24/9/17

NOTAS APRESURADAS SOBRE ERRORES DE STANLEY G. PAYNE


NOTAS APRESURADAS SOBRE ERRORES Y HORRORES DE UN LIBRO DE STANLEY G. PAYNE

 

                                 Por Francisco Moreno Gómez

 
Pórtico

 

En el otoño de 2014 se ha publicado un libro de Stanley G. Payne y Jesús Palacios, Franco. Una biografía personal y política (Espasa Libros). Ante el cúmulo de inexactitudes y evidentes manipulaciones, el profesor Ángel Viñas nos convocó a una docena de historiadores a redactar una contundente réplica, que pusiera los puntos sobre las íes ante la falsificación de la historia. En mi caso, centrándome en las manipulaciones respecto a la represión franquista en líneas generales, redacté dos textos: el primero, que es éste, “Notas apresuradas”, para tomar un rápido contacto con la obra en una primera lectura; y el segundo, un artículo de fondo para la revista virtual Hispania Nova, “La gran acción represiva de Franco que se quiere ocultar” (Núm. 1 Extraordinario, 2015), bajo la dirección de Ángel Viñas. A continuación expongo las “Notas críticas”, con una serie de entradas, comentando los errores de Payne-Palacios, tras la indicación de la página correspondiente del libro citado. Ya la sola selección de los textos es un aldabonazo sobre la obstinación y contumacia con que la derecha española y acólitos se niegan a aceptar la historia del siglo XX. Se trata de un síndrome, de una neurosis ideológica y política de la derecha española que, si no puedo ocultar la historia, al menos se niega a aceptarla. Se trata, ciertamente, de una enfermedad del pensamiento conservador español o de una mala voluntad, que es irreconciliable con la ciencia histórica. Y de este desvarío participa, lamentablemente, el estadounidense Stanley G. Payne, lo cual es lamentable, porque en los primeros libros de su trayectoria el sectarismo ideológico no había alcanzado esta cota, ni mucho menos. Pero así es la evolución de los tiempos, de las mentes y de las desviaciones históricas. La propia selección de los textos siguientes ya es, de por sí, escandalosa, respecto a los hechos reales de la República, de la guerra y de la posguerra.

 

Los textos sorprendentes

  

P. 129…. “sólo una pequeña parte de la derecha política albergaba propósitos extralegales, a diferencia de los sectores revolucionarios del Frente Popular” (Falso. Falta de análisis crítico. Toda la derecha española, en mayor o menor medida, se hallaba fascistizada, como parte de la derecha europea, por supuesto parte de la francesa, y un poco también la inglesa. Gil Robles se hallaba desbordado por la radicalización creciente de la CEDA, no digamos los grupos ultras, que eran bastantes y variopintos, bajo la “dialéctica de los puños y las pistola”. Así fue en la Italia de los años veinte. Existe buena bibliografía al respecto, que Payne parece ignorar).

P. 129… “Alcalá Zamora demostraba poco respeto por la democracia republicana”  (Aparte de que eso es falso, veamos. Primero, ¿No afirma que la II República no era una democracia? Segundo, lo que le ocurría a don Niceto fue que, posiblemente con acierto, no le quiso entregar el poder a Gil Robles).

P. 130….. (Primavera de 1936) “… una considerable violencia, casi siempre provocada por la izquierda” (Totalmente falso, en cuanto a la “considerable violencia” y en cuanto al protagonismo de la izquierda. La protagonista sistemática y creciente era la ultraderecha española, sin que se quite importancia a un par de levantamientos anarquistas y la revolución de Asturias, con motivaciones diversas. Seamos resignados con la historia: lo emergente en los años treinta era el fascismo. La izquierda iba a remolque. Claro, era una izquierda mucho más consciente y motivada que la de hoy, sin comparación).

P. 131…. “el Frente Popular no era más que el caballo de Troya para la revolución violenta” (Falso. Esto supone un desconocimiento total de lo que fue el pacto del Frente Popular, con el que se dejó en suspenso, por ejemplo, el maximalismo de la CNT. El manifiesto no era nada extremista. La actuación luego, salvo algún episodio anticlerical, se centró en acelerar los reformismos del 1º Bienio, como la reforma agraria. Y el estandarte del Frente Popular de febrero no era la “revolución”, ni mucho menos, sino la liberación de los presos de Asturias y la petición de responsabilidades por la represión de 1934. Franco y algunos más tenían miedo a esto. Basta con acudir a la prensa de aquellos meses).

P. 140…. “no había indicios claros de que los revolucionarios fueran a hacerse con el gobierno.”  (Ahora se contradice. Primero, ¿No hemos quedado en que eran el caballo de Troya para la revolución? Segundo, el mismo autor deja escapar, sin darse cuenta, que lo que él llama “los revolucionarios” no tenían ningún plan revolucionario ni existía tal cosa. De hecho, no entraron en el gobierno, sino que hubo un gobierno monocolor formado por la burguesía republicana)… La izquierda continuaba pidiendo responsabilidades a quienes habían aplastado la revolución de octubre de 1934”. (Esto, sí. Pero nada de revoluciones ahora, aunque con esto le agüemos la fiesta a los apocalípticos o posesos del delirium tremens. El historiador tampoco tiene que asustarse por las retóricas revolucionarias de “la chusma”. Hoy, en cualquier manifestación, se puede escuchar: “Banqueros al paredón”. Y muchas y peores cosas se pueden escuchar a los del estómago vacío. Hay que procurar no asustarse de los fuegos artificiales).

P. 140…. “ninguno de los movimientos revolucionarios propuso en aquel momento hacerse con el poder, por lo que Franco siguió considerando que la situación no era desesperada.” (Totalmente de acuerdo. Esto se contradice con las teorías de la revolución inminente del autor, cuando en otras páginas presenta la revolución inminente incendiando España por todas partes. Cúmulo de contradicciones).

P. 148…. “En Francia, una coalición del Frente Popular también había ganado por un estrecho margen, pero decisivo, en las elecciones de finales de mayo, y las consecuencias fueron muy diferentes. A lo largo del mes de junio, Francia se vio sacudida por una gigantesca ola de huelgas, mayores que las españolas, tanto en términos absolutos como proporcionales”  (Por consiguiente, el “caos” en Francia era más escandaloso que en España. Las huelgas más importantes y masivas…Luego, el mismo autor reconoce, tal vez sin caer en la cuenta, que el llamado caos de España no era tan alarmante, desde luego mucho menor que en Francia).

P. 149…. (Ahora, Payne reconoce que ha perdido su discurso catastrofista, da marcha atrás y vuelve a las andadas)… “Lo cierto es que a finales de la primavera de 1936, los análisis que se hacían sobre España hablaban de caos, de anarquía y de preparación para la revolución…” (¿Por qué ahora este desvarío, si antes lo estaba explicando bien? Y, ¿Dónde ocurrían esos preparativos revolucionarios, si antes ha dicho que no?, porque la gente estaba segando, en la era, trillando, cuidando huertos y melonares. No insistamos: Payne está perdido en estos temas ni los conoce).

P. 149…. (Payne acentúa su pathos delirante. Una subida de fiebre. La estampa del apocalipsis era la siguiente)

“Las frecuentes violaciones de la ley, los asaltos a la propiedad privada y la violencia política en España no tenían precedentes en ningún país moderno de Europa…” (Sí había precedentes: la Comuna de París, las grandes manifestaciones en Francia tras el triunfo de su Frente Popular, etc.).

“La violación sistemática de la ley incluía oleadas de huelgas masivas” (Pero la huelga era derecho constitucional, luego no había violación de la ley. De todas formas, para conocimiento de Payne, vamos a deshacer el mito y la falacia de las huelgas masivas durante la II República.

Por años: 1931 (734 huelgas), 1932 (681), 1933 (1.127), 1934 (594), 1935 (181) y 1936 (887). (Fuente: Carlos Salas, Lainformación.com).

Ahora, veamos lo que pasó en los años de la Transición española, en comparación (aunque la población hubiera evolucionado). Años: 1974 (1.730 huelgas), 1975 (2.807), 1976 (3.662, con más de 2’5 millones de huelguistas), 1977 (1.194, con más de 2’9 millones de huelguistas), 1978 (1.128, con más de 3’8 millones de huelguistas), 1979 (2.680 huelgas, con más de 5’7 millones de huelguistas). (Fuente: Anuario de El País, 1983). Por tanto, esto son huelgas y lo demás es tontería, con lo que la II República queda a años luz del panorama obrerista de la célebre Transición “modélica”.         Ahora bien, si hubiera triunfado la intentona de Tejero, además de una hagiografía del “magnánimo Tejero”, tendríamos un cuadro espantoso de “la pérfida Transición”, como “la gran prostituta de Occidente”. Todo depende de quién sea el vencedor y de qué bandera toman ciertos historiadores y a qué falacias y público tratan de servir. Por consiguiente, tras estos datos de huelgas, en la República y en la Transición, se acabó ya de una vez el síndrome agitador callejero respecto a la II República. La Transición fue mucho más agitada).

P. 149.… (Primavera del Frente Popular) “una ola de incendios provocados (Hoy día se provocan muchos más. Cada verano arde España, de Galicia a Málaga), numerosas destrucciones de la propiedad privada (Dónde y cómo. Hubo algunas ocupaciones de latifundios baldíos (Badajoz…) y la llamada “siega de asalto” (Estas cosas es difícil que las sepa Payne), según la cual los campesinos sureños se ponían a segar las siembras abandonadas (boicot patronal) y pasaban luego a cobrar al dueño, el cual los solía mandar con viento fresco así: ‘¡Que os dé de comer la República’), cierres arbitrarios de escuelas católicas (¿Dónde?), saqueos de iglesias (Falso. En la “revolucionaria” Córdoba, sólo conozco un caso, y no fue un saqueo, sino un incendio: Palma del Río…Y ocurrió así: la gente iba en manifestación celebrando el triunfo del Frente Popular. Desde la ventana del centro derechista los tirotearon. Un herido. Al día siguiente, el populacho incendió, al menos, una iglesia y un convento. No justificamos. Sólo explicamos la complejidad de las cosas).

P. 150… (Primavera del Frente Popular) “resultado de más de 300 muertos” (Pero ¿a manos de quiénes fueron estos muertos? Básicamente a manos de fuerzas represoras o derechistas. Usa como fuente a varios historiadores conservadores, como Blázquez Miguel o F. del Rey Reguillo, que han escrito con un alarmismo extraordinario sobre el tema. ¿Con qué investigación? El estudio riguroso, provincia por provincia, está por hacer. Córdoba (típica provincia “revolucionaria”), entre alguna más, sí está investigada: en la célebre “Primavera perversa” hubo aquí 18 alteraciones del orden públicos o hechos violentos: 5 por parte de la izquierda (3 muertos), y 13 por parte de la derecha (7 muertos en 7 acciones diferentes, y 5 y “varios” heridos, en 4 acciones diferentes. Pues ya se ve quién ponía los muertos y quién el plomo en la “Primavera perversa”. Fuente: F. Moreno, 1936. El genocidio…, Crítica, 2008, p. 23 y ss.).

P. 150…. “Algunos historiadores (Quiénes) han reconocido que el escenario era de situación prerrevolucionaria” (Esto no es cierto, y hay que demostrarlo, provincia por provincia. Los libros de Claude G. Bowers y de Sir Peter Chalmers-Mitchell demuestran lo contrario).

P. 150…. “no hay duda (¿Ninguna duda? Hay que leer a Bowers y a Chalmers) de que existía un clima prerrevolucionario de anarquía, de desgobierno, coacción y violencia creciente intolerable en cualquier país…” (Esto es un desvarío. ¿No estaremos viendo una película de indios, para preparar la llegada de Franco? Y cuando la intentona de Tejero, en 1981, con miles de huelgas, antes citadas, la eta, el grapo y la ultraderecha…  la situación, ¿No era mucho peor? Se encerró a Tejero y se acabó la propaganda. No se olvide que en la II República no existió la corrupción –sólo un caso-. Ahora hay centenares de casos cada año. Ni hubo un terrorismo organizado como la ETA o el GRAPO, etc. Y muchas menos huelgas y huelguistas de los que hubo en la Transición “modélica” (con 127 muertos, no se olvide, según M. Sánchez Soler).

P. 151…. “lo que finalmente hizo decidirse a Franco… fue el clima de violencia política extrema que tuvo lugar en Madrid la noche del 12 al 13 de julio” (Falso. Mucho antes, la operación del Dragon Rapide, para traer a Franco de Las Palmas a Marruecos, ¿no se puso en marcha el 5 de julio en Londres? Franco estaba en la conspiración mucho antes de lo de Calvo Sotelo).

P. 169…. “Desde el primer día del conflicto ambos bandos llevaron a cabo una brutal represión de la oposición en sus respectivas zonas” (Desde el primer día, no. Unos sí, y los otros, dos días después. Y en cantidad, cualidad, etc. jamás fueron equiparables. En extensión geográfica, tampoco, ni temporalmente, etc.)… “La constante acumulación de las llamadas a la violencia por parte de la izquierda revolucionaria fue en aumento en los últimos años, y la determinación de los insurgentes de actuar del mismo modo, condujo a un clima de ejecuciones masivas” (Interpretación falsa. La represión franquista no es jamás el efecto, y la republicana, la causa. Justo al revés. ¿Cómo se explican las “Instrucciones Reservadas” del “Director” (Mola) desde mayo, junio y julio del 36? Los golpistas estaban en la “causa” antes del golpe; los republicanos, después del golpe).

…. “Tales atrocidades fueron una consecuencia de todas las guerras civiles revolucionarias y contrarrevolucionarias del siglo XX europeo…” (Esto es pura conjetura, ninguna guerra civil es igual a otra, ni tienen por qué parecerse. La española tuvo que ver con el nazi-fascismo y no con otra cosa. ¿Y por qué pone primero “revolucionario” y luego “contrarrevolucionario”? Lo evidente es que la guerra española fue una acción de “contra-revolución preventiva” por parte de las derechas y los militares. No se pueden falsear los hechos).

P. 170…. Habla de 55.000 ejecuciones de personas de derechas (en otro sitio dice 56.000, p. 252, con falta de seguridad). Observamos las fuentes: Pío Moa y Martín Rubio, seguidores del desautorizado Salas Larrazábal. Más adelante centraremos la cuestión de las cifras. Ahora dice “casi 7.000 religiosos”, siendo lo cierto: 6.832, según la fuente clásica: A. Montero Moreno, Historia de la persecución religiosa en España, 1936-1939, BAC, Madrid, 1961.

P. 170…. “La represión de los militares alzados fue algo más amplia (¿Sólo algo más amplia? Fue tan amplia que incurrieron en los crímenes internacionales: lesa humanidad, genocidio y crímenes de guerra. Hay que presentar los balances cuantitativos con rigor y mención de fuentes, lo cual no hace constar) y, como casi todo lo demás en la zona nacional, estuvo mejor organizada…” (Por supuesto, el crimen estuvo mucho mejor organización en zona “nacional”. El cinismo es antológico. En la nota 17, las fuentes que da para Badajoz son absolutamente sectarias e irrelevantes. El resultado: una falsedad. Siempre la negación de Badajoz, sin aceptar los hechos. Los estudiosos “normales” no han negado nunca Paracuellos, pero los “fanáticos” niegan Badajoz, Guernica y todo lo demás).

P. 170.... “Franco no fue inicialmente responsable de ella (de la represión) y habría ocurrido aunque él no hubiera existido… y no intervino decisivamente hasta marzo de 1937” (Teoría absurda. Desde el primer día de la guerra no ocurrió nada en la zona franquista ajeno al conocimiento de Franco, Mola y Queipo).

P. 170…. “Palideció, sin embargo, ante dos de las primeras ejecuciones: la primera fue la de su primo el comandante Ricardo de la Puente… y Franco decidió no intervenir por temor a que pareciera que favorecía a un familiar.” Y cedió la firma de la sentencia al general Orgaz (Explicación y exculpación absurdas. La firma no fue el 1 de agosto, sino el 2-3. La ejecución fue el día 4. Franco se la tenía jurada a su primo, porque éste se negó a bombardear a los mineros de Asturias en 1934. Y Franco, “el gran fusilador de Occidente”, no “palidecía” jamás por estas menudencias de la muerte ajena. Y no fue de las primeras ejecuciones, ya que en la tarde-noche del 17 de julio se fusiló a mansalva en Ceuta y en Melilla. A fecha 4 de agosto, Queipo de Llano tenía ya Sevilla cubierta de sangre, se había cometido el genocidio de Baena (Córdoba), el genocidio de Puente Genil (Córdoba) y otro sinfín de horrores. Aquí se da un profundo desconocimiento de los hechos, y que aparecen en las monografías territoriales investigadas dentro de España). Habla de su primo el comandante Ricardo de La Puente “su viejo compañero de juegos, por quien seguía sintiendo afecto”, lo cual es una cursilería y una patochada, con un burdo intento de exculpación ridículo).

P. 170…. “El número total de ejecuciones en las dos zonas alcanzaron (se dice “alcanzó”) aproximadamente las 100.000 víctimas” (Totalmente erróneo… Fue exactamente el doble, como mínimo. No se comprende qué fuentes son las que utiliza a la hora de las cifras ni qué investigaciones ha realizado al respecto. Ninguno de los investigadores actuales españoles –digo investigadores- ha dado nunca esta cifra errónea).

P. 171… “y Franco… cuando pudo constituir formalmente tribunales militares en su territorio, consiguiendo así el  control total de los procesos… el número de ejecuciones se redujo considerablemente.” (No es cierto. Esta es la teoría falaz de Julius Ruiz, fabricada en Escocia, lejos de la investigación real. Hay muchos datos en contra de esta aventurada teoría. Y además, otra observación: en la represión franquista hay que tener en cuenta no sólo el número de los fusilamientos, sino lo que se denomina la multi-represión, que abarca muchísimos otros aspectos, empezando por las cárceles, la tortura, la desaparición y robo de niños, el trabajo esclavo, etc., etc.).

P. 171…. “El saqueo y el pillaje a gran escala fue una parte fundamental de la revolución en la zona republicana” (La zona republicana no fue saqueadora, sino saqueada: con la triple represión económica de los franquistas: el expolio directo de bienes muebles e inmuebles, en guerra y posguerra. Los expedientes de incautación de bienes en guerra, y la Ley de Responsabilidades Políticas en posguerra. El saqueo de Franco fue triple, dilatado en el espacio y duradero en el tiempo, infinitamente incomparable con el año y medio de colectividades y pocas más iniciativas. Un tema no estudiado por Payne).

…. “las columnas de Franco también se dedicaron a saquear propiedades de los izquierdistas, que fueron aceptadas durante un tiempo como una concesión a las unidades marroquíes”. (Vamos por partes: los marroquíes saqueaban a todos, de derechas y de izquierdas. Pero esto fue calderilla en la gran rapiña del franquismo, y los beneficiados no fueron los moros, sino la Falange, el Régimen y los vividores de todo tipo y condición, como antes se ha señalado).

P. 172…. “España será gobernada por un sistema corporativo, parecido a los que están instalados en Portugal, Italia y Alemania”, entrevista concedida por Franco, el 10 de agosto de 1936, a un periodista portugués, The Times, Londres, 11 de agosto de 1936. (Pues ya está dicho: lo de Franco fue un régimen hermano de los países fascistas. Lo de “totalitario” es cuestión de matices solamente).

P. 173…. “Armar a los revolucionarios magnificó las milicias, pero su capacidad militar fue muy escasa, dado que la mayoría de los revolucionarios se dedicaban a expoliar tierras y empresas, saquear a gran escala, destruir iglesias y arte sacro…” (He aquí una sarta de tonterías soberanas. Aquí Payne sustituye la historia por la chismología. “Magnífica” visión del Ejército republicano. Si tenían tan mala capacidad militar, cómo se explica que trajeran de cabeza a Franco durante tres años. Aquí, la visceralidad es mala consejera produce muy mal efecto. Contrapongo las palabras de Max Aub, Campo de los almendros, en encomio de los combatientes republicanos, en mi libro La victoria sangrienta, pp. 43-43).

P. 173…. “Pero el avance violento y sangriento de los revolucionarios (No se comprende que “avanzaran”, siendo tan malos militarmente) se convirtió en una bendición para los nacionales” (Otra soberana tontería, digna de Cantinflas), porque “consolidó el apoyo de la mayor parte de las clases medias y de la sociedad católica y conservadora” (pero esta gente ya apoyaba a los golpistas desde el 18 de julio, o había intervenido ya en la conspiración y en la sublevación), “porque alarmó a la opinión pública de las democracias occidentales…” (La República no tuvo tiempo de alarmar a las democracias, porque éstas sólo pensaban en la “no intervención”, sus derechas se hallaban fascistizadas y, por otra parte, aterradas por el poderío de Hitler. El único error de la República, tal vez, pudo ser haber descuidado podía la propaganda exterior y no supo difundir los crímenes franquistas, estos que hoy los organismos de la ONU han tipificado como “crímenes contra la humanidad”. La guerra de propaganda de Franco, con los bombos de Roma y Berlín, fue mucho más eficaz)… y “los milicianos revolucionarios… desde el punto de vista militar, un completo desastre” (No fue tanto desastre: vencieron en Guadalajara, en Pozoblanco, en Madrid, en Belchite, en Teruel;  quedaron en tablas en Brunete y en el Jarama, arrollaron a los franquistas inicialmente en el Ebro y en la última batalla de 1939, la de Córdoba-Extremadura. ¡No fueron tan malos! Importantes realidades que escapan a la atención de Payne-Palacios).

P. 175…. “El ejército popular revolucionario (Fue el Ejército de la República, sin más. Si quiere, Ejército Popular de la República, con mayúscula. El menosprecio queda demasiado patente, impropio de un historiador) se organizó, en cierta medida, como el ejército rojo soviético…” (La fobia moscovita lo pierde. Olvida que en este Ejército cochambroso estaba la mitad del Ejército español profesional, no sublevado, los militares profesionales, parte de la Guardia Civil, los guardias de Asalto, los Carabineros, etc. No se comprende que esta chusma mantuviera la guerra tres años. En cambio no nos habla de la considerada por muchos incompetencia militar de Franco. Ver En el combate por la historia, p. 205).

P. 175…. “las Brigadas Internacionales, una legión extranjera de voluntarios que la Comintern comenzó a organizar a finales de septiembre, a imagen de los más de cien mil voluntarios extranjeros ‘internacionalistas’, que habían luchado junto al ejército rojo en la guerra civil de Rusia.” (Simplista visión de los internacionales, como simples bolcheviques… Seamos objetivos: en las BI los comunistas eran el 60 %; los comunistas ingleses eran  independientes de la órbita soviética, y además estaban los austriacos, que eran socialistas, los norteamericanos, que tampoco respondían al esquema soviético, etc., etc. Los tópicos, las falacias y la fraseología tampoco facilitan la labor histórica).

P. 179…. “numerosos e intrépidos voluntarios musulmanes, que al final acabarían sumando unos 60.000 o 70.000 hombres.” (Aquí, estos “internacionales” franquistas sí que se ven de manera positiva, son “intrépidos” y magníficos. Ayudaban a Franco y no los reclutaba la Comintern. Parcialidad y sectarismo).

P. 180…. “para liberar el Alcázar, una misión que se logró el día 27 y que fue seguida de una serie de ejecuciones de republicanos en la ciudad, en un ajuste de cuentas –ojo por ojo- de la represión que habían llevado a cabo los republicanos con antelación” (Primero, cuántas ejecuciones cometen los franquistas, y cuántas los republicanos, y qué fuente maneja Payne. Segundo, esta forma de expresarse no es científica, sino tabernaria, o perfectamente judaica (Lo del ojo por ojo). Tercero, no se atiene a los hechos ni a los números, que aparecen ignorados, ocultando muchas circunstancias, como la actuación de los moros matando a toda persona que se encontraban por la calle, o el exterminio de todos los enfermos que había en el hospital de Toledo. Viene a cuento una similitud con el presente: en el verano de 2014, los palestinos mataron a tres judíos, y éstos, en el ojo por ojo, mataron a 1.500 palestinos). Ver Memorias de Varela, para saber lo que pasó en Toledo y en la matanza de 4.000 prisioneros en la ruta de Toledo a Madrid, octubre de 1936. La ignorancia de estas Memorias empieza a ser un poco extraña. Sépalo Payne: Franco y sus moros cometieron en Toledo un auténtico crimen de guerra, exactamente).

P. 185…. “Aquella misma noche pronunció otro discurso más largo (1 octubre 1936), escrito por su hermano Nicolás y Martínez Fuset, que él acortó y simplificó. Declaraba de un modo un tanto contradictorio que ‘España se organiza dentro de un amplio concepto totalitario’…”. (No se nos olvide lo de ‘totalitario’. Si lo dice Franco, convendría tenerlo en cuenta).

P. 189…. “Frente a la revolución violenta de sus enemigos, los nacionales pusieron en marcha una amplia contrarrevolución derechista…” (Esta teoría de la contrarrevolución franquista, como efecto, y la represión republicana, como causa, es completamente falsa, carente de rigor y de adecuación a los hechos. Las cosas no fueron así. La gran represión franquista estaba predeterminada, con independencia de cualquier otro factor)…. “en cuestión de semanas abrazó un neotradicionalismo cultural y espiritual sin precedentes…” (Curioso: nunca dice “nacionalcatolicismo”. Y llamar “cultural y espiritual” a la mentalidad cuartelera africanista de los sublevados, con los métodos salvajes de los Regulares y de la Legión, supone no saber de qué se está hablando. La palabra “cultural” se entiende bien en la frase siguiente)… “Las escuelas y las bibliotecas fueron expurgadas” (Y oculta las piras de libros en muchas plazas de España, siguiendo el modelo de Goebbels en 1933 en muchas ciudades universitarias –el 10 de mayo en Berlín, el 17 en Colonia, etc.- Era la “acción contra el espíritu anti-alemán”. Lo mismo hicieron los fascistas españoles contra la “anti-España”. En Córdoba se hicieron crematorios en tres ocasiones. De estas grandes similitudes no habla Payne).

P. 190…. “La contrarrevolución cultural y religiosa contribuyó a generar el espíritu de la disciplina, unidad y sacrificio, que era de vital importancia en una contienda total” (Parece que está hablando Franco. Primero, se sigue omitiendo el término “nacionalcatolicismo”. Segundo, al autor se le ve entusiasmado con una de las partes, con esa llamada “cultura” salida de la quema de libros, y con esa “religiosidad”, que no era cristianismo, sino clericalismo, siempre a patadas contra el 5º mandamiento, contra el 7º, contra el 8º…, contra la caridad, contra el “amor al prójimo”… Todo un desastre evangélico. Y una observación: con cuál de las dos causas se identificaron la mayoría de los escritores e intelectuales occidentales, según se vio en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia, primeros de julio de 1937: Machado, Hemingway, Einstein, Picasso, Neruda, Alberti, Malraux, Bernanos –Los claros cementerios bajo la luna-, Maritain y tantos y tantos más… ¿Cuáles fueron los intelectuales de Franco? De este tema, ni una palabra en Payne. No refuerza sus tesis).

P. 194…. (Unamuno, 12-10-1936) “Se levantó y pidió la palabra para hacer unos comentarios improvisados de apoyo a los nacionales y su causa…”. (Esto es absolutamente falso y contrario a los hechos, además de manipulación. Unamuno estaba horrorizado ante las matanzas franquistas, empezando por las de Salamanca. Prueba de que sus palabras no fueron de apoyo a la “causa nacional” fue el castigo de reclusión domiciliaria hasta su muerte, y su destitución con rector. Parece que aquí la relevante fuente es el testimonio de Carmencita Franco. Es un comentario calumnioso contra Unamuno, que no se sostiene en modo alguno).

P. 194 .… Payne insiste en lo insostenible: “El claustro universitario, en todo caso, relevó a Unamuno de rector, quien siguió apoyando a Franco” (Falso de toda falsedad, para los que hemos estudiado alguna Literatura).

P. 199….”Serrano ultimaba los detalles del decreto de unificación política que se anunció oficialmente el 19 de abril. El documento establecía la fundación de Falange Tradicionalista (FET), que sería el nuevo partido estatal, ‘como en otros países de regímenes totalitarios’…”. (Queda dicho: totalitario. Si él lo dice, así será).

P. 200…. “no era el partido el que se hacía cargo del Estado, sino el Estado el que se ocuparía de organizar el partido” (Ello explica que en la cúspide estaba el poder militar, Franco, y por debajo, todo lo demás. Una peculiaridad del fascismo español. FET pintaba muy poco, a no ser actuar de teloneros del dictador).

P. 201…. “El objetivo era desarrollar un partido único semifascista, pero no como una mera imitación del italiano u otro modelo extranjero” (Entonces, a quién copiaba el fascismo inicial español). “En una entrevista aparecida en un folleto titulado ‘Ideario del Generalísimo’ (Pero, ¿tenía Ideario?), publicado poco después, Franco declaraba: ‘Nuestro sistema está basado en un modelo portugués o italiano, aunque conservaremos nuestras instituciones históricas’. Más adelante, en otra entrevista para el ABC de Sevilla, el 19 de julio de 1937 reiteró que el objetivo era alcanzar ‘un Estado totalitario’…”.

(Insistimos: queda dicho, una vez más, lo de “totalitario”).

P. 202…. “Pero lo cierto era que el lenguaje de Franco, influenciado por Serrano, fue algo más fascista durante los años 1938 y 1939. En el borrador de su discurso del 18 de julio de 1938… aplicó el adjetivo ‘fascista’ a su régimen”.

(De acuerdo. Por una vez parece que Payne coincide con la condena de la Asamblea General de la ONU, de 12 de diciembre de 1946: “Por su origen, naturaleza, estructura y comportamiento general, el régimen de Franco es un régimen fascista… que se implantó gracias al apoyo incuestionable de la Alemania nazi de Hitler y de la Italia fascista de Mussolini”).

P. 204…. “Para la hija del Generalísimo la guerra tenía algunos rasgos glamurosos: ‘Para una niña era bastante festivo’…”. (Qué frivolidad y qué fuente testimonial tan absurda y patética, la de la niña, y además, el apelativo cariñoso de “el Generalísimo”. Un historiador debe cuidar más la terminología y no dejar entrever sus devociones).

P. 212…. “permanecía frío e inalterable ante situaciones de alarma militar o cuando había que ratificar sentencias de muerte de los condenados en tribunales militares” (Esta frialdad ante la sangre o ante las condenas, rasgo típico de la timidez y del fanatismo, ya le venía a Franco de su etapa en África, según las referencias de Arturo Barea. Es la frialdad Nerón o de Santos Banderas).

P. 214…. “La invocación ‘Franco, Franco, Franco’ se copió del lema equivalente de los italianos ‘Duce, Duce, Duce’. El estilo externo era claramente fascista, muy diferente del autoritarismo… mucho más moderado y menos llamativo de la vecina Portugal bajo Salazar. Por el contrario, se hizo más hincapié en el liderazgo estrictamente militar, y en comparación con Italia, se acuñó la consigna ‘Los Césares eran generales victoriosos’…”. (Bien esta similitud formal a lo italiano; pero desde el punto de vista represivo, la similitud miraba más al III Reich. Un dato: Mussolini creó un solo campo de concentración, en Trieste; Franco, 188, muchos más que Hitler, aunque sin hornos, ni leña ni gas).

P. 220…. “La defensa de Madrid fue el primer y prácticamente único triunfo del ejército popular…” (Siempre se refiere al Ejército Popular con minúscula. Para Payne no valía un duro. El Ejército de la República tuvo más triunfos que el de Madrid. Están en la bibliografía elemental. Si no, ¿Cómo es que la guerra duró tres años?).

P. 221… De nuevo, la obsesión con la Comitern, en cuanto a las B.I., pero hubo más puntos de reclutamiento, y además, el 40 % no eran comunistas. Eran antifascistas del mundo, sin más.

P. 221… Otra vez la obsesión con la milicia “revolucionaria”. Se trataba de la milicia republicana, sin otros apelativos.

P. 221…. “El reclutamiento masivo en Marruecos” (sin citar a los llegados de Alemania, Italia, etc… ¿No intervino aquí la Comintern?).

P. 223…. (El Jarama) “Las brigadas mixtas republicanas (esta vez no ha dicho “revolucionarias”) llevaron a cabo una de sus batallas más efectivas…” (¿No ha dicho antes que no tuvieron ningún triunfo, salvo el de Madrid?).

P. 223…. (Guadalajara) “una importante victoria propagandística de los republicanos” (¿No ha dicho antes que no tuvieron ningún triunfo, salvo Madrid. ¡Cuánta contradicción!).

P. 223…. “Los fascistas italianos que vinieron a España, a menudo se sorprendían del carácter de extrema derecha del nuevo régimen, al que tildaban de ‘reaccionario’ y ‘clerical’…”. (Muy acertados aquí los fascistas italianos, mucho menos energúmenos que los de Franco. Esto da idea de lo que fue el franquismo, represivamente hablando. El peor régimen represivo después del nazismo).

P. 224…. (En cambio) “el Tercer Reich aceptaría cualquier nuevo régimen firmemente antiizquierdista que Franco quisiera imponer” (Está visto que, en cuestión de represión, a los franquistas les gustaba más Berlín que Roma).

P. 224…. “para cuando llegó el fin de conflicto, las unidades de infantería de Franco sumaban más de 840.000 hombres, aunque el reclutamiento republicano fue mucho más amplio”. (Dos millones de hombres enviados a los frentes. Esto da idea del cataclismo que trajo a España el golpe militar. Con estas cifras, ¿Cómo puede llamar a la guerra civil española “una guerra de baja intensidad”, p. 252).

P. 225…. “Franco tuvo oportunidad de explicar a los italianos las peculiaridades propias de la revolucionaria Guerra Civil española, en la que no solamente había un adversario en el frente de batalla, sino también una considerable población enemiga. Por ello insistió en que no se podía golpear al enemigo en un único frente, puesto que había que mantener la moral en los demás frentes y proceder paso a paso, de forma metódica, y ocupando y consolidando cada avance, provincia por provincia” (Terrible justificación de la represión franquista, en vanguardia y en retaguardia, la gran operación de “limpieza”. Para el fascismo, “la guerra es la higiene del mundo” (Marinetti). Más que la dominación del territorio, interesaba la dominación de las personas, siendo éste el gran objetivo del golpe y de la guerra).

P. 225… “los que criticaron la labor de Franco afirmarían que aquel ritmo lento en las operaciones estaba diseñado para realizar purgas masivas en cada lugar conquistado, pero los hechos no parecen confirmar esta tesis. A medida que Franco fue consolidando su poder personal e institucional durante el otoño y el invierno de 1936 y 1937, el número de ejecuciones políticas era cada vez menor, y durante la segunda mitad de la guerra hubo relativamente pocas, reduciéndose más o menos en función de las que se producían en la zona republicana” (Falso, completamente falso. Esta teoría del Franco “beatífico” viene actualmente de Julius Ruiz. Y esa supuesta dependencia del terror de Franco respecto a las ejecuciones republicanas es mentira. Después de 1936, las únicas ejecuciones que descendieron al mínimo fueron las de la República, no las de Franco: que se lo pregunten a Málaga, al cementerio de Sevilla o Zaragoza durante toda la guerra, a Gijón y a Oviedo, a Santander, a la caída de la Bolsa de La Serena y a las ocupaciones finales de la guerra (Badajoz, Córdoba…) con centenares de “paseos”, antes que los consejos de guerra. No se pueden sostener teorías tan negacionistas e infundadas como éstas del “magnánimo Caudillo”. Franco tenía su plan de exterminio y le importaba un pimiento lo que ocurriera en zona republicana).

P. 228…. (Guernika) “El ataque fue una operación rutinaria llevada a cabo por veintidós bombarderos alemanes y tres italianos… Fue una operación de rutina (nada importante, una tontería. Picasso se equivocó al prestar atención a una cosa tan rutinaria)… murieron 126 personas” (Para Payne, la masacre de Guernika es peccata minuta. Típico ejercicio de negacionismo e infravaloración sin escrúpulo científico, y se basa en trabajos “minimizadores”, como el de Jesús Salas Larrazábal. En libros anteriores, Payne dio cifras más altas. Ahora baja cada vez más. Y no cita un libro de los más importantes sobre el tema: además del de Southworth (edición de Viñas), el del propio Viñas, el de Paul Preston, el de Solé i Sabaté y Villarroya, que dan 250-300 víctimas, y el 70 % de los edificios destruidos, y no hubo más víctimas, porque tras el primer bombardeo la gente salió huyendo al monte).

P. 228…. “… la guerra de España, en la que hubo escasos bombardeos sobre las ciudades” (¡Qué barbaridad! Que se lo pregunten a Madrid, Valencia, Barcelona, Alcañíz, Almería, Tarragona…Véase Santiago  Alberti, Barcelona sota les bombes, 1936-1939).

P. 229… (Guernika) “El propio Franco no tuvo conocimiento previo del ataque” (Esto, además de falso, o se demuestra o no se puede afirmar, por simple objetivo de “blanquear” al dictador. Hay mucha bibliografía al respecto y documentales, que Payne ignora).

P. 230…. “Aunque el riguroso sistema de tribunales militares que Franco había instituido a primeros de año había reducido el número de ejecuciones masivas (Esto es falso, y falsa la fuente: Julius Ruiz. La tipología penal se rehúye: crímenes contra la humanidad) llevadas a cabo tras la conquista de Málaga…” (Málaga, con la mayor fosa común de España (la 2ª de Europa, después Srebrenica), en el cementerio de San Rafael. Sólo aquí, 4.500 o más; y faltan: Antequera, Ronda, Loja, etc… Y la masacre de la desbandada (la desbandá) del personal civil por la carretera de Almería… Una catástrofe humanitaria desconocida para siempre por la historia. Existen varias fuentes al respecto).

P. 230…. “En Asturias hubo al menos 2.000 ejecuciones” (Si la represión es franquista, se toma el número más bajo; si es republicana, el más alto. Sólo en Gijón, Franco fusiló a 1.246 personas, y falta Oviedo y toda Asturias. Y esto cuando ya Franco “no fusilaba”. Era tan “magnánimo”…).

P. 234…. “Durante el año anterior (1937), las ejecuciones disciplinarias habían sido cada vez más habituales en el ejército republicano” (Esto hay que documentarlo. En mi libro Trincheras de la República se documentan muchos más caso en la zona de Franco).

P. 234…. “el Generalísimo” (Con frecuencia habla así el autor. No conocíamos una exquisitez tan amable en la historiografía actual, indicación de la idolatría del autor por su protagonista. Por supuesto, la dicotomía que utiliza es “los nacionales” y “los rojos”).

P. 241…. La última batalla de la República (enero 1939) no fue “sobre Extremadura”, sino sobre Córdoba, en cuyas dehesas se desarrolló, y muy poco hacia Extremadura. Payne se ha metido poco en estos temas).

P. 245…. El golpe de Casado es “la revuelta comunista” (igual que, para él, la guerra civil fue “la revuelta revolucionaria”. Sobre el final de la guerra hay ya fuentes estupendas: Viñas, Bahamonde-Cervera, Mainar-Santacreu-Llopis, Preston… ninguno citado por nuestro tándem Payne-Palacios. Hay que dejar ya la tontería de “la intentona comunista”, como algo cutre, rancio y casposo).

P. 246…. “la ‘Ofensiva de la victoria’…” (Debe llamarse ‘Paseo de la victoria’, porque no se luchó contra nadie) no empezó el 27 de marzo, sino el 26. Demasiados detalles sin atar).

P. 246…. “Es cierto que la izquierda acabó dependiendo de los soviéticos” (Pero mucho menos que Franco del nazi-fascismo. Además, Payne debe saber que los aliados recurrieron después a los soviéticos, en una pinza contra Hitler, y no por ello los aliados se sovietizaron).

P. 246…. Se repiten las referencias a “el Generalísimo”, con exquisita devoción e idolatría.

P. 248…. “La política de bombardeos de Franco se limitó a objetivos militares y de abastecimiento” (Falso. Hay montones de ejemplos de lo contrario, que este autor desconoce. Se apoya en Salas Larrazábal, una fuente muy superada. Como sólo castigaban objetivo militares, por eso destruyeron Guernika, Alcañiz, Barcelona, un barrio de Almería, las rutas de Tarragona y de la frontera con Francia… o el bombardeo en El Viso (Córdoba), en la navidad de 1938, con 80 muertos. El bombardeo de Bujalance (Córdoba, 20-12-36), con 100 muertos.Y centenares de ejemplos más. Los devotos de la “grandeza” del dictador sólo citan en Córdoba el bombardeo de Cabra, en 1938, con 107 muertos, pero no citan nunca que en esa ciudad los franquistas fusilaron a 117 egabrenses. La historia hay que hacerla con rigor, no con manipulación).

P. 248-249… Aduce 7 razones que explican la victoria de Franco, falsas unas, tópicas y falaces, otras, y sólo una cierta: “Una mayor asistencia militar a los nacionales desde el exterior”.

P. 250…. “Los pilotos españoles del bando nacional (No sólo “españoles” –una observación muy capciosa-. Los pilotos alemanes o italianos eran muchos más) crearon innovaciones propias, como el ametrallamiento de las posiciones enemigas ‘en cadena’…” (“posiciones enemigas”, no. Debe decir “población enemiga”, como ocurrió en la “desbandá” de Málaga, 1937; en La Serena (Don Benito, 1938); en Tarragona, enero de 1939 (Hay fotos terribles de Robert Capa); en la retirada hacia la frontera, etc. Se machacó sistemáticamente a la población civil fugitiva. No era población enemiga. Falso. Era población española sometida a bombardeos contra el derecho internacional. Y no cita, por ejemplo, porque no lo sabe, que el mayor científico militar, Virgilio Leret (documental “El caballero del azul”), inventor del motor a reacción, lo hicieron fusilar los golpistas en Melilla en la misma noche del 17 de julio. Cuántas cosas ocurrieron que Payne ignora. Existen las memorias de Carlota O’Neill, viuda de Leret. Que las lea).

P. 251…. “La guerra española fue una clara lucha revolucionaria/contrarrevolucionaria entre la derecha y la izquierda” (Pues no es así. Tendencioso error de interpretación. En realidad, se trata de la interpretación tópica de la caverna española, a lo Torquemada y a la Santa Inquisición; o lo que es lo mismo: la España de los energúmenos, que de tiempo en tiempo cabalgan. Y pone Payne primero la palabra “revolución”, de donde se deduce que la “revolución” fue lo primero, y la “contrarrevolución”, la franquista, vino luego a contenerla. Es decir, la falacia de siempre. La República la causa; el terror franquista el efecto. No fue así. La lucha fue entre un fascismo emergente y una democracia con dificultades, todo provocado por un golpe militar, al que Payne no alude nunca. La República se vio lanzada a la resistencia e hizo lo imposible por agarrarse a las democracias occidentales (Francia, Inglaterra) y a la Sociedad de las Naciones, que le dieron la espalda (por miedo a Hitler), y la República no tuvo más remedio que acudir a la URSS, la cual tardó en ayudar mucho más que Roma y Berlín. Es curioso: las derechas han negado, hasta hoy, la realidad del golpe militar y, además, lo justifican. Sobrevaloran la ayuda soviética e infravaloran la ayuda nazi-fascista. Lo de siempre: niegan la verdad de la matanza de Badajoz y otras muchas; mientras que por otro lado no se ha negado nunca la matanza de Paracuellos. Son distintas y típicas sensibilidades: lo verídico contra lo falaz).

P. 252…. “La Guerra Civil fue la experiencia más destructiva de la historia moderna de España, sólo comparable con la invasión napoleónica de 1808” (Comparación desafortunada. La guerra civil fue infinitamente peor que la napoleónica, infinitamente peor, sin parangón alguno, sin ninguna posible similitud. Mucho menos, puede compararse la guerra civil con las guerras carlistas. Payne aparece aquí completamente desnortado).

P. 252…. Las cifras de víctimas que incluye al final de esta página son aleatorias, y sin ninguna base bibliográfica ni investigadora. Acude a cifras “de oídas”. No tiene en cuenta que dentro de España se han realizado varios estudios importantes. En cuanto a la represión republicana (el célebre “Terror rojo”), la cifra está ahora en 49.272 víctimas (Violencia roja y azul, Crítica, 2010, J. L. Ledesma). Es cifra casi definitiva, pero con algún problema, como la repetición de inscripciones: en el lugar de procedencia y en el lugar de la muerte. Por ejemplo, las víctimas de derechas de Pozoblanco (unas 200) están inscritas en Valencia y también en Pozoblanco. Las de Jaén-Adamuz están inscritas aquí y en Madrid. Y así bastantes casos. Uno de los problemas de “engordamiento” de cifras está en Madrid, que el general Casas de la Vega ha fijado en 8.815; pero hay autores “entusiastas del terror rojo”, que suben la cifra a quince o veinte mil (Vidal, Moa, Julius Ruiz). Lo cierto fue que las cifras del “terror rojo” en España se han desmesurado por los datos de Cataluña, Madrid, Valencia y Málaga (Que, por cierto, en vez de hacer el matón y el gamberro en retaguardia estos milicianos de ciudad, se podían haber ido a pegar tiros en el frente de Aragón y en el de Málaga, por ejemplo, evitando que Franco se diera el paseo militar por Málaga y Barcelona). En Víctimas de la guerra civil se facilitaron datos de 22 provincias de represión republicana (37.843). En cuanto a la represión franquista, en Víctimas… (p. 411) se estimaron los fusilamientos en 140.000 (guerra y posguerra). Francisco Espinosa (Violencia…, p. 77) llegó a relacionar 130.199, pero desde entonces se han revisado al alza varias provincias (Sevilla, Córdoba…). Además, alguna provincia sigue sin ser estudiada, y algunas más lo han sido sólo parcialmente. Por último, hay que sumar la cuestión de los “desaparecidos” (uno, García Lorca), que se está desbordando hoy completamente, por ejemplo “paseos” y “ley de fugas” alrededor de los campos de concentración, de lo que apenas habíamos hablado (y también en los “campos de trabajo esclavo”). La realidad de la matanza franquista puede superar, fundadamente, cuanto venimos diciendo, y no se debe hablar de menos de 150.000 víctimas. Y a ellos hay que sumar, sin duda, porque son víctimas del “exterminio”, los eliminados por hambre en las cárceles franquistas, sobre todo en 1941: unas 20.000 víctimas. Sólo se han estudiado 15 prisiones (4 de ellas, de pueblos) y ya computan 6.000 víctimas (uno, Miguel Hernández). Faltan los 3.500 maquis abatidos en las sierras, y los 1.500 enlaces eliminados en toda España por la “ley de fugas”, en 1947-1949, principalmente. Y la gran cantidad de gente que pereció en el primer exilio forzado de 1939, en los “campos” de Francia (niños, enfermos, ancianos. Uno, Antonio Machado) y en el Norte de África… ¿Quién puede computar esto? Y sin olvidar los más de 7.000 españoles que Franco echó a morir en los campos nazis, dejándolos apátridas... En fin, hablar de que “en ambas zonas se mató lo mismo” es una pura mentira, cínica y pornográfica. Estas mentiras se pueden considerar como “la práctica del gamberrismo en la historia”.

 

CAP. 9.- Franco y la represión de “los nacionales”

 

P. 255…. “las guerras civiles europeas (no viene a cuento irse tan lejos, dada la peculiaridad y el porqué de la española)… en el siglo XX se convirtieron en luchas revolucionarias (otra vez con la obsesión revolucionaria), que provocaron una metástasis, de una dimensión nueva y apocalíptica… Una guerra civil revolucionaria no era simplemente una pugna política, sino el último y definitivo conflicto en la sociedad, la religión y la cultura…” (Esto es un análisis muy simplista, donde no aparecen elementos fundamentales: el expansionismo  de los fascismos europeos, el militarismo intervencionista español, la crisis económica europea y los millones de parados, el subdesarrollo español y los conflictos rurales con la reforma agraria, la oposición de las oligarquías en España al reformismo republicano, los fanatismos de la Iglesia católica española, a la que Payne apenas nombra nunca; la ruptura de hostilidades por el golpe militar, derivado en consecuencias imprevisibles; crisis de las democracias occidentales en los años veinte y treinta; un miedo obsesivo del Capital ante posibles estallidos revolucionarios, que le llevó a buscar el atajo de los fascismos como mecanismo contrarrevolucionario preventivo. Por tanto, siempre fue antes la contrarrevolución preventiva que la revolución, como ocurrió en España. Sin embargo, no existía ningún plan organizado revolucionario en la Europa occidental en los años treinta, ni en España, por supuesto, a pesar de las retóricas revolucionarias ocasionales. Se dieron dos insurrecciones socialistas antifascistas en 1934 (Viena y Asturias), y más que pro-revolucionarias, fueron anti-fascistas. En España, además, también hubo elementos de lucha de clases, guerra de religión, fascismo rural y nacionalcatolicismo. Multitud de aspectos y problemas complejísimos, que Payne elude y soslaya).

P. 253…. Traen Payne-Palacios a colación la revolución francesa (1789), que nada tiene que ver con el caso español, porque aquella fue una revolución burguesa, contra el viejo régimen, y no un golpe militar fascista. Y habla con especial énfasis de “la rebelión de la Comuna de París, de 1871, que tuvo como resultado la ejecución de unos 20.000 revolucionarios insurrectos” (Sólo falta añadir: “bien hecho, revolucionarios al paredón”. Me viene ahora a la mente una frase del obispo Pedro Casaldáliga, Brasil: “Toda violencia cometida por los pequeños es una violencia provocada anteriormente a gran escala por los grandes” (TVE2, 14-1-2007).

P. 256…. “En la Guerra Civil española las ejecuciones se iniciaron en ambos bandos desde el primer momento” (Completamente falso. Las iniciaron los golpistas la misma tarde del 17 de julio en Ceuta y Melilla. Las primeras víctimas fueron los militares leales. Hay bibliografía al respecto. Por cierto, ¿por qué llama “ejecuciones”, si no ha habido consejo de guerra? Puede llamar “crímenes”. Cuando las víctimas son de derechas, sólo entonces utiliza “asesinados”. Y los otros son “ejecutados”. Es la pertinaz arcialidad, sectarismo y otros desvaríos, propios de los historiadores de cámara, idólatras o comprensivos con el dictador).

P. 256…. “el conflicto en España fue la última guerra civil revolucionaria”, antes de la II Guerra Mundial (Sigue la falsa obsesión revolucionaria, ignorando que lo primero fue el golpe militar y lo segundo la resistencia republicana, todo con el evidente caos general por la conmoción lógica de un golpe militar. Para el autor nunca hubo República democrática, ni elecciones, ni Parlamento, ni instituciones democráticas, ni vida normal del pueblo, ni leyes…Nada propio de la civilización occidental, sino de la jungla. En realidad, una despectiva visión de la realidad de España, que nos trae Payne desde EE.UU. Todo lo que no sea “Franco y los nacionales” se pinta como la cochambre y la chusma del mundo).

P. 256…. “en la década de los años treinta se registró una creciente tensión por la implantación del bolchevismo (¿Dónde se implantó el bolchevismo en la década de los años treinta? ¿En España?) y el ascenso del fascismo… (El fascismo, ¿Sólo ascendió? ¿No se implantó? ¡Qué follón mental!)… una combinación letal que provocó la extensión del miedo y del odio.” (Dejando a un lado las perversiones lejanas del bolchevismo en la Europa del Este, yendo a lo que nos atañe, a España y a la Europa occidental, aquí, la letalidad apocalíptica, ¿Quién la ocasionó? ¿El imperialismo de Hitler o de Stalin? El señor Payne está obcecado con sus filias y sus fobias. La obcecación y la contumacia son malas consejeras, a la hora de ver o tratar de ver, serenamente, los hechos de la historia).

P. 256…. (Primavera de 1936)… “el período previo a la revolución (Pero, ¿Qué revolución? ¿No hemos dicho que lo que hay en 1936 es un golpe militar? La gente laboriosa de España, en la primavera de 1936, se hallaba segando, en la era, guardando los melonares o fabricando tornillos…) estuvo marcado por un aumento de la violencia política, desde diciembre de 1930, que causó la muerte de 2.500 personas antes del comienzo de la Guerra Civil”. (He aquí otro montón de falsedades. Vamos a ver. Primero, esa cifra está sin fundamentar bibliográfica o investigadoramente en absoluto. Segundo, los muertos que fueran, ¿Quién los causó? Salvo una minoría, los causó: la ultraderecha, los latifundistas en el medio rural, los guardas rurales, la Guardia Civil y otras fuerzas represivas. En algunas provincias esto se halla muy documentado, sin que haya llegado a conocimiento de Payne. De todas formas, ese estudio global 1930-1936 está por hacer. Tercero, la cifra la vamos a precisar enseguida). Y añade: “Fue algo que no tuvo precedentes; ni siquiera en la revolución rusa de 1917 existió un preludio semejante de violencia tan prolongada.” (¡Esto es un disparate! ¡O Payne reescribe este libro de nuevo o lo deberá tirar por la ventana! No hay que buscar ahora, en 1936, explicaciones en la lejana revolución rusa, lejana en el espacio y en el tiempo, y todo por no admitir que aquí se desencadenó un golpe militar filofascista. Las comparaciones o influencias de lo que ocurrió en 1936 hay que buscarlas, más bien, cerca de Roma y de Berlín).

        Busquemos ahora algunos datos para ajustar ese supuesto “apocalípsis violento” de la II República. Para empezar, esa cifra de 2.500 muertos no es cierta. Carlos Salas sitúa el cómputo, pormenorizado por años, en 2.225 muertos, pero incluyendo, cosa que Payne oculta, toda la mortandad de la revolución de Asturias, cuyos muertos se distribuyeron de la manera siguiente: obreros muertos en combate, entre 1.100-1500; muertos por la represión, 200; fuerzas del orden caídas en combate, 300; clérigos asesinados, 34 (Fuentes: Casanova, Álvarez Junco y Thomas). Conclusión: que la revolución se llevó por delante: 1.500 personas de izquierdas, más 334 de derechas, en Asturias. Si el total de este episodio específico y anormal (1.834 muertos) lo restamos de los 2.225 muertos citados para toda la II República, se podría estar hablando de un resultado de 391 muertos en la llamada “violencia apocalíptica” de la República, sin contar Asturias.

        Hágase ahora una comparación con la posterior Transición “modélica”: 127 muertos en los 5 primeros años (Fuente: Mariano Sánchez Soler), pero si se toma el lapso de tiempo de 1968-2000, el balance es de 1.005 muertos (incluido el impacto de Eta, Grapo, ultras y otros. Fuente: Carlos Salas). Esto, en teoría, justificaría mucho más la intentona de Tejero, otro caudillo, salvador de España. De donde se concluye que el mito del “apocalipsis violento” no fue cierto. Toda la manipulación que ocurre en Payne-Palacios está encaminada a justificar un golpe militar, nunca justificable.

P. 256…. “Los movimientos revolucionarios fomentaron el odio, la violencia y, por usar uno de sus términos preferidos, el ‘exterminio’…”. (Vamos a ver. Primero, este capítulo ¿no era la represión por parte de ‘los nacionales’? Pues no se ve tal tema por ningún sitio. Segundo, el programa del fascismo y del nazismo, fue precisamente ese: el “exterminio”, planificado, predeterminado, lo cual es rasgo fundamental del genocidio y de los demás crímenes internacionales (lesa humanidad y crímenes de guerra… Véase mi libro Los desaparecidos de Franco, Alpuerto, Madrid, 2016). En conclusión: esta página, la 256, tiene que pasar a los anales del esperpento historiográfico, por ser suaves).

P. 256…. “Antes del inicio de la guerra, en julio de 1936, (A ver si se entera: lo que se inició fue el golpe militar) ya había tenido lugar un período de creciente tensión (mentira), con múltiples intentos (¿Múltiples? Mentira) de insurrección revolucionaria violenta y las formas más virulentas de propaganda y agitación de masas, sobre todo por parte de los revolucionarios (Otra falsedad. La provocación, sólo en algunos lugares, la lideraba la ultraderecha, no la gente laboriosa. Conspiraba la clase ociosa: el cuartel, el casino y la sacristía; no los pastores, hortelanos, segadores, meloneros, carteros, herreros, albañiles, empleados, maestros… Es falso que éstos eran los que incendiaban España por los cuatro costados. En cambio, los que sí se dedicaban a provocar y a preparar el desastre eran la clase ociosa, con bandera de la  “salvación de España”, es decir, los de las JAP, los jóvenes fascistas de RE, las JONS, el MES, carlistas, falangistas y ultras de todo tipo, el señoritismo, la oficialidad militar fascistizada y la clerecía montaraz. El desastre no fue por culpa de los segadores y meloneros España, en puro subdesarrollo).

P. 256…. “Los primeros asesinatos de la izquierda en territorio republicano desde el 18 de julio de 1936 fueron una continuación de la violencia prerrevolucionaria de la primavera de ese mismo año…” (Otra falsedad más. Primero, insistimos: este capítulo ¿no era la represión por parte de “los nacionales”? Segundo, todo el empeño de Payne es aducir que los republicanos mataron primero. Pues es mentira. Ya se ha dicho que los golpistas empezaron matando en la misma tarde del 17 de julio en Ceuta y Melilla. Los republicanos y sus milicianos tardaron varios días en ver la forma de reaccionar. En Madrid, hasta el 21 de julio no entraron al asalto en el cuartel de la Montaña. Primero, engañados por la bandera blanca de los militares y falangistas, los milicianos sufrieron una escabechina, no cuantificada. Y fue posteriormente, ese 21 de julio, no el 18, cuando los milicianos consumaron la matanza del cuartel de la Montaña: algo menos de 200 muertos entre derechistas y militares. No eran crímenes en frío, sino la lucha antigolpista y antifascista allí no donde pudo hacerse.

        Quede claro, una vez más, que la violencia republicana empezó a los dos o tres días del golpe, al ver que los tiros iban en serio. En Córdoba, por ejemplo, las primeras muertes causadas por los republicanos ocurrieron el 23 julio (Posadas y Montoro, y unos pocos, el día 22 en Pedro Abad, y en este caso, al huir de una razzia sangrienta de los fascistas de la capital, que “se divertían”, así literalmente, pegando tiros a la gente que estaba segando en la vega del Guadalquivir. Era la primera aventura de los jovencitos de tronío del latifundio cordobés. En el punto de mira: “los descamisados en alpargatas”. Es inútil demostrar lo indemostrable: La violencia estalla con los golpistas. Después, vino todo lo demás).

P. 257…. “dónde se asesinaba más, discusión que continúa en el día de hoy y que incluso se ha visto incrementada a raíz de la Ley de Memoria Histórica (¿Qué tendrá que ver esta Ley con el problema histórico de la cuantificación de las víctimas?) … con una orientación política sesgada y torticera, puramente revanchista, dedicada a culpar de los asesinatos y crímenes exclusivamente al bando franquista…” Estas despectivas andanadas contra la Ley de Memoria Histórica no son propias de un historiador, ya que este es el pensamiento reaccionario de las derechas españolas en su conjunto, lo que llamamos “pensamiento dominante” (Derecha política, económica –patronal y financiera-, derecha judicial, militar, clerical, académica y mediática). Lo que debe tener en cuenta Payne es la posición de organismos internacionales que vienen resaltando los “crímenes contra la humanidad” cometidos por el franquismo, como han expresado, entre otros organismos: el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas, del Comité de Derechos Humanos (Informe Definitivo, de 2-julio-2014) y el Informe del Relator Especial sobre la Promoción de la Verdad (22-julio-2014).

P. 257…. “Pero ya antes, en las primeras veinticuatro horas, tras el inicio de la rebelión militar, se habían creado los consejos de guerra”. (Completamente falso. El tema le es completamente ajeno. Antes de agosto del 36 no se creó ningún consejo de guerra. Uno de los primeros fue el del primo de Franco, el comandante La Puente Bahamonde (2 de agosto, ejecución el día 4). Más adelante ocurrió en Córdoba algún consejo de guerra esporádico (contra el Alcalde republicano, contra el capitán Tarazona, en agosto, y poco más). Sepa el señor Payne que durante 1936 y más tarde, el 99 % de las víctimas iban a la muerte en forma sumaria (“paseo” nocturno), incluida Salamanca y Burgos, lugares de residencia del dictador (Para Burgos, en tema de “paseos”: Antonio Ruiz Vilaplana, Doy fe; para Navarra, donde no hubo ninguna víctima de derechas, los franquistas se cargaron a 3.450 personas, Asociación de Viudas y Familiares, etc., sin olvidar al magnífico P. Marino Ayerra, No me avergoncé del evangelio. Para Zamora, el hijo del escritor Ramón J. Sender, Ramón Sender Barayón, Morir en Zamora, donde tampoco hubo ninguna víctima de derechas, como en otras muchas provincias, pero ninguna provincia se libró del castigo de Franco, ese que sólo “ejecutaba” en respuesta al “terror rojo”. Estos y otros muchos datos los podemos ofrecer los que llevamos más de treinta años investigando la represión con motivo del golpe militar franquista y bastantes cosas más, “sin asesores de Edimburgo”. Sólo los que hemos estudiado con dedicación podemos decir algo riguroso sobre aquellos crímenes, muchos de los cuales los ignoraremos para siempre).

P. 257….”los jefes locales (franquistas) no estuvieron sujetos a ningún control central durante las primeras semanas y meses, hasta que Franco fue proclamado Generalísimo” (Otro error garrafal. Primero, ninguna de la sangre derramada en retaguardia era ajena al saber de Franco. Segundo, ya se habían difundido antes del golpe las “órdenes reservadas” del “director” Mola. Tercero, en la zona franquista no se movía una hoja sin que Franco lo supiera. Todos los jerarcas de la sublevación tenían plenamente asumido el plan exhaustivo de “limpieza”, sin más ambages. Ahí están las declaraciones terribles de todos ellos. El oficial de prensa de Franco, el capitán Gonzalo de Aguilera, declaraba así al periodista norteamericano John Withaker, en 1936: “Tenemos que matar, matar y matar, ¿sabe usted?... nuestro programa consiste en exterminar un tercio de la población masculina de España. Con eso se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado…”. El programa de “limpieza”, según el oficial de prensa de Franco, era totalmente compartido).

P. 258…. “Los jefes militares regionales del bando nacional fueron los responsables de la represión” (Esto es falso completamente. Primero, no había jefes militares regionales. Sólo eran los tres grandes, en perfecta conjunción: Queipo de Llano en el Sur, Franco en Salamanca-Burgos, y Mola en el Norte. Todo depende de los tres y del primus inter pares. No hay más jefes regionales).

P. 258…. (Con relación a las “ejecuciones” –nunca dice “crímenes”-) “el soporte más importante en dicho sentido fueron los falangistas” (Otro gran error. Nunca actuó ningún grupo de falangistas, sin la presencia de mando militar. Todo se hacía en los pueblos bajo presencia y orden militar y de la Guardia Civil. Lo mismo se hacía en Navarra, donde las patrullas de la muerte eran los carlistas, mandados por militares. La manipulación exculpadora es lacerante. Payne quiere echar la culpa de la matanza a la Falange, siendo lo cierto, que todo siempre ocurrió bajo mando militar).

P. 258…. “Los objetivos de la represión de los nacionales eran los líderes izquierdistas y los activistas revolucionarios” (Falso totalmente. El objetivo de las masacres franquistas eran, además de líderes, la masa obrera, “los descamisados en alpargatas”, la base social y política de la República y las élites republicanas, políticas y culturales, la izquierda española, el sindicalismo, la clase obrera y el laicismo (“los sin Dios”). Cuando el 27-8-1936 los franquistas entraron en Palma del Río y se cargaron a 300 obreros en “el corralón de don Félix”, allí estaban todos a los que se encontraron por las calles del pueblo. Les decían: “¡Todos a la plaza!” Y allí los ametrallaron. Como en Palma, en otros mil lugares. Y en la posguerra, lo mismo, como iremos documentando. Repitamos: el objetivo de los golpistas (Militares, Regulares, cívicos y la Legión) era la izquierda, incluidas muchas mujeres, como las 17 de Gilena, las 27 de Fuentes de Andalucía, las 49 de Don Benito, las más de 100 en Córdoba capital, las 80 de Madrid, incluidas “las 13 Rosas”… En fin, ¡Una catástrofe humanitaria! Y ahora Payne quiere ocultar esta catástrofe).

P. 258…. “Al parecer, los revolucionarios izquierdistas fueron los más avergonzados por su sed de sangre, y se esforzaron por ocultar su represión…” (Nunca había leído semejante tontería. El que ocultó a mansalva la matanza fue el franquismo, dando lugar al descomunal fenómeno de “los desaparecidos”).

P. 258-259…. Cifra las víctimas de derechas en 56.000, lo cual es una sobrevaloración errónea, como antes dijimos, situándose los últimos datos en unas 49.000. Y Payne hace lo contrario, una infravaloración, en cuanto a las víctimas republicanas, que sitúa en 80.000, que no es cierto. Los especialistas en el tema cifran en 150.000 los fusilados por Franco. Payne, no especialista, se basa en fuentes sectarias: A. D. Martín Rubio, un cura integrista de Badajoz, relacionado con la Falange, y el siempre sorprendente Julius Ruiz, que no hay manera de saber de dónde saca sus teorías. Prueba de la lejanía de estos autores sobre la represión franquista es que no descienden a los detalles ni a los casos significativos de localidades y provincias de toda España, con archivos de por medio (que no sean la “Causa General”), desconociendo la bibliografía especializada publicada durante los últimos cuarenta años.

        Lo más llamativo de Payne es esta afirmación: “… la represión por parte de los nacionales se volvió más organizada, fue la más efectiva de las dos y también la que se cobró más vidas…” (¡Por fin estamos de acuerdo! Efectivamente, los franquistas fusilaron más y mejor. Reprimieron con más organización: ahí está la clave. Era el programa de “limpieza” y exterminio. Al decir “la más efectiva” debería aclarar: “la más criminal” y la que incurrió más claramente en crímenes contra la humanidad, genocidios y crímenes de guerra. Aquí Payne, sin darse cuenta, se le ha escapado la lengua, y es cuando acierta).

P. 259…. “En los primeros meses, Franco tuvo poco que ver con la represión” (Gran error. Otra soberana tontería, imposible de creer por nadie conocedor del tema. Vuelve a poner el ejemplo del primo de Franco, comandante Lapuente Bahamonde, al que hizo fusilar, eso sí, “con mucha pena”. Bobadas una detrás de otra).

P. 259…. Mientras, por ejemplo, el teniente coronel de la Guardia Civil “Don Bruno” estaba sometiendo a Córdoba capital a un horrible baño de sangre (un genocidio que recuerda a Srebrenica), he aquí que Payne desea dejar a salvo la “magnanimidad del Caudillo”, cuando se convirtió “en jefe supremo del Alto Tribunal de Justicia Militar, el 24 de octubre de 1936, una corte de supervisión y apelación de los tribunales militares…” (Todo erróneo. Primero, ¿Y eso del Alto Tribunal qué efectos tuvo? ¿Se empezó a fusilar menos? En modo alguno. Segundo, esto quiere decir que con este Tribunal Franco estaba al tanto de toda la represión. Tercero, la revisión o examen de penas no se contempló hasta enero de 1940, y estas revisiones eran sólo para coordinación de tribunales, y para condenas menores, excluidas las penas de muertes y otros muchos casos (véase mi La victoria sangrienta, p. 288 y ss.).

P. 260…. “Franco, al final, actuó para reducir y controlar la represión tras la conquista de Málaga…” (No es cierto, en modo alguno. Franco, tras la ocupación de cualquier pueblo, en cualquier fecha, hizo fusilar a mansalva. Es manipuladora esa teoría de la “crueldad decreciente” de Franco, o la “magnanimidad creciente”. Es falso. Si hubiera sido así, no hubiera permitido el baño de sangre colosal de la posguerra).

P. 260…. “Los mandos italianos se resistieron a entregar a los prisioneros a sus aliados españoles, protestaron por el grado de represión indiscriminada y amenazaron con retirarse de la guerra, argumentando que sus soldados eran reacios a continuar en una lucha en la que la captura del enemigo significaba su muerte” (Aquí, un dato perfecto. Los fascistas italianos dando lecciones de ética a los franquistas españoles. Y un buen dato para el tema del fusilamiento masivo de prisioneros (crímenes de guerra) en la España de Franco “el magnánimo.”

P. 261…. “Pero desde entonces (caída de Málaga) el número de ejecuciones se redujo considerablemente” (Otra vez la insistencia en la falacia del “dictador clemente”, que es mentira. Repetimos: Franco, siempre que ocupaba pueblos, fusilaba a mansalva, durante toda la guerra. Después, el baño de sangre y lágrimas en la posguerra. En mis libros El genocidio franquista, Trincheras de la República y La victoria sangrienta se documenta de sobra).

P. 261…. Al propio Payne se le escapa una nota, en la que queda en ridículo la supuesta “clemencia” del dictador, y fue que, tras la caída de Málaga, “Fueron pocas las ocasiones en que atendió las peticiones de clemencia para personas condenadas o bajo procedimientos sumarísimos en la zona nacional, y rara vez esas súplicas se resolvieron con éxito”… “El presidente de Acción Católica, Francisco Herrera Oria, dirigió en 1937 varias protestas a Franco, que dejó de recibirlo. Más tarde… Franco lo deportó en 1939” (Pérez Mateos, Los confinados)…· (Nota 14, p. 692). (Todo esto se vuelve contra las teorías del propio Payne. Primero, que la “inclemencia” de Franco (es decir, su crueldad absoluta) era proverbial. Segundo, que Franco conocía perfectamente todo lo que ocurría en materia de represión. Tercero, la supuesta teoría del declive “humanitario” de ejecuciones es pura fantasía de los “blanqueadores” del personaje).

P. 261…. “La represión se mantuvo de manera oficial en manos de los tribunales militares… hasta que finalmente se levantó la ley marcial el 7 de abril de 1948…” (Primero, la represión de posguerra no estuvo siempre “en manos de los tribunales militares”. Payne debe saber que las ejecuciones sumarias o “ley de fugas” gustaban mucho a Franco, como ocurrió en abril y mayo de 1939, con otro repunte en 1941, y una oleada infernal en la que yo llamo “trienio del terror” (1947-1949 ó 1950), con más de 1.500 víctimas en este trienio. Es decir, que cuando Payne dice que terminó, fue cuando empezó lo gordo. Sin olvidar los desmanes de La Legión en 1940 en algunos puntos de España. Comprendo que estas peculiaridades no sean conocidas por Payne; requieren una especialización rigurosa y mucha paciencia investigadora).

P. 262…. “En cualquier caso, la represión siguió siendo responsabilidad de los tribunales militares” (Tribunales militares puestos por Franco para ese menester. Resulta patético el esfuerzo de Payne por eximir a Franco de responsabilidad. Imaginemos lo que le hubiera ocurrido a Franco en el Tribunal de Nuremberg. Le hubiera echado la culpa a sus jefes regionales o a sus tribunales militares).

P. 262…. “Se ha exagerado el número de muertes violentas, civiles y militares, durante la Guerra Civil” (Ni mucho menos. Payne no es un investigador dedicado a esta cuestión. Segundo, sus fuentes son muy elementales y precarias. Tercero, meter en el mismo saco combatientes y fusilados en guerra, posguerra, campos de concentración… etc. en esa cifra de 340.000 muertos es una mera suposición sin ninguna base. Están, además, los desaparecidos, los no inscritos, etc., y esto sin contar los muertos de hambre en las prisiones (El “Auschwitz” de Franco), en el trabajo esclavo, los niños robados, etc. Ni Payne ni nadie podrá nunca cuantificar esta catástrofe humanitaria).

P. 262…. Atención al engaño capcioso de los que centran toda la represión en el número de fusilados. Con ser esto gravísimo, la actuación de Franco fue una “multi-represión”: además de los fusilamientos, está la tortura, la gran mortandad en las cárceles (Hay lugares donde mueren más en las cárceles que en los paredones), las consecuencias terribles del trabajo esclavo, la desgracia del exilio, la represión económica (“legal” y alegal o robo), la represión ideológica, la exclusión laboral y las “listas negras”, la desaparición y robo de niños, la persecución de la guerra en la sierra y en el llano, la represión ideológica implantando formas y creencias a la fuerza, la humillación de las mujeres (los rapados y el ricino), la infravaloración social como ciudadanos de segunda sin derecho a nada… Es decir, que los vencidos se vieron acorralados, por décadas, desde todas direcciones, por tierra, mar y aire. El número de fusilamientos es sólo un aspecto de la “multi-represión”. Las derechas españolas llevan más de medio siglo exigiendo “el número”, porque saben que el número final es imposible, ante el muro de las desapariciones, los no inscritos y otras artimañas de los perpetradores. Pero existen “números” parciales, que hablan por sí solos, frente al negacionismo y frente a las acechanzas de la contra-memoria).

P. 263…. Este libro continúa con enormes vaguedades sobre la represión franquista (lo mismo que con la republicana). No se aportan datos concretos ni interesantes o novedosos. Vaguedades, lamentablemente).

P. 263…. Cuidado con esa añagaza para incautos que fue la célebre y falsa cantinela de Franco de que “los que no tuvieran las manos manchadas de sangre, nada tenían que temer”. (Soberana mentira. Fue un anzuelo para incautos, primero. Segundo, fue una trampa para la opinión internacional y para el Convenio de Ginebra de 1929, sobre guerra y prisioneros, que prohibía las represalias de tipo político y sólo se toleraban ejecuciones por delitos comunes. Este fue la razón por la que Franco jugó a “las manos manchadas de sangre”. No olvide nadie esto con toda contundencia: La represión de Franco no fue de raíz penal, sino política. Y para ir al dato concreto, en la clasificación de los 106.000 prisioneros que a finales de 1937 hizo la Inspección Central de Campos de Concentración, el apartado D correspondía a “incursos en alguna posible delincuencia”. Pues bien, ahí estaba sólo ¡el 2’13 de los prisioneros!).

P. 264…. “durante toda su carrera militar, Franco había sido un reconocido ordenancista (¿), muy disciplinado (Con la República no lo fue), y un purista de las reglas (no de las normas constitucionales ni de su juramento)… Con su estilo duro y decidido (sanguinario y despiadado más bien), pronto se ganó el respeto y deferencia de los demás (¿), y no sorprende que mantuviera esa misma manera de ser en un encolerizado conflicto revolucionario (Pero, ¿había conflicto de verdad o fue un golpe militar? Aparte de lo de Castillo y Calvo Sotelo en Madrid, ¿En qué otras ciudades había entonces conflicto?) y en la gobernanza de un sistema político fracturado. (¿Cuál era el sistema político fracturado? ¿La II República? Y la democracia actual, ¿No está “fracturada”, tal vez mucho más? Que el señor Payne haga estas justificaciones sin rubor es, sencillamente, impresentable.

        Entre el dechado de virtudes “del Caudillo” echo en falta: estratega militar, nivel intelectual y cultural, número uno de su promoción y no el último (cosa que Payne soslaya. No se le daban bien ni las ciencias ni las letras. Por cierto, ¿Cuál era su poeta preferido?)… hombre de Estado, carisma, capacidad de oratoria, altura de miras... Lo que se llama el gobernante sabio y justo… Echamos todo esto en falta, a fin de poderlo comparar con Julio César, Carlomagno…y poderlo llamar Francomagno.

        El autor no le atribuye defectos, ni siquiera la timidez y complejo de inferioridad, sin más vía de escape que el derramamiento de sangre, como Nerón. Ambos utilizaban la sangre, no sus virtudes, para hacerse respetar).

P. 264…. “Una vez asumido el mando, a menudo se mostraba tan severo e impersonal que parecía no conocer las emociones humanas” (¡Perfecto! Atinadísimo retrato. Desconocía las emociones humanas… De lo contrario, hubiera evitado tamaña catástrofe humanitaria y tanto derramamiento de sangre).

P. 264…. “Mantenía su propio criterio sin fisuras… cuando al fin tomaba una decisión, la llevaba a cabo con resolución y sin mirar atrás” (Es el perfecto retrato del fanático. Payne se está refiriendo a la represión y a las penas de muerte, donde era inflexible).

P. 264…. “El nieto mayor del Caudillo (dicho así, con devoción) recuerda que muchos años después, en 1973, tras derrumbarse y llorar en el funeral de su principal lugarteniente, el almirante Carrero Blanco, doña Carmen dijo: ‘Pobre Paco, cuando era joven le vi llorar el día que acabó la guerra; dijo que si hubiera sabido lo que iba a ocurrir, nunca se hubiera sumado al alzamiento’…” (Lo malo no fueron sus lágrimas, sino las de varios millones de españoles. Le faltó el sentido de la prudencia: no se puede encender un cigarro en un depósito de bombas, ni abrir la compuerta de un pantano y lamentar luego la inundación. Estas palabras al “Pobre Paco” son el perfecto retrato que Valle-Inclán hizo de Tirano Banderas, en 1920 (Austral, p. 42). Todo patético, incluida la altura intelectual del testimonio).

P. 264…. (Apoteosis final del cinismo) “… siempre sostuvo que la prueba de fuego de la Guerra Civil en España fue una purga necesaria para los pecados del progresismo y del izquierdismo, un gran mal que Dios permitió, para que llegara un bien mayor: el renacimiento de España bajo la victoriosa jefatura del Caudillo” (¿Esto lo dice Payne o ‘el Caudillo’? Creo que los dos están de acuerdo, para lectura y gozo de las derechas españolas, todas de acuerdo, hoy día, con estas barbaridades. No creo que en el mundo entero, con relación a su pasado histórico reciente, exista una deformación psiquiátrica tan enloquecida como la que se da en España. Hablar de la guerra civil es entrar en el gran manicomio de España).

P. 265…. “Las dos principales guerra civiles españolas en el siglo anterior habían acabado con la victoria de los liberales (es decir, los demócratas, digamos), que ofrecieron ciertas concesiones a los vencidos…” (He ahí la diferencia, cuando gana el fascismo o cuando gana el polo opuesto; lo mismo que ocurrió en 1945, cuando ganaron los aliados: no se llevó a cabo la represión masiva (como hizo el franquismo), sino una represión muy selectiva. Hay bibliografía al respecto).

P. 265…. (A continuación, una sibilina justificación de la represión de posguerra) “… tras la derrota del bando republicano (un Gobierno legal nunca se llama “bando”), una buena parte de los vencidos estuvo dispuesta a aceptar su régimen, al menos de forma pasiva… Esto, al menos en teoría brindaba la oportunidad de intentar llevar a cabo un programa de reconciliación… Sin embargo, esto no se produjo. (Franco prefirió)… llevar a cabo una amplia contrarrevolución cultural que hiciera imposible otra guerra civil, lo que significaba que la dura represión contra la izquierda debía continuar (Es decir, que la culpable de la guerra civil era la izquierda, y no el golpe militar. Estas justificaciones de la gran represión, en realidad, crímenes contra la humanidad, son impresentables).

        Que una de las consecuencias de la guerra fuera un régimen dictatorial no es sorprendente, pues la democracia había sido abandonada por ambos bandos en 1936…” (Esto es rigurosamente falso. La democracia fue abandonada y quebrantada por los golpistas, no por la República, a pesar de las turbulencias).

P. 266…. “La represión se aplicó con rigor a ciertos niveles de responsabilidad en los partidos de izquierda y en los sindicatos. Los casos se analizaban individualmente.” (Dos grandes errores se dan en esto. Primero, la represión no se aplicó sólo a “los significados políticamente”. Es decir, la represión buscó, no sólo destruir el sistema, sino sobre todo destruir las bases sociales de la República, además de sus élites: políticas, culturales o militares. Basta con estudiar Consejos de Guerra, y además conocer a muchas personas de los pueblos, para comprobar sin escapatoria que muchísimas personas “no significadas” fueron al paredón. Esto lo sabe quien ha descendido al infierno y a la cloaca de la gran represión franquista. Los grandes errores vienen de quienes no se han metido a fondo en esta cuestión. Segundo, casi todos los Consejos de Guerra de la gente del montón y de los pueblos eran colectivos, y de manera colectiva era la vista de la causa, en la que no daba tiempo ni a pronunciar los nombres ni a formular los cargos. Miles de ejemplos. “Las 13 Rosas”, de Madrid, fueron a la muerte en una causa colectiva. Además, quienes han estudiado los Consejos de Guerra saben que eran un simple simulacro de “justicia”. Esto tiene una sencilla conclusión: o se es un estudioso de esta cuestión o no se es. Tratar de apoyarse en una frase aislada de Solé i Sabaté, que además se centra en Barcelona, es una irresponsabilidad, cuando existen además una serie de libros monumentales sobre la cuestión. La represión mayúscula de Franco contra la España vencida no fue tanto la que se dio en Cataluña o en el País Vasco. Aquí, en concreto –hay un buen artículo de Francisco Espinosa-, a pesar del fusilamiento de los 14 de Guipúzcoa, y otras cosas terribles, la represión tuvo más lenidad que en la mitad meridional de España, de Madrid para abajo. Así lo expuse en una charla en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, en 2009, donde quedaron horrorizados de las cosas que ocurrieron en el Sur. Y convinieron: “¡A pesar de todo, hemos tenido suerte!” Repetimos: en Cataluña y en el País Vasco la gran represión fue “un poco” más leve que en el resto de España. Por ejemplo, en las comunidades históricas no se dio, por ejemplo, el “trienio del terror” (1947-1949) contra la población civil (Sin olvidar del terror de las Comisarías de Policía de Barcelona, en la segunda mitad de los cuarenta), un “trienio” del que apenas nadie sabe nada).

P. 266…. “No había pena de muerte para los delitos de índole política como tales (Esto es una burrada descomunal, dicho así, sin ambages. Si no fuera una tragedia, todo el que sabe de Consejos de Guerra se ríe de esta patochada), pero muchas sentencias sí se aplicaron a condenados cuyas decisiones políticas habían ido acompañadas de violencia.” (¿De dónde saca el señor Payne estas cosas raras? Efectivamente, de Julius Ruiz, el nuevo vidente de la historia fantástica, al que ningún investigador español importante tiene como “autoridad” en el tema. En la Introducción a mi libro La victoria sangrienta he dado buena cuenta de los dislates de Julius Ruiz).

P. 266…. “se dictaron en total casi 51.000 sentencias de muerte, de las que no menos de 28.000 se cumplieron” (Julius Ruiz). Estas cifras no tienen ningún reconocimiento en España, ni mucho menos están demostradas detalladamente, ni por ciudades, pueblos y provincias.

P. 266…. De todas formas, es completamente erróneo plantear el estudio de la gran represión franquista en términos de número de fusilamientos, que además, en todas sus formas, es algo poco documentado para el dúo Payne-Julius Ruiz. La “multi-represión” franquista –ya se ha dicho antes- abarcó mucho más que los paredones. Fue un abanico de represiones, que acosaron a los vencidos desde múltiples ángulos.

        Vamos a decirlo sin ambages, ¿Cuándo analizamos la represión de Hitler, nos preguntamos por el número de fusilamientos o por las sentencias de muerte? No, en modo alguno. Nos preguntamos por los campos de concentración, por el apresamiento masivo y por la gran mortandad por hambre y condiciones infrahumanas?

        ¿Por qué Payne no se hace la misma pregunta con relación a la gran represión franquista? Además del número de fusilamientos, buscar la mortandad en los campos (que fueron 188, al menos) y en las prisiones (20.000 víctimas) y en Batallones de Trabajadores, que no lo sabemos… El señor Payne, lo mismo que le pregunta a Hitler, que se lo pregunte a Franco.

P. 266…. El gran fenómeno represivo del trabajo esclavo ideado por el franquismo, con casi una decena de modalidades, este autor lo despacha de la siguiente manera, sin entrar para nada en el problema:

“Por otra parte, las sentencias a trabajos forzados (no eran sentencias, sino decisiones adicionales, traslados o destinos) tuvieron un papel mucho más limitado que en otras grandes dictaduras. Durante la guerra, el ejército nacional formó batallones disciplinarios de soldados trabajadores (Muy mal. Esto fue durante la posguerra. En la guerra se llamaban Batallones de Trabajadores. Este tema aparece aquí totalmente de pasada, siendo un mecanismo crucial en la represión y en la esclavización del vencido. Ni siquiera menciona la Redención de Penas por el Trabajo, y mucho menos el método represivo nazi de los campos de concentración, que fueron al menos 188 en total (en la Italia de Mussolini, sólo uno, en Trieste) y recluyeron al menos medio millón de hombres (507.000). Franco organizó más “campos” que Hitler, aunque más artesanalmente, pero con “gran eficacia”. Todo el epicentro de la represión franquista, el mundo concentracionario-carcelario, es ignorado en este autor).

P. 266…. Aquí incurre en una auténtica barbaridad contra la verdad histórica, con la siguiente observación, facilitada por alguna fuente con muy mala intención:

“En comparación, los campos de concentración republicanos durante la Guerra Civil impusieron trabajos forzados mucho más severos” (Esto es una gran mentira, por no decir manipulación sectaria. De nuevo aparece por aquí la “iluminación” de Julius Ruiz. El “campo” republicano más conocido, de los pocos que existieron, fue el de Totana (Murcia), con unos 1.000 presos, que llevaron una vida anodina y gris, sin sobresaltos. El jefe republicano del Sur, en Pozoblanco, don Joaquín Pérez Salas, mandó alojar en el pueblo de Dos Torres a las mujeres, viudas o familiares de los derechistas asesinados o evadidos, con órdenes estrictas de respeto y suministro de subsistencias (Por cierto, no tenemos noticia de que las raparan y les dieran aceite de ricino, con un moñito y la bandera republicana…) No, no hubo el mismo comportamiento en una zona que en otra, a pesar de tantas cosas, porque no nos gusta tapar nada. Y estas personas de derechas, protegidas en Dos Torres, declararon en el sumario contra Pérez Salas en 1939, que de nada le sirvió y fue fusilado. Valga éste y miles de casos para demostrar las sentencias, la mayoría, fueron de raíz política, no penal, algo que los autores confunden varias veces. El desconocimiento es evidente, por ejemplo, la disparatada afirmación de que la participación en el trabajo esclavo “siempre fue voluntaria”. Lo único voluntario era la Redención de Penas por el Trabajo, que es cosa muy diferente).

P. 267…. “A finales de 1941, la mayoría de las prisiones estaban cerradas (Eso es una barbaridad inaceptable) y se habían dictado más del 95 por ciento de las sentencias de muerte que hubo.” (Vamos a ver. Primero, ni es cierto que en 1941 se habían dictado casi el total de penas de muerte –Recuérdese que en el “trienio del terror” (1947-1949) se fusiló en España a más de 1.500 personas, diez años después de la guerra-; ni mucho menos es cierto que en 1941 casi todas las prisiones estaban cerradas. Semejante disparate se vuelve contra quienes afirman o sostienen esto. Véase mi libro La victoria sangrienta, donde queda ampliamente demostrado lo que fue 1941 en las prisiones franquistas, el año de la gran mortandad en España, por hacinamiento, hambre e insalubridad. Muchos ejemplos. En el penal de la isla de San Simón (Pontevedra), perecieron en ese año 666 presos, ¡Un 30’6 %! de los 2.176 que había. En Córdoba, de 3.500 presos, perecieron en la prisión 756, casi todos en 1941. Poseemos datos de unas 15 prisiones únicamente, y los datos son terroríficos. Payne-Palacios se basan en no sé qué “papeles” del “Archivo Privado de Franco”, lo que indica que, en algunos puntos de la represión, los informantes de Franco le echaban buen número de mentiras. Los “papeles” dirán lo que quieran, pero los presos se morían como moscas en las cárceles).

P. 267…. “El 24 de enero de 1940 se creó una comisión especial jurídico-militar, con el fin de revisar todas las sentencias, y confirmar o reducir las penas, pero en ningún caso aplicarlas.” (Otra gran metedura de pata. Primero, este organismo se llamaba Comisiones Provinciales de Penas, cuyo principal objetivo era coordinar criterios de los tribunales militares de toda España. Segundo, la orden incluía unos apéndices (I y II), en los que se concretaban nada menos que 33 tipos de excluidos de la revisión: las condenas a muerte, las de treinta años, las de treinta años por conmutación, las de comunismo, masonería y un largo etcétera. Según Juan José del Águila, especialista en esto, el “examen o revisión” incoó expedientes sólo a la cuarta parte de los presos de Franco. Y los resultados fueron irrelevantes. Por consiguiente, hay que atenerse a los estudiosos especialistas, y no a los “papeles” de la mesita de noche de Franco. Lo más importante: que los penados a muerte estaban excluidos del “examen de penas”, mecanismo pensado sólo para los condenados a penas menores).

P. 267…. Todo el mundo carcelario franquista, epicentro de la represión de posguerra, Payne lo obvia y lo soslaya. Sólo polemiza con el “número de fusilados”. El grueso restante de la represión no atrae su atención.

P. 267-268…. Se detiene prolijamente en los indultos de Franco, para demostrar su “magnanimidad” y la levedad de la represión. El porqué de los indultos no era ni más ni menos que una válvula de escape para solucionar el caos de la masificación carcelaria, inasumible para cualquier gestión o presupuesto alimentario o de otro orden. No eran medidas “caritativas”, por más que los hagiógrafos las incluyen en el virtuario del dictador; eran medidas desesperadas “de gestión”. En mi La victoria sangrienta (p. 510 y ss.) se aborda con bastante detalle este tema.

P. 268…. Payne obvia y soslaya un tema crucial carcelario: La libertad vigilada, a partir de 1943, el mecanismo de control que supuso aquello para los libertos, el acoso, vigilancia y persecución que impedía que los presos rehicieran una vida normal, teniendo que acudir cada atardecer al cuartel “a pasar lista”, a cantar el “Cara al sol” y recibir, algunos, una ración de palos. Nadie ha hablado de esto: de los muchos años de acoso de la libertad vigilada.

P. 268…. “Aunque, sin duda alguna, la represión fue muy dura, se pareció a las que tuvieron lugar en otras guerras civiles revolucionarias de Europa durante esa época” (Un intento exculpatorio absurdo y falso. No dice a qué guerras civiles se refiere, ni qué cifras. Se pretende aquí, sin más, diluir responsabilidades y terribles realidades. Este tema ha sido perfectamente resuelto por Julián Casanova, que Payne no cita, en Morir, matar, sobrevivir, pp. 5-10. Las diferencias con España son enormes).

P. 268…. “No hay razón para pensar que la situación habría sido mejor, si los revolucionarios hubieran triunfado…” (Esto es una conclusión bárbara. No es el primero que la hace. Pero no se trataba del triunfo de “los revolucionarios”, sino de la II República democrática. Y en eso desembocó la lucha de los “revolucionarios partisanos” en Italia en 1944; y en ese sistema democrático desembocó la lucha de los maquis revolucionarios franceses en el mismo año… ¿Por qué en España iba a ser diferente, con sus instituciones democráticas, aunque agujereadas por la guerra, y así era el discurso de España en la Sociedad de las Naciones? Decir otra cosa malintencionada es mentir, sin el mínimo rigor. Y ya se ha citado como fue el tratamiento que hicieron las democracias occidentales con los vencidos fascistas, en Alemania y en Italia, aquí mucho menos, y en Alemania se ahorcó o encarceló a una selección minoritaria. La democracia española republicana no era de peor calaña.

En cualquier caso, la burda afirmación tabernaria que comentamos dice muy poco a favor del rigor de un historiador).

P. 268…. Aquí llegamos a la traca final de Payne-Palacios, la mascletá del disparate:

“Si bien en los primeros años del régimen las condiciones de las prisiones eran paupérrimas, Franco no dejó que muchos prisioneros izquierdistas (Muchos, no; muchísimos) murieran de hambre o enfermedad…” (Pero, ¿de qué país están hablando? ¿O a qué estúpidos quieren engañar? Esto es ya una salida “de pata de cabra” o una bufonada de lesa inteligencia. Hay mucha bibliografía al respecto, valiosísimos libros de memorias, magníficos documentales de los últimos quince años… ¿Qué es lo que leen o ven estos autores? Mi estudio La victoria sangrienta responde a 36 años de investigación sobre estos temas, como para saber de lo que se habla. Esta conclusión de los autores es, sencillamente, disparatada).

P. 269…. “Durante los primeros años cuarenta, el régimen de Franco fue un sistema rigurosamente autoritario, que luchó por sobrevivir en medio de una guerra mundial…” (Primero, el Régimen de Franco fue fascista en los primeros años. Múltiples argumentos contra el bloque negacionista y “blanquedor” del franquismo. Antes hemos citado la declaración de la ONU, del 12 de diciembre de 1946. Segundo, “que luchó por sobrevivir”. Mucho más lucharon por sobrevivir sus vencidos y sus reprimidos y sus exiliados desparramados por el mundo, así como la España que convirtió en una escombrera).

        La antología de errores y horrores del tándem Payne-Palacios es inasumible. Las derechas españolas son irrecuperables intelectualmente hablando. El tema de la guerra civil las descoloca y son incapaces de hilvanar algo veraz o lógico. No es que no sepan; es que no quieren saber ni que la sociedad sepa. Un simple programa de ocultación. Sobre estos temas sólo les oigo burradas en su visión de la historia. Mi definición de burrada: “Una patada a la inteligencia y una bofetada al sentido común”.

        Delenda est stultitia.

 

                                    

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