hubo.” (Vamos a ver. Primero, ni es cierto
que en 1941 se habían dictado casi el total de penas de muerte –Recuérdese que
en el “trienio del terror” (1947-1949) se fusiló en España a más de 1.500
personas, diez años después de la guerra-; ni mucho menos es cierto que en 1941
casi todas las prisiones estaban cerradas. Semejante disparate se vuelve contra
quienes afirman o sostienen esto. Véase mi libro La victoria sangrienta, donde queda ampliamente demostrado lo que
fue 1941 en las prisiones franquistas, el año de la gran mortandad en España,
por hacinamiento, hambre e insalubridad. Muchos ejemplos. En el penal de la
isla de San Simón (Pontevedra), perecieron en ese año 666 presos, ¡Un 30’6 %!
de los 2.176 que había. En Córdoba, de 3.500 presos, perecieron en la prisión
756, casi todos en 1941. Poseemos datos de unas 15 prisiones únicamente, y los
datos son terroríficos. Payne-Palacios se basan en no sé qué “papeles” del
“Archivo Privado de Franco”, lo que indica que, en algunos puntos de la
represión, los informantes de Franco le echaban buen número de mentiras. Los
“papeles” dirán lo que quieran, pero los presos se morían como moscas en las
cárceles).
P.
267…. “El 24 de enero de 1940 se creó
una comisión especial jurídico-militar, con el fin de revisar todas las
sentencias, y confirmar o reducir las penas, pero en ningún caso aplicarlas.” (Otra
gran metedura de pata. Primero, este organismo se llamaba Comisiones
Provinciales de Penas, cuyo principal objetivo era coordinar criterios de los
tribunales militares de toda España. Segundo, la orden incluía unos apéndices
(I y II), en los que se concretaban nada menos que 33 tipos de excluidos de la
revisión: las condenas a muerte, las de treinta años, las de treinta años por
conmutación, las de comunismo, masonería y un largo etcétera. Según Juan José
del Águila, especialista en esto, el “examen o revisión” incoó expedientes sólo
a la cuarta parte de los presos de Franco. Y los resultados fueron
irrelevantes. Por consiguiente, hay que atenerse a los estudiosos
especialistas, y no a los “papeles” de la mesita de noche de Franco. Lo más
importante: que los penados a muerte estaban excluidos del “examen de penas”,
mecanismo pensado sólo para los condenados a penas menores).
P.
267…. Todo el mundo carcelario franquista, epicentro de la represión de
posguerra, Payne lo obvia y lo soslaya. Sólo polemiza con el “número de
fusilados”. El grueso restante de la represión no atrae su atención.
P.
267-268…. Se detiene prolijamente en los
indultos de Franco, para demostrar su “magnanimidad” y la levedad de la
represión. El porqué de los indultos no era ni más ni menos que una válvula de
escape para solucionar el caos de la masificación carcelaria, inasumible para
cualquier gestión o presupuesto alimentario o de otro orden. No eran medidas
“caritativas”, por más que los hagiógrafos las incluyen en el virtuario del
dictador; eran medidas desesperadas “de gestión”. En mi La victoria sangrienta (p. 510 y ss.) se aborda con bastante
detalle este tema.
P.
268…. Payne obvia y soslaya un tema crucial carcelario: La libertad vigilada, a partir de 1943, el mecanismo de control que
supuso aquello para los libertos, el acoso, vigilancia y persecución que
impedía que los presos rehicieran una vida normal, teniendo que acudir cada
atardecer al cuartel “a pasar lista”, a cantar el “Cara al sol” y recibir,
algunos, una ración de palos. Nadie ha hablado de esto: de los muchos años de
acoso de la libertad vigilada.
P.
268…. “Aunque, sin duda alguna, la
represión fue muy dura, se pareció a las que tuvieron lugar en otras guerras
civiles revolucionarias de Europa durante esa época” (Un intento exculpatorio
absurdo y falso. No dice a qué guerras civiles se refiere, ni qué cifras. Se
pretende aquí, sin más, diluir responsabilidades y terribles realidades. Este
tema ha sido perfectamente resuelto por Julián Casanova, que Payne no cita, en Morir, matar, sobrevivir, pp. 5-10. Las
diferencias con España son enormes).
P.
268…. “No hay razón para pensar que la
situación habría sido mejor, si los revolucionarios hubieran triunfado…” (Esto
es una conclusión bárbara. No es el primero que la hace. Pero no se trataba del
triunfo de “los revolucionarios”, sino de la II República democrática. Y en eso
desembocó la lucha de los “revolucionarios partisanos” en Italia en 1944; y en
ese sistema democrático desembocó la lucha de los maquis revolucionarios
franceses en el mismo año… ¿Por qué en España iba a ser diferente, con sus
instituciones democráticas, aunque agujereadas por la guerra, y así era el
discurso de España en la Sociedad de las Naciones? Decir otra cosa malintencionada
es mentir, sin el mínimo rigor. Y ya se ha citado como fue el tratamiento que
hicieron las democracias occidentales con los vencidos fascistas, en Alemania y
en Italia, aquí mucho menos, y en Alemania se ahorcó o encarceló a una
selección minoritaria. La democracia española republicana no era de peor
calaña.
En
cualquier caso, la burda afirmación tabernaria que comentamos dice muy poco a
favor del rigor de un historiador).
P.
268…. Aquí llegamos a la traca final de Payne-Palacios, la mascletá del
disparate:
“Si bien en los primeros
años del régimen las condiciones de las prisiones eran paupérrimas, Franco no
dejó que muchos prisioneros izquierdistas (Muchos, no;
muchísimos) murieran de hambre o
enfermedad…” (Pero, ¿de qué país están hablando? ¿O a qué estúpidos quieren
engañar? Esto es ya una salida “de pata de cabra” o una bufonada de lesa
inteligencia. Hay mucha bibliografía al respecto, valiosísimos libros de
memorias, magníficos documentales de los últimos quince años… ¿Qué es lo que
leen o ven estos autores? Mi estudio La
victoria sangrienta responde a 36 años de investigación sobre estos temas,
como para saber de lo que se habla. Esta conclusión de los autores es,
sencillamente, disparatada).
P.
269…. “Durante los primeros años
cuarenta, el régimen de Franco fue un sistema rigurosamente autoritario, que
luchó por sobrevivir en medio de una guerra mundial…” (Primero, el Régimen
de Franco fue fascista en los primeros años. Múltiples argumentos contra el
bloque negacionista y “blanquedor” del franquismo. Antes hemos citado la
declaración de la ONU, del 12 de diciembre de 1946. Segundo, “que luchó por sobrevivir”. Mucho más lucharon por
sobrevivir sus vencidos y sus reprimidos y sus exiliados desparramados por el
mundo, así como la España que convirtió en una escombrera).
La antología de errores y horrores del
tándem Payne-Palacios es inasumible. Las derechas españolas son irrecuperables
intelectualmente hablando. El tema de la guerra civil las descoloca y son
incapaces de hilvanar algo veraz o lógico. No es que no sepan; es que no
quieren saber ni que la sociedad sepa. Un simple programa de ocultación. Sobre
estos temas sólo les oigo burradas en su visión de la historia. Mi definición
de burrada: “Una patada a la inteligencia y una bofetada al sentido común”.
Delenda
est stultitia.
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